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Columna
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Gestores de fondos en tierra hostil

Las empresas de gestión de activos están empezando a compartir en el dolor de sus homólogos del lado de las ventas. La industria de los fondos podría hacer frente a costes adicionales de hasta 7.000 millones de dólares (unos 6.300 millones de euros) –o un 3%– al año, según estima una nueva investigación de la consultora Oliver Wyman y el banco Morgan Stanley. El nuevo marco regulatorio engendrado por la crisis financiera de 2008 tuvo siempre la intención de transferir el riesgo de los bancos a los recolectores de activos. Ahora parece estar haciéndolo.

El retroceso constante de los bancos de los mercados es el principal culpable. Las multas por mala conducta, tan familiares para los jefes de bancos, también podrían ser pronto una pesadilla para las casas de fondos. Oliver Wyman y Morgan Stanley aseguran que el mercado subestima su impacto potencial. Un área de particular de preocupación es el hecho de que los fondos cotizados (ETF, por sus siglas en inglés) no hayan conseguido proporcionar una rentabilidad más próxima a su índice de referencia correspondiente.

Las multas por mala conducta también podrían ser pronto una pesadilla para las casas de fondos

Los tipos de interés negativos plantean un enigma más difícil. El nuevo tipo de depósito negativo del 0,4% del Banco Central Europeo hace que sea más costoso aparcar el efectivo, como muchos administradores de fondos necesitarían hacer. Una posible respuesta serían más fondos negociados en bolsa: puede que los administradores cobren honorarios por su promesa de una liquidez similar en efectivo. El problema es que los ETF también pueden introducir un mayor riesgo, ya que algunos incluyen un grado de abstracción de los activos subyacentes.

La buena noticia es que los gestores de activos están a salvo de algunas formas onerosas de regulación, ya que no aparentan conllevar la amenaza sistémica que los bancos de inversión sí parecen incluir. Estos últimos se enfrentan a una factura de hasta el 8% de sus costes. Pero todo apunta a que la gestión de fondos se seguirá complicando.

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