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Tribuna
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A propósito de la educación financiera

No estamos hablando de aprender matemáticas avanzadas ni Derecho comparado, sino de tener claro lo principal: necesitamos aprender, cuanto antes mejor, a manejar nuestra economía personal, la de nuestra familia, nuestros gastos e ingresos del día a día. Son cosas que nuestros mayores aprendían, no como ahora con juegos interactivos en las tablets, sino haciendo malabares con el dinero que entraba en casa y que había que estirar hasta final de mes. A nosotros en el colegio no nos enseñaron mucho de estas cosas, pero en casa sí. Nuestra primera idea del presupuesto vino con la frase de “con tu paga te compras lo que quieras, pero a mí no me vengas a pedir más”. La idea de cuánto dinero podíamos pedir prestado teniendo en cuenta nuestros ingresos llegó más tarde con: “Yo te adelanto algunas pagas para comprarte eso que quieres, pero después vas a querer ir al cine y no vas a tener con qué ir”. Y qué decir de aquel sabio dicho “nadie da duros por pesetas”, que obligaba a mirar con más cuidado lo que tenía que ver con nuestros ahorros.

Todas esas lecciones estuvieron bien, pero habría estado mejor poder aprender en el colegio muchas otras cosas que íbamos a necesitar más adelante y para las que no estábamos preparados. Cuestiones que luego nos cogieron por sorpresa, como la financiación de nuestro primer coche, si compensaba apuntarse a la mutualidad del colegio profesional; las cuentas que teníamos que haber hecho antes de independizarnos, o saber hacer los números a la hora de comprar una casa...

De todas esas cosas trata el Plan Nacional de Educación Financiera y el programa Tus finanzas, tu futuro, promovido por la Asociación Española de la Banca, así como otras muchas iniciativas de educación financiera que están llevando a cabo los bancos españoles en el marco de sus respectivas estrategias de Responsabilidad Social Corporativa. Se trata de que nos sintamos cómodos cuando hablemos con nuestro banco, que entendamos las opciones de pago de las tarjetas que tenemos, que sepamos la relación entre riesgo y rentabilidad, cuál es nuestra capacidad de ahorro y cómo esta capacidad varía a lo largo de nuestra vida. En definitiva, aprender lo necesario para tener el control de nuestra economía, algo básico para el día a día de todo el mundo.

Para hacer este deseo una realidad, los bancos tienen que estar ahí en primera fila, y así lo han demostrado desde hace ya tiempo. Todo el sector bancario español entiende, al menos esa es mi experiencia, que la mejor contribución que puede hacer para crear una sociedad mejor es elevar el nivel de la educación financiera de todos los ciudadanos, sean clientes o no. Este compromiso de los bancos de mejorar los conocimientos financieros prácticos de todo tipo de colectivos es aún más firme cuando se trata de programas dirigidos a niños y jóvenes, porque la experiencia indica que cuanto antes se empiece, mejor.

Además, los responsables de los centros educativos, los profesores y los alumnos que participan en iniciativas de educación financiera coinciden en valorar este tipo de cursos como una herramienta muy útil. Destacan, además, lo entretenido que les resulta los casos prácticos que se tratan en la clase y de lo interesante que es hablar de temas que habían oído en casa, pero que en algunos casos no acababan de comprender.

Esta semana, con ocasión del Día de la Educación Financiera, que ha organizado el Banco de España y que cuenta con el apoyo de los bancos de la Asociación Española de Banca (AEB), vamos a oír hablar mucho de educación financiera y tenemos que aprovechar el momento para cerrar alianzas y firmar compromisos para el futuro entre todos.

Tenemos que conseguir que el próximo Informe Pisa muestre que los alumnos españoles están mejor preparados en conocimientos financieros que lo estaban años atrás. No tenemos, por tanto, más remedio que ponernos las pilas todos los que estamos involucrados en estos proyectos para hacer más y mejor este trabajo. Tendremos que darnos prisa, porque el mundo avanza a gran velocidad, los niños crecen muy rápido y los grandes retos del futuro están ya aquí. Para afrontarlos, no hay mejor arma que la educación. De eso, a nadie le cabe la menor duda.

Beatriz Morilla es asesora de la Asociación Española de Banca (AEB).

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