Cuando el talento se pone al servicio del equipo
Plantear metas ilusionantes y pactadas son claves para tener grupos motivados
Lo primero, es conjuntar el equipo. A nivel personal, en reparto de roles, a nivel táctico… Cuando un equipo está cohesionado y con una buena química interna, tiene más probabilidades de afrontar retos difíciles con éxito”. De esta manera, como contaba a CincoDías, afrontaba el seleccionador nacional de baloncesto, Sergio Scariolo, el Eurobasket que su equipo ganó el pasado domingo. La ausencia de algunas estrellas reforzó la importancia de formar un equipo unido:“Cuando un grupo tiene menos talento, debe tener una cohesión y una fortaleza superior”, afirmaba.
No hay proyecto ganador sin un líder
Todo grupo necesita referentes, ya sea a través de un liderazgo impuesto, aquel que define la jerarquía, o emergente, en el que una figura respetada por todos los miembros se hace con la responsabilidad lograr las metas establecidas: “La situación óptima es la que ha sucedido en la selección de baloncesto. Un líder que no tiene recato para dar el paso adelante, y que por su trayectoria goza de la credibilidad de los demás”, afirma el profesor de Esade Ricard Servalós.
Es el caso de Pau Gasol, que en los momentos de dificultad, como en la semifinal ante Francia, asumió los riesgos de cara al aro:“Sabe que ese es su momento y da un paso de valentía. Si no hubiera salido bien, las críticas se hubiesen cebado con él”, añade Servalós. “El líder ayuda a los demás, dinamiza, empodera... Y muchas veces sirve de inspiración para los demás”, apunta Jesús Rodríguez, de ICF en España.
La conjura interna dio sus frutos, como se vio en la pista. Si algo han destacado los jugadores de la selección como claves para la victoria, además de un esfuerzo titánico y una mentalidad férrea, ha sido la armonía del grupo y la convicción por un objetivo claro:ganar. Ya sea en el deporte o en la empresa, el trabajo en equipo es la base para alcanzar las metas. “Es clave poner el foco en el objetivo común”, afirma Jesús Rodríguez, presidente en España del International Coach Federation (ICF). “Establecer metas comunes, identificarlas con claridad, y a partir de ahí hacer un trabajo de alineamiento entre todos los componentes del equipo”, explica.
Un alineamiento en valores, en plazos, “en buscar un territorio común, lo más nítido posible, hacia el que remar todos juntos”, añade Rodríguez. No se trata tanto de convencer, sino de hacer que la consecución de un objetivo sea vista como algo natural por parte del empleado:“los objetivos deben ser pactados y alcanzables. Convencer a alguien que no visualiza eso es difícil”.
“Todo el mundo habla de tener personas comprometidas con el proyecto de la organización. Es fácil de decir, pero muy complicado de trasladar de manera efectiva”, asevera Ricard Servalós, profesor del departamento de dirección de recursos humanos de Esade. Ahí entra un trabajo de motivación para que todo el equipo de trabajo perciba esas metas como suyas, y las visualice, según Jesús Rodríguez, “e interiorizar que poner su talento al servicio del equipo tiene sentido a nivel profesional”.
Servalós destaca tres puntos para que la implicación del grupo sea total de cara a un proyecto:“que el objetivo a alcanzar sea ilusionante y suponga un desafío para la gente;que todo el mundo entienda qué papel puede jugar en ese logro; y ser capaz de conjuntar lo mejor de cada uno para el bien del equipo, como ha hecho el seleccionador Sergio Scariolo, algo que no es nada sencillo”.
Uno de esos puntos, la asignación de roles, ayuda, según Jesús Rodríguez, a evitar malentendidos:“Cuanta mayor claridad exista para cada componente, mejor. Cualquier aspecto que ayude a definir al máximo la aportación de cada uno, ayuda”. Y a partir de esa premisa, el trabajo:“Entender que para conseguir una meta hay un trabajo sostenido y continuado, en el que también hay que mantener la ilusión”, apunta el profesor Servalós, que pone de ejemplo el caso de la selección española:“han pasado por una pequeña travesía en el desierto, tras la eliminación del Mundial del año pasado. Pero a base de resiliencia y mantener la confianza en sí mismos, han recuperado un gran nivel de resultados”.
Como en todo grupo, puede haber gente que no se sienta cómoda o convencida con el proyecto, y por tanto, su involucración en el mismo no vaya a ser total. “Ahí entra un trabajo de comunicación, de escuchar, de generar una cultura de diálogo para conseguir el alineamiento”, cree Jesús Rodríguez. “No te puedes permitir gente que no comparta tu ilusión, tus objetivos y los riesgos asociados. Es preferible contar con personas menos talentosas, pero dispuesta a echar el resto”. Algo en lo que también acertó España.