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Preocupación ante las recientes noticias financieras

¿Estamos ante un escenario similar a la quiebra de Lehman Brothers?

crisis finanzas

Las recientes noticias financieras preocupan a mucha gente, creando un pánico que se puede monitorizar y dar valor: hay encuestas de sentimiento del inversor, del consumidor, del empresario y se observa en la volatilidad de los mercados. Una de las más utilizadas es el "Sentimiento del Inversor Minorista" que elabora semanalmente la "American Association of Individual Investors"; pues bien, pocas veces (ofrecen datos desde 1987) ha habido gente tan poco optimista como en la última publicación de 11 de febrero (el 19,24% de los encuestados son optimistas respecto a las bolsas). Curiosamente siempre que se han dado datos por debajo del 20%, con una excepción, posteriormente ha habido subidas bursátiles muy fuertes.

Esto se explica por la "Ley del sentimiento contrario": cuando en el ambiente circula mucho pesimismo, es debido a que se ha querido transmitir; el inversor informado ya ha vendido y, después, hace público su sentir pesimista (no antes). Así que solo queda que el miedo instaurado en los pequeños inversores haga caer más los mercados, momento en el cual los "contagiadores" tienen liquidez suficiente para volver a entrar.

La excepción comentada se dio a principios de 2008, año de la quiebra de Lehman Brothers, cuando, también bajó de ese 20%, pero con significativas diferencias: durante ese año se dieron picos de optimismo en los que se superó varias veces la cota del 50% de alcistas, niveles no vemos en estos momentos desde enero de 2015 coincidiendo con subidas fuertes de los mercados.

Parece baladí apoyarse simplemente en datos de sentimiento, pero son importantes si van acompañados de noticias más mediáticas que son realmente capaces de provocar un crash:

La desaceleración y el cambio de modelo productivo en el gigante asiático están más que previstos por las diferentes casas de análisis; las estimaciones llevan ya años sin rebajarse, y lo que es más importante, acertando e incluso quedándose corto.

Parece el cuento de nunca acabar; finalmente aunque se produzca un Grexit (salida de la zona euro) no parece que sea una causa para una crisis mundial, por el peso del país heleno en la economía global y porque además un impago de deuda no afectaría a empresas ni siquiera a países ya, que los principales acreedores son organismos supranacionales (la famosa "Troika").

Una caída de precios provocada por una reducción de la demanda sí implicaría una posible ralentización económica; sin embargo, se ha producido por un exceso de oferta por intereses de productores como Arabia Saudí, Estados Unidos y por el levantamiento de sanciones a Irán. Puede incluso ser positiva al provocar más consumo (más renta disponible de las familias) y menos costes empresariales entre los países importadores (la inmensa mayoría del mundo).

Es cierto que el sistema financiero no está tan saneado como nos quieren hacer pensar (de nuevo sale a la luz el sentimiento que se ha inyectado a la población): los altos niveles de deuda, los bajos márgenes por los tipos a cero con que vivimos, la todavía alta morosidad y las causas pendientes que tienen en la justicia hacen que, a pesar de los multimillonarios rescates y fusiones que han la rebajado la competencia, se demuestre que todavía hay cierta debilidad.

Sin embargo no es ninguna novedad, en enero de 2015 el Santander tuvo que realizar una ampliación de 7.500 millones de euros, en marzo Deutsche Bank, exponente del actual miedo y Santander no pasaron los test de stress de la FED (equivalente del Banco Central Europeo en Estados Unidos), en octubre el banco alemán ya anunció pérdidas millonarios y el cierre del negocio en 10 países.

Pues bien, mientras que el pánico se ha apoderado de los inversores, Ana Patricia Botín, presidenta del Santander, ha comprado 300.000 acciones del banco; es importante recordar que en 2007, en plena euforia y poco antes de la explosión de la burbuja inmobiliaria, el banco entonces presidido por su padre vendió sus oficinas y pasó a ser inquilino de las mismas. Situaciones similares se observan en varias empresas con aumento de compras de "insiders" (accionistas de referencia).

Deutsche Bank también ha demostrado cierto potencial, además de asegurar que no tendrá problemas para afrontar los próximos vencimientos de deuda, está estudiando una recompra multimillonaria adelantada de bonos, mostrando así su solvencia.

A pesar de estos argumentos tranquilizadores, es cierto que en otro momento podemos vivir una crisis económica muy profunda, incluso más que la anterior, debido a que la recuperación que estamos viviendo se está basando en deuda tanto pública como privada apoyada especialmente en movimientos de los Bancos Centrales; dicho de otra forma estamos saliendo de una crisis de deuda con más deuda (por ejemplo España ha incrementado en un 176% su deuda pública desde 2007).

Sin embargo, todavía podemos vivir tiempos de bonanza tras este pánico, aunque sea artificial. La burbuja de deuda puede tardar en hacer daño, cuando se produzcan condiciones que no se dan en la actualidad. Vivimos un crecimiento económico consistente, tanto países como empresas están mejorando (precisamente estamos en plena época de presentación de resultados trimestrales y hay mayoría de sorpresas positivas), los niveles de consumo son elevados como demuestra que la venta de automóviles esté en niveles record y los tipos de interés están bajos por los que los pagos son relativamente fáciles de cubrir.

Otra cosa será cuando se ralentice la economía, los intereses sean más altos y los estados, absolutamente enganchados a la liquidez que ofrece la deuda y empiecen los problemas, no solo para refinanciar sino para ampliar su elevadísima deuda; este relativamente lejano futuro marcará el inicio del pánico, pese a que los niveles de euforia seguramente estarán altos, como tantas veces ocurre.

No, no estamos ante una situación Lehman Brothers; pero seguimos deteriorando los pilares de la economía que podría derrumbarse en un futuro no tan lejano.

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