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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un mercado para corredores

La paciencia y la resistencia de un corredor de fondo son dos virtudes claves para afrontar como inversor el año que acaba de comenzar. Un 2016 que se ha iniciado con caídas importantes –entre un 8% y un 13%– en las principales Bolsas del mundo y con un panorama de volatilidad que ha obligado a reconsiderar las estrategias de inversión en los mercados. Pese a ello, la opinión general de los analistas es que el ejercicio se presenta difícil, pero ni mucho menos perdido, y que en la evolución de los parqués hay una cierta dosis de sobrerreacción que irá diluyéndose poco a poco. El diagnóstico sigue siendo positivo en renta variable, donde es posible encontrar oportunidades interesantes de inversión pese a la marejada que están viviendo los grandes índices bursátiles.

La fuerte oleada de ventas que ha recorrido los parqués ha modificado las valoraciones y ha abierto un escenario en el que una buena gestión de riesgos, un enfoque a largo plazo y grandes dosis de flexibilidad serán claves para sacar partido a la inversión. La mayoría de los analistas se decantan por Europa antes que por Estados Unidos y, dentro de la Bolsa española, el consejo es apostar por compañías con una buena y estable rentabilidad por dividendo, empresas cíclicas vinculadas al consumo y la demanda interna y también por aquellas que se beneficien de la caída de precios que están experimentando las materias primas. En el otro extremo, no es momento de elegir valores con una elevada exposición a los países emergentes, dado las turbulencias que agitan esas economías. Entre la lista de valores que pueden ser una opción interesante para invertir, los expertos destacan IAG, Ferrovial, Aena, Iberdrola, Gas Natural, Mapfre, Europac, Telefónica, Indra, Acerinox, Técnicas Reunidas, Santander, Bankinter, Mediaset y Atresmedia, Merlin Propierties y Dia. Y también títulos europeos, entre los que sugieren Volkswagen, Vestas, Airbus o Deutsche Telekom.

Como buena parte de los vientos que agitan los mercados son coyunturales, es probable que tras un inicio de año de infarto veamos un panorama poco a poco más estable, guiado por los fundamentales y sostenido por los resultados empresariales. De momento, el mes de enero no ha sido una balsa de aceite para la mayor parte de los mercados de renta variable. La delicada situación que vive la economía de China, una máquina gigantesca inmersa en un cambio de modelo, ha sido un fuerte factor de inestabilidad. También la caída de precios del crudo, que se inició en 2014, ha contribuido a aumentar la volatilidad, aunque los rumores sobre la cercanía de un acuerdo entre los países productores han neutralizado las bajadas e impulsado la cotización del Brent más de un 20%, lo que ha permitido mejorar el cierre del mes en los selectivos de todo el mundo. El respaldo de la política del Banco Central Europeo (BCE), con un Mario Draghi que ha anunciado abiertamente que no hay límites en la política monetaria expansiva, ha servido también para templar las turbulencias. En el caso del Ibex, la combinación del repunte del petróleo y el espaldarazo de Fráncfort ha permitido limitar las pérdidas de enero a un 7,6%.

Si la coyuntura externa es complicada, en España hay que sumar una panorama político que mantiene los interrogantes y amenaza con convertirse –si la situación se prolonga– en un serio lastre tanto para los mercados como para la inversión productiva. La indefinición del mapa político ha generado ya pronunciamientos internacionales, como es el caso del Fondo Monetario Internacional (FMI) o la Comisión Europea, que ha expresado su deseo de que España cuente con un Gobierno estable cuanto antes. También las organizaciones empresariales y el sector financiero han urgido a las fuerzas políticas un esfuerzo para despejar la incógnita de la gobernabilidad. La inversión es un bien especialmente sensible al riesgo político, todavía más en un país que ha dejado atrás la crisis económica más dura de su historia reciente. España ha iniciado una senda de crecimiento con grandes dosis de esfuerzo, sacrificio y reformas estructurales. Un camino acertado, pero que todavía resta completar y consolidar.

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