Felipe VI hace una defensa cerrada de la unidad de España
Entendimiento, convivencia y diálogo. Estas tres ideas permearon el segundo discurso de Navidad del rey Felipe VI, en el que el monarca envió al conjunto de la sociedad un mensaje de “serenidad, tranquilidad y confianza en la unidad y continuidad de España” y advirtió, en una implícita referencia al encaje de Cataluña, de que “la imposición de un proyecto de unos sobre la voluntad de los demás españoles, solo nos ha conducido a la decadencia”.
El Rey, que apareció en el Salón del Trono del Palacio Real, empezó su alocución haciendo hincapié en la historia de España que, aseveró, se debe conocer y recordar, porque ayuda a entender el presente y orientar el futuro, además de permitir “apreciar mejor aciertos y errores”. En este sentido, manifestó la necesidad de los españoles de reconocerse en todo lo que les une: “Es necesario poner en valor lo que hemos construido juntos a lo largo de los años con muchos y grandes sacrificios”, aseguró.
El monarca se refirió a su discurso de proclamación, en el que manifestó que “en la España constitucional caben todos los sentimientos y sensibilidades, las distintas formas de sentirse español”. España es una gran nación y también una gran cultura, enriquecida por el idioma común, junto a las demás lenguas, “que también explican nuestra identidad”, recalcó.
Si bien no aludió explícitamente al intento de proceso soberanista abierto en Cataluña, el Rey quiso “reiterar un mensaje de serenidad, de tranquilidad y confianza en la unidad y continuidad de España; un mensaje de seguridad en la primacía y defensa de nuestra Constitución”. De esta forma, destacó que España es “un Estado que reconoce nuestra diversidad en el autogobierno de nuestras nacionalidades y regiones; y que tiene en el respeto a la voluntad democrática de todos los españoles, expresada a través de la Ley, el fundamento de nuestra vida en libertad”.
Solo compartiendo estos valores se hará honor a la historia, en palabras del monarca, y se fortalecerá la “cohesión nacional” como elemento “imprescindible para impulsar el progreso político, cívico y moral”. Así, avisó de que “la ruptura de la Ley, la imposición de una idea o de un proyecto de unos sobre la voluntad de los demás españoles, solo nos ha conducido a la decadencia, al empobrecimiento y al aislamiento”. Subrayó que fue “un error” que no se debe “volver a cometer”. “Respetar nuestro orden constitucional es también defender nuestra diversidad cultural y territorial”, añadió.
El Rey no renunció a enviar un mensaje indirecto a las fuerzas políticas tras los comicios celebrados el 20 de diciembre. “La pluralidad política, expresada en las urnas, aporta sin duda sensibilidades, visiones y perspectivas diferentes; y conlleva una forma de ejercer la política basada en el diálogo, la concertación y el compromiso, con la finalidad de tomar las mejores decisiones que resuelvan los problemas de los ciudadanos”, aseguró.
Reconoció que la nueva legislatura requerirá que se junten esfuerzos para “adecuar el progreso político a la realidad de la sociedad española de hoy”, para que las instituciones “sean sensibles con las demandas de rigor, rectitud e integridad que exigen los ciudadanos”.
Ya en la segunda parte de su discurso, el Jefe del Estado destacó “la mejora de la economía” como “una prioridad”. “Todos deseamos un crecimiento económico sostenido”, dijo, y enumeró los objetivos de este desarrollo: la creación de empleo, el fortalecimiento de los servicios públicos esenciales y la reducción de las desigualdades, “acentuadas por la dureza de la crisis económica”.
Señaló otros dos desafíos a los que España debe hacer frente en estos tiempos: Europa (“todos hemos sentido la indignación ante los terribles crímenes de París” y “nos hemos conmovido ante el drama de los refugiados”) y la lucha contra el cambio climático. Ante estos retos, subrayó el monarca, “es necesario que la voz de España se haga oír en la Unión Europea y en las instituciones internacionales”.
El Rey terminó con una invocación a todos los españoles: “Debemos desterrar los enfrentamientos y los rencores; y sustituir el egoísmo por la generosidad, el pesimismo por la esperanza, el desamparo por la solidaridad”. Antes de despedirse con las felicitaciones en los idiomas cooficiales –tal como hizo el año pasado– recordó que hay que “seguir caminando con voluntad de entendimiento y espíritu de unión”.