Heineken, la cerveza verde de corazón ‘orange’
La firma surgió por el empeño de un empresario de poner de moda la cerveza en la ciudad Se hizo en 1984 con El Águila y en 2000 con Cruzcampo
Si pide una cerveza en cualquier país del mundo le ofrecerán las marcas locales y alguna de importación. Entre ellas lo más seguro es que se encuentre Heineken, la botella verde más reconocible del mercado. La firma holandesa es hoy una mega corporación que superó los 15.000 millones de euros de facturación entre enero y septiembre del año pasado, periodo en el que colocó en todo el mundo 141,2 millones de hectolitros.
El gigante cervecero, al borde de cumplir su siglo y medio, tiene su origen en Ámsterdam. Fue allí donde un joven empresario llamado Gerard Adriaan Heineken descubrió en 1863 su pasión por la elaboración de cerveza. Compró un terreno en lo que ahora es el centro de la capital holandesa, construyó una cervecera y perfeccionó la receta de la que pronto se convertiría en la primera cerveza lager premium de Holanda.
Cronología
1864. Gerard Adriaan Heineken decide comprar la cervecera Haystack, en Ámsterdam. En un momento en el que la industria holandesa de la cerveza estaba decayendo, Heineken se propone instaurar la cultura cervecera entre las élites artísticas e intelectuales de la ciudad.
1873. Los malteados de Heineken triunfan en la capital holandesa. El empresario decide dar el salto a Rotterdam, ciudad clave para la distribución debido a su puerto.
1881. La firma introduce en sus sistema de producción un innovador sistema de enfriado de la cerveza para evitar que su temperatura sufriera oscilaciones significativas durante su transporte.
1909. Se firma el primer convenio colectivo de los trabajadores de Heineken, que establece 54 horas de trabajo semanales y cuatro días de vacaciones al año.
1928. Heineken se convierte en proveedor oficial de cerveza de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam
1933. Tras 13 años de prohibición, Heineken vuelve a EEUU en pleno proceso de expansión internacional de la firma.
1963. El dueño de la compañía, Alfred Heineken, ordena la producción de 50.000 botellas verdes diseñadas par su reutilización.
1968. Las cerveceras Heineken y Amstel se fusionan. La firma verde se beneficiará a partir de ese momento de la sólida presencia internacional de Amstel, que había logrado colocarse como la primera marca en países como Grecia o Surinam.
1973. Heineken ya es la cerveza más importada por EEUU.
1999. Heineken es elegida por los empresarios holandeses como la marca del siglo XX.
2010. La primera década del siglo XXI se salda con la adquisición de varias cerveceras de Austria, Bélgica, Suiza, ReinoUnido, Europa del Este, África y Asia, convirtiéndose en un grupo global.
Con la industria cervecera patria pasando por horas bajas, Heineken se propuso poner de moda los malteados entre las élites artísticas e intelectuales capitalinas, que se congregaban cada tarde en los cafés. Para ello compró la firma Haystack y se puso a producir su propia cerveza de baja fermentación. No tardaría en dar el salto a Rotterdam, la segunda ciudad del país y un enclave fundamental para la conquista de Europa (y más tarde del mundo) a través de su puerto.
Tras la conquista del mercado patrio, la compañía fundada por Heineken se fijó en Francia, país por el que el fundador sentía especial predilección. La presencia de la firma de la botella verde en el mercado francés se consolidó tras la Exposición Universal de 1889 y la de 1900, ambas celebradas en París y eventos en los que la firma puso especial empeño en significarse.
Tras la muerte del patriarca en 1893, su hijo Henry Pierre Heineken tomó las riendas del negocio, acelerando la expansión internacional de la firma a la vez que introduciendo los nuevos métodos de producción de la época. Formado en EE UU, el nuevo presidente de Heineken implantó también las formas de gestión con las que entró en contacto al otro lado del Atlántico. Eso implicó también apostar por la publicidad, que vivía en Nuevo Mundo una etapa de esplendor y que siempre se había dejado de lado por la compañía holandesa, al considerar que un buen producto se debe vender por sí solo sin necesidad de ayuda.
Recién estrenados los años cincuenta la compra era una tarea reservada a las mujeres, así que la firma se centró en llamar su atención. La estrategia publicitaria se centró en vender la marca más que el producto en sí.
Las dimensiones de la cervecera dieron un salto de calidad en 1968, año en el que Heineken y Amstel, su hasta entonces archienemiga, se fusionaron para configurar la cervecera líder de Holanda. La primera se pudo beneficiar así de la extensa red comercial de la segunda, cuyo producto tenía una gran tradición exportadora, hasta el punto de ser la cerveza más bebida de Grecia, un hito poco común en una época en la que el comercio internacional no gozaba de las libertades fiscales de hoy.
Para 1971, el grupo resultante ya tenía una cuota de mercado en Europa del 2,8%. Tras adquirir compañías en Italia y Francia se aseguró una posición relevante en dos de los mayores mercados del continente.
La presencia de Heineken en España pasó del ámbito meramente comercial al industrial al adquirir El Águila en 1984, año en el que el grupo holandés ya era el cuarto mayor operador mundial del sector. En 2000 dio otro golpe de efecto adquiriendo el grupo Cruzcampo, que a su vez se había hecho en 1986 con Juan y Teodoro Kutz, fabricantes de a cerveza Keler, una referencia en el País Vasco. Uno de los primeros frutos de esa adquisición fue la apertura en 2000 de la fábrica de Sevilla, la planta más moderna del grupo en Europa hasta la fecha, capaz de producir 4,5 millones de hectolitros anuales. Heineken España es desde entonces un operador fundamental en el país.
Aseguran desde la compañía que el éxito de la firma ha residido en mantenerse fieles al uso de ingredientes puros y naturales: la cebada malteada, el agua, el lúpulo y levadura extra. Esta última es la responsable del las notas afrutadas que han distinguido a cada Heineken desde el siglo XIX.
Con el paso de los años, la receta se ha mantenido, pero los maestros cerveceros han continuado perfeccionando su proceso artesanal de elaboración. Así, aprendieron que la fermentación de la cerveza en tanques horizontales, en lugar de verticales, crea la presión perfecta para la levadura extra y es la clave de su sabor equilibrado. También llegaron a la conclusión de que se tardan 28 días en conseguir el color dorado característico de Heineken, tiempo que se respeta desde entonces.
En 2014 se cumplieron 150 años desde que Gerard A. Heineken empezó su pequeña empresa. Tras cuatro generaciones y una gran expansión mundial, la familia fundadora puede decir que ha logrado hacer de su producto uno de los estandartes de Holanda. Y haber hecho que el verde sea el segundo color de los orange.
El fútbol, la punta de lanza de los patrocinios deportivos
El nombre de Heineken está íntimamente asociado al fútbol. La relación entre la cervecera y el deporte no es nueva. El primer patrocinio de este tipo data de 1928, cuando la compañía fue proveedora oficial de cerveza durante los Juegos Olímpicos de Ámsterdam.
Casi un siglo más tarde, el logo de la firma de las botellas verdes aparece junto al sello de Champions League en todas las comunicaciones oficiales. Heineken es desde 2005 socio del torneo más importante del fútbol europeo, contrato que renovó en 2013 hasta 2018 por una cantidad desconocida que algunas fuentes, como la agencia Reuters, sitúan en unos 70 millones de euros anuales.
“En ocho años como socios, nuestras investigaciones muestran que el conocimiento de la marca Heineken ha crecido hasta el 60% del total de los aficionados de la Champions League”, aseguró Hans Erik Tuijt, director de activación global, el año en que se renovó el contrato de patrocinio.Las cifras de esta competición son muy significativas: se sigue en 220 países, con una audiencia estimada de unos 150 millones de espectadores para cada uno de los partidos disputados y con una audiencia acumulada de unos 4.000 millones de televidentes, según datos de la UEFA.
Heineken España ha afianzado su apuesta por el deporte rey a través de Cruzcampo, compañía patrocinadora de la Selección Española de Fútbol. Con la fortuna, además, de que el año en el que inició su relación con La Roja, 2008, el combinado se hizo con la Eurocopa de Austria y Suiza, éxito que se repetiría dos años después con el Mundial de Suráfrica y posteriormente con la Eurocopa de Polonia y Ucrania.