Previsiones económicas (mal)intencionadas
La Comisión Europea ha convertido sus previsiones económicas en un instrumento de presión política y no duda en jugar con datos y pronósticos para intentar imponer sus recetas económicas. Un juego no siempre limpio.
El ejemplo más reciente es la súbita inquietud de la Comisión por la "tardanza" de España en formar gobierno tras las elecciones del 20 de diciembre. En sus últimas previsiones (4 de febrero), el departamento de Asuntos Económicos de la CE llega a calificar esa demora como el principal riesgo de la economía española, a pesar de que al cierre del documento (22 de enero) sólo habían transcurrido cuatro semanas desde las elecciones y de que en España (en 1996) y en la mayoría de las países hay precedentes de plazos más largos.
Bélgica lo sabe mejor que nadie, porque en 2010-2011, en plena vorágine de la crisis de la zona euro, batió el récord mundial de tardanza en formar gobierno, con 541 días, es decir, más de año y medio. ¿Qué dijo entonces la CE?
Un repaso de las previsiones muestra que la CE ni se inmutó. En las de finales de 2010 ni siquiera menciona la ausencia de Gobierno. En primavera del año siguiente, se refiere al vacío de poder incluso en tono positivo porque la falta de un Presupuesto ha congelado el gasto. Y en otoño de 2011, cuando ya hasta el rey de Bélgica había perdido la paciencia, la CE mantenía su indiferencia a pesar de que la evolución de los datos era preocupante. El déficit público se desbocó y en 2012 Bélgica incumplió con creces sus compromisos con la UE (4,2% frente al 2,8% pactado) y la deuda pública rebasaría poco después la barrera del 100%.
No sólo errores
A menudo se critican los augurios de la CE por sus flagrantes errores, pero en ese terreno no se diferencian mucho del ejercicio de otras instituciones públicas o privadas.
Los "errores" de Bruselas, sin embargo, tienen un peligro añadido que a veces pasa desapercibido: los datos de la CE, fiables o no son, son la base para exigir a un país que recorte pensiones, restrinja el gasto o revise la ejecución presupuestaria. El problema es que los recortes son reales aunque meses después se compruebe que los argumentos y datos en que se basaron eran ficticios.
De ahí que las desviaciones de los datos en un sentido u otro no se deban tanto a la falta de pericia de los eurócratas como a la intencionada voluntad de respaldar sus recetas económicas con un análisis aparentemente neutral de la coyuntura política y económica de cada país. Tampoco esperen encontrar ninguna referencia al que, según muchos economistas, es el principal riesgo de la zona euro: la política económica de la CE.
La plusmarca de esta manipulación se encuentra, probablemente, en las previsiones sobre Grecia. La Comisión Europea ha ido variando sus pronósticos en función de las relaciones que mantenía con Atenas y las cifras de déficit o crecimiento dan saltos arriaba y abajo sin guardar siquiera las apariencias de un mínimo viso de realidad.
A finales de 2014, la CE pinta un panorama casi idílico para la economía griega, con crecimientos de casi el 3% a la vuelta de nochevieja y el equilibrio presupuestario para un año después.
Nada que ver con lo que ocurría sobre el terreno, pero Bruselas intentaba apoyar al gobierno de Samaras (de conservadores y socialistas) ante la inminencia de unas elecciones. La propia Comisión ha reconocido después que durante 2014, con Samaras en el poder, descarrilaron las cuentas y se frenaron las reformas, aunque Bruselas se cuidó mucho de reflejarlo en sus vaticinios.
Pero Syriza se impuso en las elecciones de enero de 2015 y las previsiones económicas de la CE, cual sismógrafo preciso, registraron el malestar de Bruselas. En primavera de 2015, en pleno choque entre Atenas y el Eurogrupo, la CE revisó drásticamente a la baja su pronóstico de crecimiento y dejó de soñar con el superávit fiscal para reconocer que continuaban los números rojos.
Parece lógico pensar que el deterioro de las previsiones reflejara la situación sobre el terreno griego. Pero hete aquí que en las previsiones de la semana pasada la CE vuelven a pintar retroactivamente un panorama color de rosas. Y Bruselas asegura sin rubor que "en los primeros nueve meses de 2015, la economía griega demostró su resistencia".
Hasta el corralito, según la CE, fue positivo porque animó al consumo privado. Los resultados del sector turístico también fueron extraordinarios. Y para la CE, incluso la caída de las importaciones es un signo positivo, aunque es raro el economista que no lo achaca al parón de la economía griega y a la caída de su poder adquisitivo.
Por supuesto, las optimistas previsiones de este año sobre Grecia están tan trucadas como las pesimistas del año pasado. Pero el Eurogrupo no quiere por ahora nuevos jaleos con Atenas y Bruselas pone sus cifras al servicio de ese objetivo.
Un juego sucio del que el lector debe ser consciente cuando lea las próximas advertencias o previsiones de la CE, tanto si son apocalípticas como si auguran el pleno empleo.