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Situación de bono basura

La crisis brasileña y ¿el contagio económico a España?

Crisis Brasil

Septiembre de 2015 se ha convertido el mes de la tormenta perfecta en Brasil. Tras confirmarse la recesión por segundo trimestre consecutivo, Standard & Poor’s le ha asestado un duro golpe al calificar su deuda dentro de la categoría del mayor riesgo de impago, es decir, como bono basura y con perspectivas de empeorar. Para colmo, en este mes los precios de las materias primas, encabezadas por el petróleo, no han hecho nada más que caer, agravando la capacidad de generar ingresos de un exportador neto como es Brasil. Para culminar este cúmulo de circunstancias negativas, el clima político lleno de casos de corrupción que afectan a primeras espadas del país, está creando una inestabilidad que pone en duda soluciones que amortigüen o den la vuelta a la situación.

Lo peor es que este decrecimiento se produce a algo menos de un año vista de los Juegos Olímpicos de Río 2016, es decir, cuando aún la inversión pública y sus efectos son importantes. Tras la finalización de buena parte de los proyectos en los próximos meses y en el mismo entorno de precios bajos de materias primas y productos semielaborados (como pasta de papel), la recesión puede profundizarse.

Algo más que un ajuste

Los más optimistas califican la situación como un ajuste lógico tras más de una década de crecimiento. Pero lo cierto, es que estructuralmente los problemas son más graves que un leve ajuste y sucede en una economía con grandes implicaciones en la zona y a nivel mundial. Desde luego, buena parte de la evolución económica irá a la par de China, su destino más importante de exportaciones, pero también tiene problemas de fondo que van más allá de la evolución de sus intercambios económicos.

La corrupción, por ejemplo, castiga sobremanera las economías más débiles, y que afecte a una de sus empresas insignia, Petrobras, es un duro golpe a su credibilidad. La bajada de calificación de Standard & Poor’s y su advertencia de bajada en los próximos meses no sólo es posible, sino que más que probable como lo serán las bajadas de calificación de otras agencias como Moody’s y Fitch. El impacto de esta medida es enorme, ya que por un lado dificultará la capacidad de financiación pública, en un momento de inversión muy alta y se trasladará a las empresas brasileñas. Brasil, a pesar de ser la octava economía en términos de PIB, está muy necesitada de recursos y financiación ajena, si llega menos este combustible o es más caro, la capacidad de crecimiento se resiente gravemente y todo ello cuando los ingresos menguan.

La respuesta del Gobierno también está suscitando críticas. Si buena parte del milagro económico brasileño tuvo su soporte en la estabilidad y equilibrio fiscal de los gobiernos de Lula da Silva, el presupuesto del 2016 que presenta un déficit fiscal ha suscitado muchas críticas, internas y principalmente externas. Todo ello se puede dejar de sentir en su moneda, el Real, donde los fantasmas de la devaluación vuelven a aparecer.

Efectos directos e indirectos

La caída de Brasil es un riesgo importante para España y sus Empresas. En este momento, nuestro país es segundo inversor del país y sus efectos pueden ser de todo tipo. Los más claros, una ralentización de los ingresos. Muchas grandes empresas españolas lo notarán: Abertis, Acciona, Amadeus, BBVA, Sabadell, Iberdrola, Mapfre, OHL, Repsol, Roca… son algunos ejemplos, pero destacan sobremanera Telefónica y Banco Santander. No sólo son líderes en el mercado brasileño, sino que sus divisiones en estos países son las que proporcionan más ingresos a dos de las empresas líderes. La situación, se agravaría más, si en el desarrollo de la crisis y búsqueda de soluciones, una de ellas fuera la devaluación de su moneda. Otro de los grandes sectores perjudicados sería la construcción. La crisis española ha llevado a que las grandes constructoras opten por grandes proyectos en el exterior, en el caso de la economía carioca, tras los Juegos Olímpicos, los nuevos grandes proyectos desaparecerán.

Pero hay que pensar que Brasil también influye enormemente a países de su entorno. De ellos destacan sus vecinos del sur, Paraguay, Uruguay y Argentina. El miedo al contagio en economías que también están sufriendo las consecuencias de los precios bajos también es un gran riesgo para las empresas españolas. Por todo ello, podemos afirmar que a España le afecta mucho más Brasil que China, aunque el peso global sea mayor el de la economía asiática.

Pero el quebranto de Brasil también encierra una lectura poco favorable para España. Brasil se ha convertido en los últimos años en uno de nuestros principales socios económicos, el más importante tras la Eurozona, no sólo por la cuantía de los intercambios sino, sobre todo, por la importante presencia que en Brasil tienen algunas de las primeras empresas españolas, además del papel destacado de alguno de los grandes bancos españoles. La crisis brasileña tendrá consecuencias negativas para la economía española, quizás superiores a las que van a derivarse de la desaceleración de la economía china. La influencia de ambas economías emergentes en España es, en todo caso, importante, aunque de naturaleza muy diferente, dado que en el caso de Brasil son las empresas españolas que allí operan las que van a sufrir las principales consecuencias negativas de su recesión.

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