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El Foco
Tribuna
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Ayer fui al banco

Recientemente, la actividad bancaria está experimentando un importante cambio y algunas entidades deberán planteárselo muy en serio si pretenden sobrevivir en un futuro inmediato. El negocio tradicional ofrece síntomas de agotamiento y aquellos que hemos venido explicando a quienes se forman en el campo financiero tendremos que empezar a pensar que hay que transmitirles un nuevo mensaje.

Cecilio Moral, Catedrático de Economía Financiera y Director del Máster en Finanzas de ICADE
Cecilio Moral, Catedrático de Economía Financiera y Director del Máster en Finanzas de ICADE

El negocio tradicional consiste en tomar dinero del mercado, es decir, captar ahorro e invertirlo en créditos a sus clientes, y está ahora mismo en crisis. El esfuerzo de imaginación y medios para captar dinero, en competencia con un gran número de instituciones nacionales e internacionales que llevan a cabo el mismo trabajo, se ha complicado aún más como consecuencia de la evolución de los tipos de interés. El diferencial entre el precio del dinero de entrada en los bancos y el precio de venta de los créditos se ha estrechado hasta límites insospechados.

El precio del dinero viene cayendo desde que las autoridades financieras norteamericana y europea implementaron la expansión cuantitativa, llevada a cabo con grandes cantidades de dinero inyectado a los bancos y precios a la baja. La Fed y el BCE han llegado incluso a establecer en ciertos momentos tipos negativos, lo cual parecía impensable para la mayor parte de cuantos se encuentran vinculados al mercado y no digamos nada para los que no lo están.

El esfuerzo de imaginación para captar dinero se ha complicado con la evolución de las tasas de interés

Por otra parte, la reciente crisis sufrida desde 2007 y 2008 hasta nuestros días ha resultado ser una de las más agudas y persistentes que se recuerdan y una de sus consecuencias ha sido la falta de actividad económica, que ha conllevado una caída del consumo y de la inversión y, en consecuencia, de los niveles de producción y empleo. El paro ha crecido de forma alarmante en algunos países.

El crédito ha disminuido sensiblemente por varios factores. El primero, la mencionada atonía del consumo y de la inversión que no invitan a adoptar posiciones de riesgo por parte empresarial a la espera de mejores tiempos. El consenso general apunta a que no se producirán grandes cambios de manera inminente. Otra razón es la obligación de los bancos a adoptar posturas de vigilancia máxima sobre el riesgo y una aplicación muy restrictiva de la legislación y de los preceptos emanados de los tratados de Basilea y de las autoridades supervisoras.

Entrar en el terreno de la banca digital precisa un cambio de mentalidad de los trabajadores y del mercado

Tampoco se puede olvidar que ciertos intentos utilizados por los bancos tratando de preservar sus márgenes, como las cláusulas suelo en las hipotecas, han supuesto una reconsideración de las mismas. Su anulación judicial significa del orden de 5000 millones de euros en España.

Con este panorama, la banca española ha reaccionado lentamente, en mi opinión. Se entiende que la gran banca no puede moverse con rapidez, pero al menos las estrategias sí deben plantearse con celeridad. Se recurre a la reestructuración de plantillas y cierre de oficinas, lo que lleva a un difícil equilibrio entre la banca tradicional, con clientes que acuden físicamente, y la banca digital. Esta se viene comportando como complementaria y va cobrando un creciente protagonismo. Sin embrago, existen todavía áreas del negocio donde no llega, por problemas técnicos y comerciales también. La banca trata de compaginar ambos negocios pero entrar en el terreno de la banca digital precisa un cambio de mentalidad de los trabajadores, de los directivos, de los clientes y, en definitiva, del negocio. Y por supuesto, vigilar e incrementar cada día la seguridad de los clientes e inversores. En España hay muchos bancos que no están preparados para asumir el reto.

Sería temerario que alguien pensase que al subir los tipos se volverá a disfrutar del modelo clásico en exclusiva

También hay que hacer frente al reto del fintech, que puede llegar a suponer del 25% al 35% del negocio, con un gran peligro para la banca tradicional, la reducción de márgenes.

La reestructuración apuntada puede suponer la desaparición de más de 5.000 oficinas bancarias y del orden de unos 15.000 empleados hasta 2019. Desde el año 2008, alrededor de 600.000 empleados en el mundo han perdido su puesto de trabajo en este sector. Y los empleados que todavía resisten deben prepararse para afrontar los nuevos tiempos asumiendo formación específica y adquiriendo los hábitos necesarios.

Y todo ello en un entorno en el que aún se detectan tasas de morosidad preocupantes en muchos casos, amenazas sobre la evolución de medios de pago a través de nuevos instrumentos operativos, como el teléfono móvil, una legislación estricta que trata de evitar errores del pasado y un cierto ambiente de preocupación por la amenaza de posibles fusiones.

La banca, que tiene que abandonar el antiguo mecanismo de intermediación para entrar en este nuevo marco, basado en el servicio y con ello en el cobro de comisiones, lo tiene difícil.

¿Se ha agotado el modelo? ¿Es solo un problema coyuntural? ¿Qué sucederá en el momento en que los tipos de interés comiencen a subir?

La política monetaria tiene una gran influencia sobre el sector, pero aunque la banca vuelva a obtener un porcentaje de su beneficio en el negocio clásico, ya nada será como antes. Se va imponiendo una banca tecnológica y eso no tiene marcha atrás. Sería temerario que alguien pensase que al subir los tipos se volverá a disfrutar del negocio clásico en exclusiva.

Pienso que la peor parte se la van a llevar el negocio minorista, el del consumo, el de medios de pago (con una paulatina consolidación de aplicaciones, wallets, tarjetas de contactless, PayPal…) y el de la gestión de patrimonios.

También hay que mantenerse atentos a las plataformas online que permiten la concesión de crédito y su vigilancia entre empresas y consumidores, sin intervención bancaria.

Ayer fui a un banco en el que tengo una cuenta corriente. Fui porque tenía que solucionar un problema que no se podía resolver por otro medio. Hacía tiempo que no entraba en una oficina bancaria y me encontré un panorama que me hizo pensar en que poco o nada había cambiado. Y salí de allí con la sensación de que no se están preparando para afrontar el nuevo negocio que viene basado en comisiones y tecnología. Un error.

Cecilio Moral es Catedrático de Economía Financiera y Director del Máster en Finanzas de ICADE

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