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Columna
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Apuestas contra el cobre

Muchas empresas mineras pensaban que el cobre era el producto del futuro. Ahora se está exponiendo su apego al pasado. El metal rojo parece destinado a hundirse aún más a menos que las compañías mineras recorten más a la producción.

La preocupación real y percibida sobre la demanda de China es la razón clave que está detrás de los recientes descensos en el cobre. El metal rojo se utiliza ampliamente en las unidades de cableado y de energía eléctrica en los sectores doméstico, comercial e industrial. Parece que sus precios están destinados a seguir al sector de la construcción de China allá donde vaya. Pero China no lo es todo: algunas compañías habían pensado que el cobre podría superar cualquier crisis de las materias primas, debido a su creciente demanda esperada en industrias tales como las energías renovables y las turbinas eólicas. Esa tesis parece menos robusta también.

El cobre ha caído alrededor de un 32% desde el pasado mes de noviembre. Tocó un nuevo mínimo a seis años por debajo de 4.500 dólares (unos 4.250 euros) la tonelada ayer, pero si el precio está vinculado a la demanda, también depende de los volúmenes de producción.

Las empresas mineras son reacias a cerrar las minas de cobre porque impacta a la rentabilidad sobre el capital invertido con anterioridad. Al mismo tiempo, el metal puede ser muy difícil de extraer y las instalaciones individuales son vulnerables a paradas temporales. Eso hace que sea difícil equilibrar la oferta incluso con un debilitamiento de la demanda.

Las acciones de Glencore, BHP Billiton y Anglo American sufrieron ayer una fuerte bajada en Londres a medida que los inversores absorbían la caída del precio del cobre.

Cuando las minas empiecen a cerrarse, el precio puede recuperarse incluso si la demanda no lo hace. El problema es que todos querrán que sean otros los perjudicados. Es una receta para la continua debilidad de precios del metal.

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