La espera aburría, y entonces llegó Polaroid
Fue la hija del inventor la que inspiró a su padre para idear el revelado instantáneo La Polaroid SX-70 fue la primera cámara que funcionaba de forma totalmente automática
El proceso era simple y sencillo. Tras apuntar con la cámara fotográfica y apretar el botón, el aparato provocaba un extraño ruido mientras la instantánea aparecía poco a poco a través de una ranura. A partir de ahí, con esperar cerca de 60 segundos, la imagen iba apreciándose poco a poco en el papel hasta que se lograba ver perfectamente. No es de extrañar, por lo tanto, que este invento, ideado por el científico e inventor estadounidense Edwin Herbert Land, provocase un antes y un después en la historia de la fotografía. Fue en el año 1947, época en la que el revelado de las instantáneas se tornaba arduo y tedioso, en pequeñas habitaciones oscuras y aisladas, que hacían que el profesional en cuestión estuviese expuesto y respirase una gran cantidad de productos químicos.
Al complejo proceso de relevado se le unía, además, otro hándicap: el tiempo de espera hasta que la fotografía estaba lista para poder verse. Ya que, como hasta no hace tanto tiempo, era necesario aguardar hasta que el carrete se agotaba. Esto fue, precisamente, lo que motivó a Land a buscar una alternativa que redujese el tiempo de espera desde que se pulsaba el disparador hasta que la fotografía estaba lista para colgar en la pared. Cuentan desde la compañía que, en 1947, mientras el científico disfrutaba de unos días de vacaciones con su familia, su hija pequeña, de tres años de edad, le preguntó por qué tenía que esperar tanto tiempo para poder ver la instantánea. Fue ahí cuando Land decidió usar su ingenio y sus conocimientos para darle una alegría a su pequeña hija. Y también para buscar una alternativa a su negocio, que se había ido desinflando poco a poco una vez acabada la Segunda Guerra Mundial.
Cronología
1909. Nace Edwin Herbert Land. Desde muy joven se interesa por la luminosidad. Con 18 años se matriculó en Química en la Universidad de Harvard, que abandonó tras el primer semestre.
1928. Con tan solo 19 años da con la solución al problema que ocasionaba el destello de los focos, que cegaba a quienes los miraban. Varias empresas de fotografía y óptica se interesan por el producto del joven inventor.
1932. Funda los Laboratorios Land-Wheelwright, que más tarde adoptarán el nombre de Polaroid.
Guerra. La empresa entra de lleno en la Segunda Guerra Mundial fabricando productos de uso militar para el Ejército de Estados Unidos, como gafas para pilotos y soldados que evitaban la ceguera provocada por el sol y el destello de las armas de fuego.
1947. Land muestra ante la Sociedad Óptica Estadounidense la primera cámara de fotos de revelado instantáneo.
Años cincuenta. Dados los costes y el trabajo que suponían la producción del nuevo artilugio, Polaroid trabaja con otras empresas, como Kodak. Sale al mercado la Polaroid 95, en varios modelos entre 1953 y 1961. Tras apretar el botón y girar una manivela, la fotografía salía por una ranura y, tras esperar cerca de 60 segundos, la imagen se mostraba.
1963. Polaroid saca la primera cámara de revelado instantáneo a color.
1972. Sale a la luz la SX-70. Es la más popular y vendida de la marca, ya que su revelado es totalmente automático. En estos años la producción será de 5.000 aparatos diarios.
Siglo XXI. La compañía no se sitúa en los primeros puestos de la carrera de la digitalización y al no saber adaptarse, suspende la producción de sus míticas cámaras de relevado instantáneo. Más adelante, sin embargo, vuelve a la carga. Hoy, en el mercado se ve material óptico, teléfonos móviles, tabletas, ordenadores, impresoras y cámaras de fotos de todo tipo que lucen la marca Polaroid. La Socialmatic imprime y digitaliza, la Polaroid Cube es una cámara que tiene el tamaño de un ojo.
Edwin Land nació en 1909 en Connecticut, Estados Unidos. Desde muy pequeño se interesó por la luminosidad y aquellos utensilios que se valían de este fenómeno, como el estereoscopio con el que contaba la biblioteca de su villa natal. Y así, entre libros de ciencias y cursos en los laboratorios del instituto, el joven acabó matriculándose en la Universidad de Harvard. Aunque, sorprendentemente, su estancia duró poco tiempo. Abandonó el centro tras los primeros seis meses de clase. No se conocen bien las razones, pero una extraña obsesión se adueñó del joven científico, que se obcecó en buscar una solución a una de las principales causas de los accidentes automovilísticos de la época. Los faros de los coches no alumbraban de forma eficaz las carreteras una vez que se ponía el sol. Y darles mayor potencia no era buena idea, ya que los conductores del carril contrario acabarían deslumbrados y los accidentes se habrían multiplicado.
En 1928, con tan solo 19 años, Land resolvió el problema. Ideó una fina hoja de plástico oscuro, que poniéndola sobre un soporte cualquiera, actuaba como polarizador y eliminaba el brillo de la luz. Grandes empresas se beneficiaron desde el comienzo de este invento, como Kodak para varias de sus cámaras o American Optical, para las gafas de sol. Las casas automovilísticas, sin embargo, no se sirvieron de la novedad. En 1932, Land fundó los Laboratorios Land-Wheelwright, que tres años más tarde adoptaron el nombre de Polaroid.
Pero la oscuridad que Land había logrado arrebatarle a la luz, rápidamente asoló el mundo. El bombardeo sobre la base estadounidense de Pearl Harbour conmocionó a toda la sociedad estadounidense y fue uno de los revulsivos para que Polaroid entrase de lleno en el conflicto. A su manera, claro está. La firma, en la que trabajan en aquellos años cerca de 70 personas, comenzó a fabricar productos para los militares, como gafas especiales que reducían el brillo de los disparos y del sol, muy útiles para soldados y pilotos de aviación. Tras la guerra, más de 1.000 personas trabajan en la compañía Polaroid, que facturaba cerca de diez millones de dólares cada año.
Pero con el conflicto bélico ya acabado, los ingresos de la entidad se iban desinflando. Por eso, la aparición de la primera cámara de revelado instantáneo, además de revolucionar la sociedad, hizo lo propio con la compañía. En 1947, Land causó sensación en la Sociedad Óptica Estadounidense mostrando al mundo la primera fotografía instantánea, que se tenía lista en tan solo un minuto. Pese a ocupar las portadas de los principales periódicos estadounidenses, la comercialización del producto tuvo que esperar. La capacidad de producción de Polaroid no era suficiente y tuvo que contar con la ayuda de Kodak. Ambas empresas trabajaron juntas y así surgió la Polaroid 95, la primera cámara instantánea del mundo, que salió al mercado en tres modelos diferentes entre 1953 y 1961. En estos años, el aparato ya se comercializaba en más de 40 países de todo el mundo. La cámara contaba con unas cápsulas llenas de un producto que reaccionaba al entrar en contacto con el negativo. Tras cada instantánea, un rodillo rompía una cápsula y el producto revelaba la fotografía, que para salir por la ranura precisaba del movimiento que provocaba el usuario con una manivela que la cámara llevaba incorporada. Al comienzo, las tomas salían en tono sepia. Rápidamente, la compañía comenzó a trabajar con el blanco y el negro. No obstante, fue poniendo precios más asequibles a estos aparatos para dar la sorpresa. En 1963, la firma sacó a la luz la primera cámara de fotografía instantánea a color. El éxito fue innegable. A finales de la década de los sesenta, las ventas de Polaroid lograron que la firma obtuviese 500 millones de dólares.
La tecnología que tardó en adaptarse a la era digital
El símbolo e icono de Polaroid no llegó hasta 1972, cuando Land produjo una nueva cámara a color, la SX-70, que pasó a ser conocida, simplemente, por el nombre de la firma. A diferencia de los modelos anteriores, en los que se precisaba la manipulación manual del rollo de película, la SX-70 ofrecía un cartucho interno que funcionaba de forma motorizada. De esta forma, el proceso de revelado era totalmente automático y mucho más cómodo.Aunque las ventas continuaron creciendo, las necesarias inversiones en investigación y desarrollo de la cámara suponían enormes costes para la empresa. Sobre todo porque, tras la salida al mercado de un nuevo producto, decenas de cámaras con las que se investigaba se quedaban en el camino, con los enormes gastos que todo ello suponía.
Y en esto llegó la digitalización, un nicho que no todas las empresas fotográficas supieron aprovechar. Aunque Polaroid continuó haciendo cámaras instantáneas ya en el siglo XXI, el auge de la fotografía digital se comió a las imágenes de revelado automático. A mediados de la pasada década, la firma suspendió su producción. No obstante, de vez en cuando lanza al mercado diferentes colecciones, destinadas a su público de toda la vida, que añora una fotografía más artesanal.
Recientemente, la empresa ha decidido apostar por mantener su esencia adaptándola a los nuevos tiempos. Un buen ejemplo es la cámara Socialmatic, que imprime las fotos y las adapta al formato digital.