El éxtasis que llevó a crear el mejor coche del mundo
Rolls-Royce ha llevado hasta el límite, durante sus 111 años de historia, la noción de exclusividad aplicada al automóvil.
Charles Rolls era un joven londinense de 26 años, de familia acomodada:era el tercer hijo de Lord y Lady Llangattock. Estudió ingeniería mecánica en Cambridge, donde destacó, además de por sus dotes técnicas, por ser el primer alumno del campus en tener un automóvil. Le llamaban dirty Rolls (sucio Rolls), por su afición a trabajar con motores, y al acabar la universidad ya destacaba por sus dotes como piloto de carreras y su simpatía por los coches. Junto a un amigo creó una empresa de importación de automóviles Peugeot.
Henry Royce, nacido en 1863 en Peterborough, tuvo, en cambio, una infancia más humilde. Empezó a trabajar repartiendo periódicos con nueve años, y con 14, su tío le contrató como aprendiz en la red de ferrocarril del norte de Gran Bretaña. En su tiempo libre, estudiaba álgebra e ingeniería eléctrica, para lo que demostró un talento natural. Unos años después creó un pequeño negocio, la Electric Light and Power Company, y se compró un Decauville con el que empezó su inquietud por fabricar coches. Al acabar 1903 ya había diseñado su primer motor de combustión, y en abril de 1904, puso en circulación su primer vehículo, que se vendió por 395 libras (unos 600 euros).
Un accionista de su empresa, Herny Edmunds, era amigo de Charles Rolls. Le habló de las bondades de ese coche artesanal, y Rolls, cansado de vender modelos importados y no poder fabricar los suyos, aceptó de buen grado la idea de Edmunds de conocer a Royce. Un 4 de mayo de 1904, Rolls y Royce se conocían en el Hotel Midlands de Manchester. El segundo llevó su coche, que rápidamente cautivó a Rolls: la suavidad y el elegante sonido del motor era lo que tanto tiempo estaba buscando, con una llamativa y seductora parrilla frontal. Pronto se pusieron de acuerdo:Royce se dedicaría a fabricar tantos coches como pudiese, y Rolls se dedicaría a la venta y distribución.El nombre fue fácil:Rolls-Royce.
Cronología
Mayo de 1904. Charles Rolls y Henry Royce se conocen en el Hotel Midlands, de Manchester. Acuerdan fabricar y distribuir automóviles bajo el nombre de Rolls-Royce.
1907. La compañía pone a la venta el modelo Silver Ghost. Es el primero 100% diseñado y fabricado desde cero por ella, y se convierte en un éxito. Hasta 1926 se produjeron cerca de 8.000 unidades.
1914. El inicio de la I Guerra Mundial, y el temor a que afectara al negocio de los automóviles, lleva a Rolls-Royce a entrar en la fabricación de motores para la aviación.
1927. Nace el sustituto del Silver Ghost, el Phantom, el más longevo de la marca. Sus seis generaciones se extendieron hasta 1990. En 1931, la empresa absorbe Bentley, en crisis tras la Gran Depresión.
1971. El desarrollo de un nuevo motor de avión lleva a la quiebra a la empresa, que se divide en dos negocios independientes, uno dedicado a la automoción y otro a la aviación.
1998. Tras un polémico proceso con Volkswagen, BMW cierra la compra de Rolls-Royce, traspasando Bentley a la primera.
Una de los mitos vivientes de la automoción mundial comenzó así su historia. Los primeros modelos fueron derivaciones del coche que había creado Royce, con cuatro motorizaciones: de 10, 15, 20 y 30 CV. Pero el primero creado desde cero por la nueva compañía no llegó hasta 1907: el Silver Ghost, con mecánicas de 40 y 50 CV y seis cilindros, que se convirtió en la enseña de la joven marca, y en un potente producto publicitario. Claude Johnson, director general de la empresa, diseñó un eslogan histórico:“El mejor coche del mundo”, frase que ha acompañado a Rolls-Royce durante décadas. A Johnson se le consideró siempre el guión de Rolls-Royce, y el éxito del Silver Ghost lo demostró: entre 1906 y 1926 se fabricaron casi 8.000 unidades. Esto motivó la apertura de una nueva fábrica en Derby (Gran Bretaña) y, en 1921, en Springfield (EEUU).
En aquellos años, la empresa empezó a diseñar y fabricar motores para la aviación, sobre todo militar, fruto de la I Guerra Mundial, y que con el tiempo pasó a ser la principal vía de negocio. Como no podía ser de otra forma, los compradores de los Rolls eran clientes exclusivos. Y, en aquella época, estaba de moda entre las élites coronar el capó con una pequeña escultura. Los Rolls-Royce no la incorporaban, y la empresa se percató de que algunos de sus clientes pegaban en sus coches estatuíllas de escaso gusto. Se pusieron manos a la obra, y de nuevo Claude Johnson encargó un diseño que reflejara el espíritu de los automóviles: velocidad y sutileza. El resultado fue el Espíritu del Éxtasis, que desde 1920 adorna los Rolls-Royce. Una figura de una joven mujer, inclinada hacia adelante con sus brazos en forma de alas, mientras el viento sopla contra su vestido. El relato de amor, desamor y tragedia de su modelo, Eleanor Velasco Thornton, ha alimentado su mito.
El modelo Phantom tomó el testigo al Silver Ghost como enseña, y se extendió durante seis generaciones. La cuarta y quinta resultarán familiares al ser utilizadas, por ejemplo, por las casas reales, como la española o la británica en sus desfiles y actos. Ésta última lo eligió desde los años 50, consolidándose como símbolo del lujo. Los 70 fueron años de dificultades y de cambios. El desarrollo de un nuevo motor para la aviación llevó a la quiebra a la empresa, que se nacionalizó y, posteriormente, se partió en dos:coches y aviación. La primera rama se vendió en 1980 a la británica Vickers, que casi 20 años después, la traspasó a Volkswagen, en un proceso no exento de polémica.
La compra permitía al fabricante alemán hacerse con los derechos del Espíritu del Éxtasis, la forma de la parrilla y una fábrica. Pero el logotipo y el nombre comercial pertenecían a la compañía de aviación, que los vendió a BMW. Finalmente, esta se quedó con la marca, mientras que Bentley, que pertenecía a Rolls-Royce desde 1931, pasó al conglomerado Volkswagen. Desde entonces, la marca se ha centrado modernizar sus coches, y en seducir a las grandes fortunas mundiales. Su concesionario más rentable está en Abu Dabi, a 7.400 kilómetros del Hotel Midlands de Manchester.
La empresa de aviación prepara ajustes
Desde hace cuarenta años, Rolls-Royce corresponde al nombre de dos empresas diferentes:Rolls-Royce Motor Cars y Rolls-Royce Holdings. Solo comparten logo y nombre, siendo la segunda de ellas la principal compañía industrial de Gran Bretaña, que tiene como primer negocio el desarrollo de motores para la aviación. Un gigante que en 2014 facturó 20.000 millones de euros y empleó a 54.000 personas. Pero hace unas semanas, llegaron las turbulencias. Su consejero delegado, Warren East, anticipó que la previsión de beneficios para 2016 sufrirá un recorte de casi 1.000 millones de euros por la caída de la demanda, y que los de este año estarán en el tramo bajo de lo esperado.
El anuncio pilló por sorpresa a los inversores, y su acción bursátil se desplomó un 22%. Según los analistas, se ha puesto de relieve la escasa flexibilidad interna de la compañía para adaptarse a una demanda cambiante, y que la desaceleración económica en Asia ha provocado. Como reacción, Rolls-Royce ya ha anunciado un plan de reestructuración, con el que pretende ahorrar costes por valor de 300 millones de euros hasta 2017, un paso imprescindible para volver a la senda del crecimiento, según su principal accionista, ValueAct Capital, aunque la perspectiva a largo plazo sigue siendo estable.