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Mejor pagar la multa por el déficit

España ha incumplido en 2015 el objetivo de déficit marcado por Bruselas... España ha incumplido como Francia, Portugal y Reino Unido, por citar tres ejemplos, lo que indica que el problema es de la Comisión Europea, que fija objetivos en base a unas previsiones totalmente desfasadas con la realidad.

España ha notificado a la Comisión Europea un déficit público del 5,2% en 2015, un punto por encima del objetivo fijado en la recomendación de la UE de hace tres años.

Dos observaciones.

Primero. El gobierno de Rajoy no ha engañado a Bruselas. Desde 2013, cuando la CE fijó el 2,8% como objetivo de déficit para 2016 estaba claro que era una senda irrealizable. Y a finales del año pasado, la CE ya sabía que el objetivo de 2015 no se cumpliría.

Segundo. Si alguien puede sentirse engañado son los españoles. Engañados por la CE que fijó un objetivo irreal como coartada para exigir recortes más drásticos. Y engañados por su Gobierno, que una y otra vez ha dicho que se podía cumplir el objetivo. Sólo hace un mes, el propio presidente del gobierno consideraba que el derrape fiscal sólo sería de tres décimas, cuando sin duda ya era sabido que sería de todo un punto.

Burlas de ida y vuelta, pero los españoles no deberían autoflagelarse por adelantado.

Los drama-queen fiscales se han rasgado las vestiduras y han dado por muerta la credibilidad presupuestaria de la cuarta economía de la zona euro y quinta de la UE. La Comisión Europea, auguran las casandras, caerá sobre la piel de toro y despedazará lo que queda de la maltrecha economía española.

Tal vez se cumplan esos presagios. Pero las comparaciones con el resto de la UE no dejan a España en mal lugar ni justifican ningún reproche por parte de la CE.

España ha rebajado el déficit del 10,4% en 2012 al 5,2% en 2015 (aquí lo detalla Nuño Rodrigo). Un esfuerzo ingente para un país con el 20% de paro.

España ha incumplido el objetivo de 2015... como casi todos los países. A Francia se le pidió que cerrase el año pasado en 2,8% (here). Después, cuando se vio que era imposible, se le aceptó un 3,4%. Y ni siquiera ha cumplido eso: ha cerrado en 3,5% (here).

En los últimos tres ejercicios, Francia ha logrado reducir medio punto de déficit en total. Sólo en 2015, año electoral y de derrape presupuestario, España ha reducido 0,7%, más que París en tres años.

Las cifras de Portugal se han desviado aún más que las francesas. Se le pidió 4% para 2014 y cerró por encima del 7%. Debía estar por debajo del 3% en 2015 y no podrá lograrlo por culpa de los coletazos de la interminable crisis bancaria. Bruselas se ha rendido a la evidencia y ha aceptado un presupuesto algo expansivo para 2016.

En el caso del Reino Unido, el gobierno de David Cameron simplemente ha ignorado las recomendaciones de la Comisión Europea, como dictaminó el Ecofin el año pasado (aquí). Se había pedido a Londres que rebajase el déficit por debajo del 3% en 2014/15 pero cerró ese ejercicio en 5,2%.

Reino Unido no se exponía a sanciones, porque está fuera del euro. Pero, sobre todo, no quiso exponerse al daño económico que hubiera supuesto seguir las instrucciones de la CE. Bruselas no tuvo más remedio que ampliar dos años el plazo de Cameron porque, según reconoció la CE, "darle un año sería demasiado exigente (...) y podría afectar significativamente al reciente repunte del incremento real de los salarios y, por consiguiente, tener consecuencias negativas para el crecimiento" (aquí).

Cabe esperar que Bruselas reaccione con la misma racionalidad al incumplimiento de Madrid. Y que permita retrasar hasta 2018 el objetivo del 3%. Pero dado que la aplicación del Pacto de Estabilidad se ha convertido en un ejercicio arbitrario y subjetivo, no se puede descartar que los comisarios europeos (Moscovici, francés, y Dombrovskis, letón) utilicen a España para estrenar sus poderes sancionadores y dar un escarmiento.

En contra de España juega que no tiene quién la defienda. El gobierno, en funciones. El comisario europeo, Miguel Arias Cañete, desaparecido, lo que empieza a molestar incluso a sus correligionarios del Partido Popular. Nadie en el BCE. Y en el Eurogrupo, Luis de Guindos, que sólo hace un mes aseguraba que la desviación sería "de unas décimas".

A favor de España cuenta el hecho de que la última palabra no la tienen ni Moscovici ni Dombrovskis, sino el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que gestiona con mano de hierro el Eurogrupo. El ministro alemán no desperdicia ninguna ocasión para desautorizar a los comisarios y el mes pasado, según señaló la prensa de su país, dio por muerto el Pacto de Estabilidad.

El Pacto, sin embargo, ya ha resucitado varias veces. Y pudiera ser que Berlín decidiese que el Gobierno de Rajoy se merece un castigo, aunque sólo sea para asustar al resto de la zona euro. En ese caso, España se expone a un depósito de hasta el 0,2% del PIB (unos 2.000 millones de euros) que puede convertirse en sanción si no acata las órdenes de Bruselas.

España sería así, por obra y gracia de Montoro y Guindos, el primer país sancionado por incumplir el déficit. Un honor que añadir al del año pasado, cuando por "cortesía" de la Comunidad Valenciana, España (no Grecia) se convirtió en el primer pais sancionado por manipular las estadísticas del déficit y deuda (aquí).

Ahora, sin embargo, la multa sería el mal menor. Mucho peor sería intentar cumplir a rajatabla unos objetivos de déficit que, como ha reconocido la CE en el caso de Francia o Reino Unido, pueden acabar por hundir la economía española. Sería lamentable, sin embargo, que los españoles pagasen una multa por culpa del autoengaño de la Comisión y del Gobierno.

Foto: publicidad de una compañía de alquiler de coches en el aeropuerto de Bruselas (B. dM., 2/3/2016).

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