El plan de salvamento de Abengoa: ‘soft landing’
El desenlace de la refinanciación de la compañía sevillana Abengoa parece próximo y, tras un periodo de más o menos desinformación, parece que se va clarificando cuál puede ser la solución que dé origen a la nueva andadura de la empresa
El resultado de la refinanciación afectará directamente a accionistas, bonistas, acreedores financieros y ordinarios, que han participado en la negociación, y otros, denominados stakeholders que, sin participación formal en las negociaciones, se verán directamente afectados por el resultado de la misma. Pensemos por ejemplo en organismos como el Fogasa, al que, sin duda, no le es indiferente un escenario de liquidación o de continuidad.
Según la información que ha trascendido, los bancos y actuales bonistas que acepten una quita y conviertan préstamos en capital tendrán una participación del 35% en la nueva sociedad. Los hedge funds que van a inyectar un nuevo préstamo de unos 1.500 millones de euros tendrán una participación del 55% en el capital, las entidades que aporten nuevos avales, un 5%, y a los actuales accionistas les quedará el 5%.
Es decir, se acuerda un esfuerzo compartido. La simetría o asimetría en la asunción de ese esfuerzo ha dependido de la capacidad de negociación bajo unas reglas que son las previstas en la Ley Concursal, según la redacción resultante de las últimas reformas. Entre las que cabe destacar la Ley 17/2014, de 30 de septiembre, por la que se adoptan medidas urgentes en materia de refinanciación y reestructuración de deuda empresarial.
Pues bien, tiempo habrá para opinar sobre si el reparto del esfuerzo propuesto será equitativo. En cualquier caso, si la reforma concursal ha permitido redimensionar una empresa excesivamente endeudada y ello, salvando el valor del negocio estratégico, puede considerarse un éxito.
En efecto, es un punto clave de cualquier proceso de reestructuración que la sociedad sepa concentrarse en aquellos negocios que aporten valor, es decir, su core business, y pueda desprenderse de aquellos activos no estratégicos que lastran su balance. Abengoa es una empresa muy reconocida a nivel internacional y es fundamental que pueda seguir desarrollando los proyectos que le aporten más valor.
La concreción de estos proyectos será la clave para apuntalar la viabilidad. Una empresa sólida fundamenta su argumentación en logros conseguidos y una empresa muy apalancada centra su discurso en promesas de futuro. El tiempo dirá si Abengoa es capaz de convertir en realidad sus proyectos y encargos.
En cualquier caso, era una condición necesaria que la compañía tuviera una correcta estructura financiera y para ello debía acompasar sus necesidades de tesorería a sus ingresos. En este sentido, el pasivo menos exigible del balance de una empresa es el capital y la opción que ha planteado la compañía ha sido convertir a sus bonistas y acreedores en capitalistas, es decir, implicarles en la ventura de su negocio. Con ello se logra revertir el efecto perverso del apalancamiento financiero que es la infracapitalización de la empresa. Si se alcanzan las adhesiones necesarias para el acuerdo, el preconcurso habrá logrado su objetivo primordial.
Pero quizá uno de los logros mayores del preconcurso es que ha posibilitado un soft landing, ya que durante cuatro meses se han digerido procesos que de otro modo, presentando directamente la solicitud de concurso, se habrían desarrollado en horas.
Este es el caso de la adecuación del valor de la acción. Desde que fueron conocidas las primeras noticias hasta la actualidad, si bien es cierto, con una merma muy importante y en ocasiones drástica del valor, los accionistas han tenido tiempo a reaccionar y no quedarse atrapados en una empresa en situación de concurso y con imposibilidad de liquidar sus posiciones durante un tiempo largo e incierto. Este fue el caso, por ejemplo, de Martinsa Fadesa o Renta Corporación, que vieron suspendida la cotización de sus títulos dejando, con ello, sin recurso de liquidez inmediata a miles de accionistas. Igualmente, los proveedores y otros agentes implicados han podido adoptar medidas para mitigar o adaptarse a la nueva situación.
En este caso, el éxito de la legislación concursal ha sido promover el acuerdo y quedará culminado si logra que la empresa finalmente no sea declarada en concurso.
Jordi Castells es socio de Insolnet Soluciones Concursales