El año en que la Bolsa se abstrajo de la economía
El año concluido cierra también un pequeño ciclo alcista del mercado bursátil en España. El más cualificado índice del mercado español habrá perdido más de un 6% desde el primero de enero, y lo hace, contrariamente a su comportamiento tradicional, con un sólido desempeño de la economía, que habrá registrado un crecimiento superior al 3%. La naturaleza particular del Ibex 35, tanto su fuerte presencia en el exterior como el peso de sus valores bancarios, ha condicionado la evolución del índice sintético y lo ha desviado de la marcha de la economía del país. De hecho, mientras el Ibex ha descendido, han subido algunos de los índices selectivos, como el que agrupa a las medianas compañías (Ibex Medium Cap, que lo ha hecho en más de un 12%) y a las pequeñas (Ibex Small Cap, con avance del 5%), precisamente aquellas que están más relacionadas con el ciclo económico nacional. Por tanto, puede llegar a decirse que el Ibex ha descendido y que la Bolsa ha subido, por mucho protagonismo que quiera imprimirse al indicador de las grandes empresas para determinar el desempeño del mercado bursátil.
Desde tal punto de vista, el desapego del parqué con la economía es limitado, aunque en los últimos meses, en el tramo final de 2015, determinadas circunstancias ajenas a la marcha misma de la actividad económica han condicionado el comportamiento de las cotizaciones. El riesgo de que partidos populistas y de izquierda radical pudiesen lograr posiciones políticas de fuerza en las elecciones, algo que flotaba en el ambiente desde los comicios municipales y autonómicos y que ha terminado ocurriendo, así como la deriva soberanista emprendida en Cataluña por partidos que tradicionalmente han gobernado en la región, han retraído los ánimos de los inversores. Si el índice selectivo español se ha desacoplado de los principales países europeos como consecuencia de tener un sistema productivo menos manufacturero, que ha sido el gran beneficiado de la depreciación que ha provocado en el euro la política superexpansiva del BCE, lo ha hecho con más intensidad en los últimos meses por los componentes puramente nacionales que han afectado al mercado.
Pero sea como fuere, entre los condicionantes autóctonos citados, la idiosincracia productiva de la economía, los problemas de construcción europea surgidos con la crisis griega, el desplome del petróleo y el resto de materias primas y la fuerte presencia de compañías cotizadas españolas en países emergentes como Brasil, 2015 no ha sido un buen año para la Bolsa. Aunque ha habido un puñado de valores con unos desempeños espectaculares, algunos de ellos debutantes en el mercado, no ha habido ni uno solo de los analistas que hicieron sus pronósticos a principios de año que lo haya clavado, puesto que todos ellos apostaban por avances, en muchos casos de dos dígitos, al considerar que el activismo del BCE sería combustible suficiente como para ahuyentar el resto de los asuntos críticos. Han atinado más respecto al comportamiento de la deuda, que ha seguido su camino, acercando el tipo del bono a diez años con el de las emisiones alemanas al mismo plazo, si bien es cierto que a fin de año ha vuelto un repunte notable en los tipos por los riesgos internos y por el empuje que necesariamente ha imprimido el aumento de las tasas de interés en EE UU.
Qué ocurra en 2016 es también una incógnita, porque por muchas certezas que existan las incertidumbres siempre pueden ser superiores, tanto en número como en influencia. Aun así, todo el mundo sabe ya que los tipos de interés en EE UU han comenzado a subir y que lo harán de forma paulatina hasta finalizar el año que empieza; sabe que el petróleo no tiene visos de ceder en su calculado desplome, y sabe que el BCE mantendrá abierta la manguera de la liquidez hasta bien entrado 2017 y por cantidades nada despreciables. Pero hay unas cuantas cosas que desconoce que deberían aclararse cuanto antes. Fundamentalmente, la gobernabilidad de España tras unas elecciones en las que aritméticamente se ha producido un empate entre bloques de izquierda y derecha, y en las que el principal mensaje del electorado ha sido gobierno con diálogo. Sin él, la economía no podrá seguir su rumbo alcista eternamente, y su reflejo en la Bolsa intensificará el diferencial negativo aflorado en los últimos meses.