Los inversores dan por perdida Abengoa
No sé si es la primera vez que entra en preconcurso una firma del Ibex. Abengoa lleva bastante tiempo teniendo mala pinta, y concretamente un año de tiempo añadido (usando terminología futbolística). Fue a finales de 2014 cuando la empresa ideó una clasificación de deuda de su propia cosecha para poder cumplir los objetivos de la empresa y las exigencias de los acreedores.
Deuda con recurso en proceso. Es decir, deuda por la que responde la sociedad matriz (Abengoa) pero que prevé ‘colocar’ a un proyecto (una planta industrial o eléctrica) cuando éste esté en marcha. Con esta fórmula la firma consiguió ganar algo de tiempo. No más. En verano volvieron a pintar bastos y el intento de Gonvarri ha resultado frustrado.
Algunos geeks tenemos debilidad por el mercado de deuda. Tan falible como el de renta variable, pero extremadamente útil en casos como el de Abengoa, es decir, cuando las cifras de flujo de caja y deuda no terminan de cuadrar.
Ayer la noticia más dura para Abengoa venía, creo, del mercado de bonos. La deuda cotizando al 20% del nominal es una señal de estampida en el mercado de deuda. Los inversores solo esperan recuperar esa cantidad de los bonos que venden en marzo del próximo año. Señal de que no creen en una ampliación de capital o venta, tanto da si el comprador de es Burgos o de Manhattan. No es el escenario. Quita de deuda, concurso de acreedores o conversión de deuda en capital.
No cabe, tampoco, achacar la caída de la deuda a una eventual falta de liquidez: según Bloomberg fue uno de los contratos más negociados ayer. Eso sí, hoy las órdenes de compra están en torno al 10% del nominal.
¿Qué le pasa a Abengoa? Algo tan sencillo como que las cuentas no terminan de cuadrar; no ingresa dinero suficiente como para ir pagando las deudas y, en este contexto, la banca cierra el grifo (para no perder más), lo que agrava los problemas de liquidez.
La estructura financiera (y hasta societaria) de la empresa es compleja, lo que ha complicado (valga la redundancia) la resolución del caso. Pero, al final, las cuentas dejan de cuadrar. En las cuentas de septiembre Abengoa tiene un flujo de caja negativo de unos 540 millones de euros, pero solo en el cuarto trimestre le vence deuda por 331 millones (según Bloomberg), y otros 1.100 en 2016 (500 de ellos en marzo). Este miércoles, vencen cinco millones de deuda. El grupo tiene deuda a proveedores por 4.400 millones.
Este gráfico indica el perfil de vencimientos año a año.
Aquí, la presentación de septiembre. Aquí, el balance a cierre de junio. Las cifras que da la empresa a la CNMV son coherentes con las de Bloomberg (unos 9.000 millones entre deuda bancaria y bonos en el grupo consolidado).
De ahí que Gonvarri exigiese que se reabriesen las líneas de liquidez de la banca. Nadie mete dinero en una sociedad para pagar cuentas a corto plazo. La opción de una venta a otro inversor parece bien poco verosímil a estas alturas: la clave no está en vender Abengoa por más o menos dinero, sino en qué pasa con esos 800 millones (al menos) que vencen en cinco meses y en los pagos a proveedores. La empresa no genera caja suficiente, y ésta tiene que llegar de algún sitio. Es lo que nos dice el mercado de bonos.
¿Qué pasará con Abengoa? Abengoa tiene activos. Seguramente no los suficientes para pagar hasta el último euro a los acreedores, pero activos capaces de ser vendidos y/o financiar la deuda. Para ello antes es obligada la fase por el preconcurso, es decir, la negociación de una quita con los acreedores. El principal problema es el deterioro del negocio mientras se alcanza un acuerdo. Que es, a grandes rasgos, lo que ha pasado en el último año. No afrontar los problemas convierte el detalle técnico de una reclasificación de la tipología de la deuda en el, quizá, mayor concurso de acreedores de España. Una mala gestión que no se ha reflejado en las retribuciones de la cúpula.