Crear más empleo y de calidad
No hay lugar a dudas. El principal reto de España como país es recomponer su mercado laboral. Cuantitativamente aún queda por recuperar el 13% del empleo que había a finales de 2007, lo que exigirá generar algo más de 2,5 millones de empleos. Pero la economía no solo se enfrenta al desafío de mantener el actual ritmo de creación de empleo –con medio millón de nuevos puestos de trabajo al año– sino que, sus actores, deberán hacer todo lo posible para sanear el mercado laboral.
Gobierno, partidos, empresarios y sindicatos deberán combatir sus déficit estructurales. Quizás el principal de todos ellos será corregir el abuso de la contratación temporal y, sobre todo, el uso de los contratos eventuales como la vía generalizada de entrada al mercado laboral, independientemente de la naturaleza del puesto de trabajo.
Reconducir la creación de empleo debería pasar también por una reestructuración sectorial
Ni en los mejores momentos de la economía española los empresarios han utilizado la temporalidad en la forma y cantidad adecuadas. De hecho, a pesar de que el stock de trabajadores es mayoritariamente indefinido –dos de cada tres lo son–, las nuevas contrataciones son temporales en nueve de cada diez casos, incluso antes de la crisis.
La solución a este punto negro del mercado laboral ha sido objeto numerosas propuestas electorales que inciden tanto sobre los costes de la temporalidad (propuestas del PP), como el control de su uso fraudulento (PSOE y Podemos) o el intento de crear un solo contrato indefinido (Ciudadanos). Hasta ahora ninguna reforma laboral ha sido eficaz para revertir este problema y todo apunta a que el próximo Gobierno lo intentará, bien solo con sus propuestas o negociando un cóctel de las anteriores.
Algunos expertos, como el presidente de Analistas de Relaciones Internacionales (Arinsa), Fabián Márquez, han anticipado que será inevitable que el próximo Ejecutivo vuelva a poner sobre la mesa el coste del despido, para atajar la dualidad entre trabajadores fijos, más caros que los temporales.
El objetivo final consistiría recortar diez puntos la tasa de temporalidad, hasta el 15%, que es lo que le correspondería aproximadamente a una productividad como la de la economía española. Lograrlo será, por tanto, una cuestión tanto de modificaciones legales como de corregir malas prácticas empresariales.
La recomposición del empleo debería pasar también por una reestructuración sectorial. Durante la crisis, el mercado español ha experimentado una fuerte terciarización de su economía, y esto se ha visto reflejado en el reparto del empleo.
En la actualidad, tres de cada cuatro ocupados trabaja en el sector servicios, concentrando el 76% de toda la ocupación, lo que supone diez puntos más que a principios de 2008, cuando su peso era del 66,5%. De hecho, el sector servicios ya ha recuperado todo el empleo que destruyó en la crisis.
En este escenario, existe plena coincidencia en que es indispensable reorientar la actividad a sectores de mayor valor añadido, fundamentalmente hacia la industria –cuyo peso es ahora del 14% del total frente al 16% de antes de la crisis–. Este sector aún debe recuperar el 24% de los empleos que tenía a principios de 2008.
De hecho, este giro en la estructura productiva repercutiría también en una menor temporalidad, ya que los empleos del sector industrial tienen una tasa de contratos temporales muy inferior al resto.
Pero para reconducir la creación de empleo hacia actividades más productivas haría falta contar con dos colectivos que peor están saliendo de la crisis: los jóvenes y los parados mayores de larga duración. El colectivo juvenil no ha recuperado nada del empleo perdido desde 2008 y los desempleados de más edad constituyen una buena parte de los cerca de dos millones de trabajadores que conforman el paro estructural en España, ese que nunca desaparecerá por mucho que se recupere la economía.
Sin embargo, la enorme brecha existente entre las cualificaciones que demandan las empresas y la formación que ofrecen estos dos colectivos, jóvenes y mayores, cada día se acrecienta más. Algunos expertos empiezan a hablar de la necesidad de que las Administraciones competentes hagan recualificaciones masivas. De lo contrario, ya en la próxima legislatura podría volver a darse la paradoja de que exista una tasa de paro próxima al 20% y la necesidad de traer a inmigrantes, esta vez cualificados, para empleos del sector tecnológico.
También deberá reducirse la tasa de subempleo: aquellos empleados que trabajan menos horas de las que desearían. Ahora mismo, más de dos millones de trabajadores (el 13% de los asalariados está en esa situación). Conseguir elevar el uso voluntario del contrato a tiempo parcial será otra de las claves de futuro del empleo a medio plazo.
Y para corregir todas estas cuestiones será necesario reforzar la actual negociación colectiva, muy debilitada en la crisis, y eso requerirá cambios en la legitimación de la representatividad de patronal y sindicatos. Sobretodo clarificando sus funciones y su financiación.