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Irlanda vota después del rescate

Faltaba la I de los PIGS. Después de (P)ortugal, (G)recia y E(s)paña, le toca el turno a Irlanda, que este 26 de febrero vota por primera vez desde el final del rescate de la troika (2011-2014). La isla puede terminar en un impasse político parecido al español.

En Grecia y Portugal, los votantes han castigado a los gobiernos responsables de los recortes impuestos desde 2010 y la izquierda gobierna con mayoría absoluta en el primer caso y con apoyos externos en el segundo.

En Irlanda, los sondeos también apuntan a una posible penalización de la coalición formada por Fine Gael (conservadores) y los Laboristas. Pero no hay que olvidar que la isla lleva un ritmo político y económico diferente al del resto de la periferia de la zona euro.

En Irlanda el castigo a los "responsables" del rescate ya se produjo en las anteriores elecciones (2011) y de manera brutal: Fianna Fáil (conservadores) perdió la supremacía disfrutada durante 80 años y pasó de 78 escaños a sólo 20.

El gobierno actual, liderado por Enda Kenny, reivindica el éxito de la recuperación económica y al igual que su correligionario español, Mariano Rajoy, lo presenta como su mejor aval ante los votantes. Pero los pronósticos apuntan a que el electorado irlandés está tan poco convencido de la fortaleza y la justicia de la recuperación como el español. O, al menos, no parece dispuesto a recompensar del todo a sus presuntos protagonistas. Las dudas son compartidas incluso por analistas como Philippe Legrain (here), asesor de la CE entre 2011 y 2014.

Bruselas teme que Irlanda, el estandarte de la troika, acabe en un tortuoso callejón político como España. En las elecciones de 2011 ya no hubo mayoría absoluta, pero conservadores (de FG) y laboristas negociaron rápidamente una coalición y en 12 días se formó el nuevo Gobierno.

Este año, el resultado se anticipa más incierto con posibilidades de coaliciones hacia la izquierda o hacia la derecha, según los sondeos. El eje, como en P, G y S, girará en torno a la austeridad. Y la zona euro sospecha que, una vez más, podría decantarse hacia un frente anti-troika que ponga en cuestión las recetas de Bruselas.

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