“En España son expertos en cambiar las reglas de juego”
El organizador del Salón Mi Empresa destaca el interés del capital riesgo por las 'startups' españolas. Sin embargo, advierte que el actual clima de inseguridad política aleja a los inversores.
Licenciado en Business Administration por la European Business School, emprendedor y experto en finanzas corporativas, ha trabajado en firmas de capital riesgo, startups y consultoras, como IPEN, Campbell Lutyens, Minerva Capital o Businessangels.com.
Sébastien Chartier, de 40 años, es hoy el consejero delegado de Creaventure, una firma dedicada a la organización de eventos, y responsable de uno de los encuentros empresariales de referencia en España, el Salón Mi Empresa, que empezó el día 16 y culminó el 17 de febrero con la participación de más de 300 expertos y unos 15.000 visitantes previstos.
En este punto de encuentro anual, los emprendedores, autónomos, pymes y grandes directivos pueden conocer desde cómo desarrollar una idea de negocio e impulsar su crecimiento hasta cómo afrontar una futura venta o muerte de la compañía. La entrevista se celebró tres días antes de la cita en el despacho de Chartier en el centro de Madrid.
Hay temores por la crisis política y económica global, ¿cómo afecta a las empresas y a la inversión?
“Hay que cambiar la cultura del pelotazo”
Afecta muchísimo que estemos ahora mismo en un país sin Gobierno, pero tener uno nos perjudica mucho también, porque en España somos expertos en cambiar las leyes cada seis meses, con lo cual es muy complicado para el empresario tener unas reglas de juego seguras. Esto asusta mucho a los inversores. Pasó, por ejemplo, con las energías renovables. Entonces, este tipo de políticas ponen en duda la seriedad de un país. El de hoy en día es un entorno muy complejo para un empresario, que ya había sufrido una recesión de cinco o seis años y que pensaba que se había superado.
¿Este entorno de incertidumbre perjudica también a la internacionalización?
Actualmente, todo está peor, porque hay sombras de crisis mundial y los inversores están a la expectativa de qué va a pasar. En el caso de España, es aún más grave porque no tenemos Gobierno desde hace dos meses. No hay nada peor para los inversores que este clima de inseguridad. Al final, el dinero es miedoso.
En la prensa se ha publicado que en enero se redujo la inversión en startups, ¿qué opina?
Eso es relativo. El capital riesgo alcanzó récord el año pasado en España y fue realmente el primer año en el cual vimos tantos fondos extranjeros (anglosajones y americanos) entrar en startups españolas. Esto ha sido un hito que demuestra, entrecomillas, la madurez que ha alcanzado el mundo de capital riesgo en España y el interés despertado en estos inversores.
¿Cuál es el valor aproximado de estas inversiones?
Hablamos de casi 400 millones de euros que se han invertido en compañías en fases iniciales, en las primeras rondas de startups tecnológicas, de los cuales, casi la mitad venía de fondos internacionales. Empresas como Wallapop, Letgo, etc., son ejemplos y están destacando. Es cierto que en los meses de diciembre y enero se ha reducido un poco, pero sucede en todo el mundo. Hay que ver los datos macro sobre un año; el hecho de que se reduzca en un mes, no significa que sea generalizado. Sigue habiendo un apetito inversor muy fuerte en startups españolas y, actualmente, hay grandes compañías, tipo Jobandtalent o Ticketbits, que están preparando otra ronda de financiación para crecer y donde entrará capital extranjero.
¿Cómo ve la evolución del sector en España y qué se puede hacer para alcanzar volúmenes como los de Reino Unido o Estados Unidos?
El sector ha crecido mucho en los últimos años. Ha habido tres fases: un boom tecnológico y una burbuja entre 1998 y 2002, después se cayó bastante y sobrevivieron muy pocas, y en los últimos cuatro o cinco años ha vuelto a ver un incremento. Están cada vez más preparadas, son más ambiciosas y cuentan con un respaldo financiero muchísimo más importante. Contamos ya con algunos players que pueden convertirse en los futuros líderes de este mundo. Y en España tenemos dos o tres compañías que están a punto de convertirse en los famosos unicornios, compañías que pueden llegar a valer más de 1.000 millones de dólares, como Wallapop y Jobandtalent. Hay más startups que nunca, cada vez más competitivas y ambiciosas. Tenemos en España compañías que han pasado de tener cinco o diez empleados a más de 100 o 150 en cuatro años. Un buen ejemplo es Tiendeo, que se montó hace cinco años, se financió en el primer Salón Mi Empresa de 2010, y hoy tiene casi 150 empleados, está en más de 20 países y ha hecho cuatro rondas de negoción.
Entonces, ¿cuáles con los retos?
Tenemos que cambiar algunas barreras a nivel fiscal y legal. Por ejemplo, en España no tenemos una política de stock options (opción de acciones), es decir, en vez de pagarle a un empleado 2.000 euros al mes, darle la mitad y lo demás en acciones de la compañía. Esto impide retener el talento, porque no puedes permitirte pagar sueldos altos. Nos hace falta atraer talento extranjero, montar una compañía más por vocación que por necesidad; cambiar la cultura del pelotazo, las compañías se montan y tardan mucho más de lo que pensamos en llegar al éxito. El problema es que mucha gente piensa llegar al tejado antes de poner la base. Le pasa a muchas startups, que están buscando financiación en vez de buscar clientes. Crear una compañía implica mucho trabajo, mucha gente detrás y se tarda en alcanzar al éxito. Hay que comunicar casos más reales y accesibles, porque algunos proyectos que se han vendido como éxito en los últimos años no han logrado perdurar a lo largo del tiempo, como el fraude de Gowex o eDreams, que al año de salir en Bolsa no valía ni el 10% de su valor inicial.
¿Cree superado el problema del crédito en las pymes?
Después de cinco años de sequía total, el acceso al crédito bancario a las pymes se reabrió hace casi ocho o diez meses. Ahora es más fácil que nunca levantar financiación. Por otra parte, durante la crisis el empresario ha tenido que buscar otras soluciones y ha crecido muchísimo la financiación alternativa, hablamos del sector fintech (empresa financiera con base tecnológica), donde ha habido un montón de compañías de crowdlending y crowdfunding que han ganado huecos en el mercado; se ha multiplicado la figura del business angels, nunca habíamos tenido tanta inversión privada. Cada vez hay más empresarios, gente con dinero, que están apostando por startups tecnológicas o no. La figura del préstamo participativo a través de organismos como Enisa también ha crecido muchísimo. Hoy en día, el empresario tiene un abanico de posibilidades a la hora de financiar su compañía.
¿Cuál será el aporte del sector fintech?
Su ventaja es que tiene mucho menos estructura, con lo cual sus gastos operativos son mucho más baratos y las comisiones al consumidor final, las pymes, son menores que las del banco. Si el tipo de una entidad financiera es del 7% u 8%, en una fintech está en torno al 5%. Algunas piden menos garantías, pero a nivel de crowdfunding y crowdlending hay mucho más actividad. En el sector bancario también están muy activos y están apostando por soluciones de pago para móviles, como es el caso de BBVA, Santander e ING. Es un sector enorme.
¿Qué pueden aportar las pequeñas a las grandes?
“Mucha gente emprende más por necesidad que por vocación cuando debe ser lo contrario”
Estamos en la cuerda floja. Por un lado, algunas están haciendo daño a las grandes, quitándoles cuota de mercado. Por el otro, son aliados potenciales. Lo que pasará es que un banco acabará comprando muchas compañías de fintech, porque una startup, por definición, es mucho más ágil, flexible e innovadora a nivel tecnológico. Entonces, para ellos es mucho más fácil desde una startup liderar un proceso de cambio que desde el mismo banco, que puede tardar más.
Los emprendedores han reclamado un marco regulatorio adaptado a su naturaleza, ¿qué se necesita?
Es complicado responder a esta cuestión. Me pregunto: por qué incentivar a un sector y a otro no. Desde mi punto de vista, es mejor que las reglas de juego sean las mismas para todos; las fijemos y no las cambiemos, porque nos perjudica más que el Gobierno las cambie cada dos por tres. En todo caso, debería ser para todas las pymes, ajustar un poco los beneficios, porque estamos competiendo a nivel europeo con muchos otros países y no es normal que una compañía pague menos fuera. Y España me vuelve loco, no es un país sino 17 países. No es normal que me cueste menos o más según si estoy en Cataluña, Madrid o en el País Vasco. Hay que armonizar la política fiscal en ese sentido.
¿Y en cuanto a la cuota de autónomos?
Algunos se quejan de que es alta. Sí, la debemos bajar, pero a todos. ¿Qué pasa con las personas de 40 años que llevan 20 trabajando o con las de 50 años? ¿Por qué no se incentiva a este colectivo? En España, o eres mujer, extranjero o de menos de 30 años, si no, no tienes nada. No es normal. En fiscalidad, hay que ser coherentes.Por ejemplo, en los últimos años nos hemos preocupado mucho por ayudar en la fase inicial de creación de empresas, pero no hemos hecho nada para ayudar a la supervivencia de las pymes, cuando nos hemos cargado más de 200.000 durante la crisis. Y esto sí que es muy grave, porque eran empresas con cinco o diez empleados que con un poco de ayuda habrían aguantado.
¿Por qué sucede?
Todos los esfuerzos están centrados en la parte de creación, y después, búscate la vida, cuando debemos hacer esfuerzos para ayudarles a superar los siguientes dos o tres años, que son los más complicados. Montar una compañía es fácil, lo difícil es conseguir clientes, avanzar y crecer. Hay pocas ayudas a temas de mentoring, formación, networking, captación de clientes y creación de sinergias. Esto es lo que hay que desarrollar y empujar entre todos.
El emprendimiento es hoy una opción al paro.
Es que se ha planteado la cultura de emprender de forma errónea, empujando a muchísima gente que no tenía ni la formación, ni la preparación necesaria, entrecomillas, para emprender. Entonces, mucha gente se ha puesto a emprender más por necesidad que por vocación. Conozco a muchos que se han arruinado de por vida por eso. Lo han intentado y no le ha salido bien y han dejado de pagar a la Seguridad Social, las cuotas de IVA… Esas deudas quedan de por vida.
Uno de los reclamos de los emprendedores es revisar la Ley de Segunda Oportunidad…
La Ley de Segunda Oportunidad, aprobada hace muy poco, se ha quedado corta en ese sentido. Aunque aquí ha habido también muchos abusos. Tampoco se puede transmitir la idea de que no tendrás responsabilidades si fracasas, hay que saber decir no en el momento adecuado. Emprender es mucho más duro de lo que creemos todos y no se puede ver como una alternativa al paro.
¿España puede convertirse en un Silicon Valley?
Creo que no y es un error hacerlo. Silicon Valley es un sistema único, pero que se ha duplicado en muchas otras zonas del mundo, como Israel, Londres, Berlín… Cada país y región tiene que formar su propio ecosistema. Silicon Valley es uno de los modelos, puede servir como fuente de inspiración, pero nunca podemos pretender replicarlo. En España hay talento, aunque falta I+D+i y una política favorable para motivarlo. Fallamos porque no hay una voluntad por parte del Gobierno de unificar posturas y avanzar en este sentido, y pasa que cada uno crea su propio ecosistema.
¿Cuáles son las perspectivas futuras del sector?
Estamos volviendo a cifras precrisis cuando se creaban entre 100.000 y 120.000 compañías. Las startups y las pymes, en general, están aportando muchísimo a la economía. Hay que ayudarles a crecer para que se consoliden y sean solventes. Una startup crea muy poco empleo, su dinamismo está en la innovación. Las que sí lo hacen son las tradicionales de toda la vida. Por eso me gusta hablar del tejido empresarial en su conjunto.
¿Qué modelos de negocio marcarán tendencia?
Hay mucho interés en los sectores de fintech, biotech y economía colaborativa.
¿Qué recomendaciones daría a emprendedores, pymes y autónomos?
Pensar a lo grande e intentar ser ambicioso desde el principio. La clave del éxito se resume en tres palabras: trabajo, trabajo y trabajo. En el caso de las pymes, saber parar a tiempo, que es una cosa que nos cuesta, tomar decisiones a tiempo antes de que fracase el proyecto y te arruines de por vida; no pasa nada por cerrar una empresa. El problema en España es que el 90% de las compañías que van al concurso de acreedores llegan tarde y se mueren en el proceso. Si lo haces antes puedes negociar y evitar el efecto dominó, que perjudica no solo a la empresa sino a decenas de proveedores que son pymes.