No hay unión bancaria sin fusiones europeas
Los expertos no consideran la operación La Caixa-BPI como una fusión paneuropea
La oferta pública de adquisición voluntaria (opa) lanzada ayer por segunda vez por CaixaBank sobre Banco Portugués de Inversión (BPI) podría suponer la primera piedra sobre la unión bancaria, pero parece que no es así. Esta operación se enmarca más en una compra en un mercado, el portugués, muy similar al español, y con unas necesidades en la actualidad también muy similar a las que tuvo hace algo más de un lustro el sector financiero española, su reestructuración.
El hecho de ser un país vecino siempre ha estrechado las relaciones entre ambas naciones y entre ambos mercados financieros. La primera entidad en hablar de un banco hispano luso fue Millennium BCP. Esta institución, junto a Banco Sabadell, quiso crear una firma financiera que operara por teléfono e internet, Activobank, que no distinguiera casi entre un cliente español o portugués. La idea era buena, pero como ocurre en varias ocasiones, adelantarse a los tiempos puede dar al traste con un buen proyecto. Y así ocurrió.
El 11 de diciembre del año 2000, Sabadell inscribió en el registro de Bancos y Banqueros del Banco de España la marca Activobank. Dos años después decidió comprar a BCP (en el que tiene algo más del 2% de su capital) su participación del 46,6% con el objetivo de gestionar en solitario la entidad online.
CaixaBank entró en el mercado luso hace 21 años con la compra de una participación en BPI, que ha ido aumentando paulatinamente. Y desde hace tiempo su objetivo era controlar esta entidad, y parece que ahora lo va a lograr.
El mercado, sin embargo, no ve en esta operación el salto transfronterizo de la banca europea. Es más una ramificación de la banca española hacia un mercado que es considerado incluso natural para Santander, Popular, CaixaBank, BBVA (todos con presencia en el mercado luso) u otras entidades nacionales, como Bankinter, que acaba de adquirir Barclays en Portugal. Puede ser por ello por lo que el banco que preside Pedro Guerrero ha decidido que su primera aventura internacional fuera en Portugal.
Fuentes de las autoridades españolas, como analistas o expertos financieros, tampoco incluyen esta operación en la lista de fusiones panaeuropeas. De hecho, coinciden en asegurar que si en menos de 10 años no se ha producido una operación transfronteriza entre bancos de tamaños más o menos similares, “la unión bancaria europea habrá fracasado”.
Es cierto que también condicionan estas operaciones corporativas al fin de los ajustes en el sector bancario de los distintos países del Viejo Continente.
“Antes de que la banca española se embarque en una fusión entre casi iguales con una institución francesa o alemana o italiana, por ejemplo, debe finalizarse el ajuste en el sector en el país. Y ahora, con la presión sobre los márgenes por los bajos e incluso negativos tipos de interés y en menor grado por la digitalización, es necesario una nueva vuelta de tuerca al cierre de oficinas, ajuste de plantilla y puede que del número de entidades”, explica un destacado banquero.
Portugal, con un elevado grado de concentración de la banca española, también necesita iniciar su verdadera reestructuración. Novo Banco, el banco bueno del intervenido Espirito Santo, deberá en breve subastarse o salir a Bolsa. Y nadie descarta que Santander o CaixaBank pujen por él. El público Caixa Geral de Depósitos también parece que necesita otra inyección de capital de 1.000 millones.
En España también hay que resolver el futuro de algunas entidades, entre ellas la de Bankia y BMN, ambas públicas. Para la primera el proyecto es su privatización. Para la segunda parece que la mejor solución es su fusión con Bankia, pero nada está decidido. Las autorizaciones de Bruselas para poder hacer operación están en marcha, pero no sirve de nada si el nuevo Gobierno tiene nuevos planes para ambas firmas.