El rentable negocio de las tiendas de los museos
El año pasado la tienda del Museo Thyssen-Bornemisza facturó tres millones de euros, y la previsión para el presente ejercicio es seguir creciendo, según adelanta su directora, Ana Cela, por la vía del comercio online. En el Museo Guggenheim de Bilbao cerca del 10%_de los ingresos de la pinacoteca procede de la venta de tarjetas postales, lapiceros, camisetas y hasta unas vistosas tablas de skate, producto que se introdujo en la tienda el año pasado, a raíz de la exposición de Jean-Michel Basquiat. “Lo mantenemos porque tuvo un gran éxito de ventas, como también lo tiene todo aquello que lleva el nombre del museo”, explica Fernando Rámila, subdirector de la boutique, quien asegura que con la tienda pretenden transmitir la imagen de un museo en constante innovación, que apuesta por el diseño y la calidad de los productos.
Los datos referentes a las ventas del ejercicio de 2015 del Museo del Prado todavía no están disponibles, según adelanta Cristina Alovisetti, directora gerente de Museo del Prado Difusión, sociedad que se encarga de gestionar el diseño, producción y comercialización de los productos y publicaciones de la pinacoteca. Pero la facturación de 2014 superó los cinco millones de euros, con un crecimiento del 6% respecto al año anterior. El canon que fue a parar al Museo del Prado ascendió a dos millones de euros. “El ejercicio pasado ha experimentado un crecimiento significativo de dos cifras, como también lo han hecho los visitantes al museo, siendo este el mejor de los últimos ocho años”, señala Alovisetti.
Todos la colección de productos que se venden en las tiendas del Prado está diseñada y producida por el propio museo, con dos líneas: una, relacionada con la colección permanente y la otra, vinculada a las exposiciones temporales. “Nuestro objetivo es preservar y conservar la imagen de la institución y la de los cuadros”, señala la directora de esta división, quien también destaca la importancia que tiene el canal online, una vía en la que se despachan sobre todo impresiones digitales y publicaciones.
Y es el mercado de internet el camino que encuentran las pinacotecas para crecer con la venta de souvenirs. El próximo mes de mayo, el Museo Thyssen-Bornemisza, según adelanta la directora de la tienda, Ana Cela, inaugurará un nuevo portal online, con un mayor número de productos en el catálogo. Porque si algo caracteriza a la boutique de esta pinacoteca es la variedad en cuanto a objetos a la venta: desde joyas de Paloma Canivet o de Elisa Venegas, a platos de Duralex, pasando por fundas para cascos de moto, inspirados en la obra Composición suprematista, del ruso Ilya Chashnik, o floreros de cristal de la Granja de Paloma Cañizares... “Esto es como un centro comercial, que pretende que el visitante se lleve un recuerdo o un regalo excepcional”, explica Cela.
También en el Museo Guggenheim de Bilbao se centran sobre todo en la diversidad del catálogo, aunque lo primordial también es su interés por el diseño y por descubrir a jóvenes creadores. “Apostamos por la moda, por las tendencias, por dónde van los gustos, y así adaptamos el catálogo”, señala Fernando Rámila, el subdirector de la tienda, que cuenta con más de 3.000 títulos de libros en varios idiomas.
300.000 postales al año
Lo más vendido en los museos son las postales, los lapiceros y demás productos de papelería. En el Museo del Prado despachan al año más de 300.000 mil postales al año, y de la Guía oficial del museo se han editado, en 10 idiomas, 450.000 ejemplares. También la camiseta con el detalle del Caballero de la mano en el pecho, del Greco, es un bestseller.
En el Guggenheim de Bilbao, cuya tienda se abrió en 1997, al mismo tiempo que el museo, el ticket medio es de unos 20 euros, y el 60%_de los clientes son extranjeros. Entre lo más vendido, además de lapiceros, llaveros o marcapáginas, se encuentra una camiseta con el logotipo que hizo Frank Gehry. En el Thyssen Bornemisza, en el top ventas se encuentran las fundas de gafas.