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Grecia y la crisis de los refugiados marcan el año más difícil

2015 o el momento en que se rompió la Unión Europea

La Unión Europea está muy acostumbrada a vivir en una crisis de identidad permanente, pero parece claro que 2015 pasará a la historia como el año en que saltaron los goznes del club. En los últimos doce meses se han vivido escenas y se han dicho frases que con el tiempo se recordarán como escalofriantes señales de un año que jodió la convivencia en la UE y dejó heridas de las que el club tardará mucho tiempo en recuperarse. El analista Timothy Garton Ash incluso augura una descomposición paulatina del club, si no se frena la tendencia iniciada en 2015. No sería un colapso como el de la Unión Soviética, sino una extinción a cámara lenta como la del Sacro Imperio Romano, que desapareció oficialmente en 1806 aunque había perdido todo su sentido muchos siglos antes.

Fronteras descontroladas

“Europa ha perdido el control de sus fronteras”, llegó a declarar el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en plena crisis de los refugiados. Las palabras de Tusk sugieren que la seguridad de millones de ciudadanos europeos, entre ellos españoles, depende de un sistema (pactado en Schengen y que entró en vigor hace 20 años) que no puede garantizar siquiera quién entra y sale del continente. Como consecuencia, varios países han reestablecido los controles fronterizos. Schengen sigue oficialmente intacto, pero suspendido de facto en muchos lugares.

El día más triste

La zona euro, que el 1 de enero cumple 17 años, se encuentra casi tan descuajeringada como Schengen. El PIB de Italia, la tercera economía de la zona, ya se encuentra por debajo del nivel previo a la Unión Monetaria. Y España y Portugal también han desandado gran parte de la convergencia lograda desde la adhesión a la UE (1986).

Grecia, el país más dañado, sufre un corralito desde hace seis meses y su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, llegó a ser expulsado del Eurogrupo (reunión de ministros de la zona euro) en una decisión sin precedentes en casi 60 años de historia de la UE. Su imagen abandonando la sede del Consejo mientras sus 18 colegas seguían reunidos simbolizó la ruptura política del euro. “¿Un día triste, ministro?”, le preguntaron al salir. “Un día triste para Europa”, contestó Varoufakis.

Irascible Merkel

La supremacía de Alemania en la UE empieza a resultar insoportable para varios socios y la canciller Angela Merkel llega a 2016 con un número creciente de enemigos en el seno del Consejo Europeo.

La rebelión empezó en los países del Este por la gestión de la crisis de los refugiados. El primer ministro húngaro, Viktor Órban, llegó a acusar a Berlín de “imperialismo moral” por invocar razones humanitarias para obligar a los socios europeos a recibir parte del millón de refugiados sirios que este año han llegado hasta Alemania.

Otros países, con Italia al frente, se han sumado a la revuelta y acusan a Merkel de dirigir la Unión Europea en solitario y en beneficio exclusivo de Alemania. La canciller y algunos de sus ministros (como el de Finanzas o del de Exteriores) se muestran en Bruselas cada vez más irascibles y amenazan con represalias políticas o económicas a los países que se resistan al diktat alemán.

Expulsión de socios

La expulsión de un socio ha dejado de ser un tabú en 2015. Hace cuatro años, Bruselas guardó silencio cuando Merkel y Sarkozy amenazaron con expulsar a Grecia de la zona euro. Este año, se ha repetido la amenaza, pero encabezada por el presidente de la Comisión (Juncker) y el del Parlamento Europeo (Schulz). Atenas mantuvo el desafío. Y el no al rescate se impuso con un 66% de los votos en el referéndum celebrado en julio.

Pero el choque no ha terminado ni con Grecia ni con otros países. Schulz calificaba este mismo mes como “golpe de Estado” algunas medidas del nuevo Gobierno polaco, acusación que podría colocar a Varsovia bajo la vigilancia de Bruselas. En ese punto de mira ya se encuentra el Gobierno de Órban, que en 2015 se permitió sugerir la reintroducción de la pena de muerte.

Estado de excepción

La amenaza yihadista ha colocado a Europa en un estado casi de excepción en un año que comenzó con los atentados de Charlie Hebdo y termina con la matanza del Bataclán. Bruselas estuvo paralizada cuatro días por el riesgo de atentado. Francia, en estado de emergencia, ha comunicado que suspende la aplicación de varios artículos de la Convención de Derechos Humanos.

Rusia y Reino Unido han ido más lejos sin necesidad de atentados. Moscú ha aprobado una ley para no tener que acatar las sentencias del Tribunal europeo de Derechos Humanos. El primer ministro británico (Cameron) prepara la ruptura de Londres con ese Tribunal en particular en lo relacionado con los derechos laborales.

Quinta columna

El mayor riesgo para 2016 es que se acentúe la tensión social y el enfrentamiento por motivos raciales o religiosos. La segregación ha comenzado en el ámbito laboral. Francia y Bélgica están prohibiendo la presencia de trabajadores musulmanes presuntamente peligrosos en servicios sensibles como aeropuertos o transportes públicos. En varios casos, la prohibición ha acarreado el despido del trabajador. Si aumenta el miedo a una quinta columna del Estado Islámico, la convivencia en los países con mayor inmigración musulmana, como España, puede deteriorarse peligrosamente.

El Franklin, cerrado

Y por si todo fuera poco, 2015 termina con el bar Franklin cerrado por reformas. Cientos de corresponsales en Bruselas se quedan sin el legendario y decrépito garito, siempre abierto a solo unos metros de la Comisión Europea. Aún así, ¡Feliz 2016!

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