Moltó y compañía, modelo a rechazar
El fiasco de Caja Castilla-La Mancha (CCM) fue el primero de la larga retahíla que desembocó en una durísima reconversión del sector financiero, en la práctica desaparición de las cajas como entidades activas y, en fin, en un multimillonario rescate del sector que los intereses políticos confunden, a menudo e intencionadamente, con el rescate del país. No iba desencaminada la intervención de la caja de la que se hizo entonces cargo Cajastur, y que requirió de una ayuda de nada menos que 9.000 millones de euros. Ahora, siete años después, la Audiencia Nacional ha condenado a dos años de cárcel a su expresidente, el diputado socialista Juan Pedro Hernández-Moltó, y a su exdirector general Ildefonso Ortega por un delito societario de falsedad contable y tras acreditar que “alteraron la cuenta de resultados para que reflejara unos beneficios inexistentes (...) y que este falseamiento era un medio idóneo para causar un perjuicio económico a cualquier tercero que se relacionara”. La sentencia da fe además de la “muy notable deficiencia en materia de control interno con especial incidencia en la actuación inversora de CCM”. Un buen momento para recordar que el rescate bancario se circunscribió en su práctica totalidad sobre cajas, no sobre bancos, y que estas estaban plagadas de representantes políticos tan alejados de la profesionalidad como, y a la vista está, en muchos casos de la honestidad.