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Economía que sabe a baúl. Historias para despertar (IV)

(Ciclo en homenaje a Narciso Ibáñez Serrador)

Cuántas veces hemos tomado un café que sabe a ventana, un pan que sabe a baúl, un arroz que sabe a depósito, una sopa que sabe a rincón. Un amigo probó en un restaurante de París unos espléndidos riñones al jerez, y dijo, suspirando: "Sabe a mujer".

Gabriel García Márquez[1]

Era jueves de una mañana gris de septiembre. Ella se levantó muy temprano. No quería llegar tarde y que eso fuera interpretado como una indolencia en su carácter. Al final de la mañana acabaría una reunión muy importante y todos estaban pendientes de ella y de lo que pudiera decidir o decir. Tras los habituales ritos de higiene, bajó rápidamente al garaje de su vivienda y se puso a los mandos de su coche.

Puso la radio y se miró en el espejo retrovisor. No tenía buena cara, había dormido mal y la tensión a la que era sometida últimamente se reflejaba en su mirada.

- ¡No sé para qué me he medido en este lio!. Parecía querer decirse a sí misma pero no se atrevió a pronunciarlas. Le había costado mucho llegar a donde estaba y tanto sacrificio para acabar sintiéndose desagraciada por ello, no tenía sentido.

- ¡No me lo puedo permitir! se volvió a decir internamente.

Encendió la radio y rápidamente subió el volumen en un intento de que sus recientes pensamientos se esfumaran y su cerebro fuera invadido por algo menos personal

“Cada día que pasa, la bola de nieve se hace más grande. El fraude masivo orquestado por Volkswagen se extendió por varios frentes. La compañía admitió que el alcance del engaño es mucho mayor de lo conocido —11 millones de vehículos en todo el mundo, en lugar de los 482.000 vendidos en EE UU—; el castigo bursátil se agudizó —la empresa ha perdido en dos días 25.000 millones de euros, un 35% de su cotización—; y un sinfín de países anunciaron la apertura de una investigación”.

“A finales de la pasada semana trascendió que Volkswagen había instalado un software en ciertos vehículos que se activaba únicamente cuando el coche iba a someterse a un test de gases. Entonces, disminuía la emisión de monóxido de nitrógeno rebajando la potencia en un 40% con respecto a cuándo circulan estos coches. Unos 11 millones de automóviles, 482.000 en EE UU, tienen instalado este programa en los motores Type EA 189, ilegal tanto en EE UU como en Europa. No se conocen muchos detalles, pero sí que este software se activaría cuando comienza un test”.

La noticia parecía arrancarle una leve sonrisa.

Luego oyó la voz de alguien que le pareció conocido. Seguramente había hablado con él alguna vez en alguna de las reuniones a las que había asistido.

“Haremos todo lo posible para recobrar, paso a paso, la confianza perdida. Presento mis mayores disculpas a los clientes, a las autoridades y a toda la opinión pública por nuestro comportamiento” era el audio de un vídeo mensaje que el consejero Delegado de Volkswagen, Winterkorn, había lanzado para calmar a todos sobre las noticias de su compañía.

Sin darse cuenta había acelerado la marcha de su coche. De repente oyó la sirena de un coche policía que le seguía. En ese momento se percató de que circulaba a una velocidad mayor a la permitida en ese tramo.

El coche policía le hizo unas señales para que se detuviera. Del coche bajó un policía fornido pero más bien bajo de estatura y con un aspecto que ponía en evidencia su origen asiático. El agente se acercó a su ventanilla. Nada más bajar el cristal de la ventanilla, el policía cambió de actitud y lejos de mostrarse arisco, sonrió.

- “Veo que tiene prisa, pero las prisas no son buenas consejeras”, le comentó el policía.

- “No le voy a multar, pero debe ir algo más despacio”, le dijo. “Puede poner en peligro la vida de otras personas en la carretera”.

Era evidente que la había reconocido.

- “Que lío han montado los de Volkswagen”, continuó el policía, en un intento de parecer más amable.

- “Yo estoy orgullosa de mi Volskswagen y tengo otro más aparte de éste”, contesto ella. “A mi marido le encantan y tanto él como yo no sabemos conducir sin ellos”, concluyó.

- “Fíjese que nuestro departamento de policía solo tiene coches de la marca Volskswagen”, acabó diciendo el policía. "Son los únicos que responden bien a nuestras necesidades", añadió mientras se apartaba del coche.

Tras este episodio continuó conduciendo.

“Ha llegado a su destino: Constitution Ave NW, Washington” indicó la anodina voz del GPS.

Buenos días señora Yellen le saludó el guardia de seguridad abriendo la puerta sin pedirle documentación.

NOTAS:

[1] http://elpais.com/diario/1982/08/18/opinion/398469614_850215.html

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