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Luis Ongil, consejero delegado de Percentil

"Hemos fotografiado un millón y medio de prendas"

“Queremos serel mayor comprador y vendedor de ropa de segunda manoen Europa” "Estamos en fase de expansión. Preferimos crecer antes que comenzar a ser solventes"

Manuel Casamayón

Como el comienzo de muchos negocios, el de Percentil se remonta al salón de una vivienda particular, en la que comenzó a gestarse un proyecto que hoy aspira a convertirse “en el mayor comprador y vendedor de ropa de segunda mano en Europa”, en palabras de Luis Ongil, madrileño, nacido en 1974 y consejero delegado de la compañía. Vivió mucho tiempo en Estados Unidos, donde se licenció en Administración de Empresas y en Marketing por la Universidad de Dallas. “Cuando volví a España, le propuse a mis dos socios [Lourdes Ferrer y Daniel Bezares] montar un negocio de compra y venta de ropa de segunda mano”. Una idea que se le ocurrió al otro lado del charco, “en Estados Unidos es bastante común ver este tipo de empresas”.

Para averiguar la acogida que tendría este negocio en España, los tres compañeros hicieron un test virtual. “Rellenamos una web de prueba con productos ficticios y muchos usuarios se quedaron en el paso previo al pago, donde se les informaba de que todo se trataba de un ensayo”. Del chasco de los compradores surgió la ilusión de los socios, que vieron que su proyecto tenía futuro. “Y nos pusimos en marcha, ya con ropa real de amigos y familiares”. En 2012 instalaron las oficinas en el piso de Ferrer y Bezares, y con dos millones de financiación, propia y de inversores, comenzaron a consolidar el negocio. Hoy cuentan con 35 personas en Madrid y 20 en Berlín.

El Ferrari como motivación

La primera pared que ve todo aquel que entra en las oficinas de Percentil está plagada de mensajes. “Es el muro del amor, o así nos gusta llamarlo”, explica Luis Ongil, su consejero delegado. “Muchos clientes que venden y compran la ropa nos dan las gracias. Y además damos una segunda vida a prendas que están casi sin usar”. Es la parte más sentimental del trabajo, “pero nosotros nos la creemos”, afirma.

Aunque Ongil disfruta de su labor, no olvida que trabaja por dinero. Un pequeño coche Ferrari aparcado en su mesa se lo recuerda. “Lo tengo desde 1998; la idea era comprarlo. Me recuerda a la parte más material de mi vida”. Y al diminuto vehículo lo acompaña una bola de plástico con la que Ongil se distrae en las reuniones que forman parte de su día a día. “Algunas las hacemos en el almacén, que es la parte más apartada y donde también trabaja gente”; otras, en el resto de salas de la oficina. “Intentamos estar todos al mismo nivel, que haya poca jerarquía. Eso sí, busco siempre la eficiencia. Ahí soy bastante puntilloso”.

Y como no trabaja menos de 12 horas cada día, invierte el tiempo que le queda en hacer deporte y en divertirse. “Defiendo mucho el ocio, sobre todo con los deportes de agua y de riesgo. Cuando te pasas tres horas al día mirando números, necesitas algo que te distraiga”. Porque cada mañana, Ongil estudia las compras y salidas de productos, cuánto se ha vendido y cuánto se ha gastado.

Trabaja con el ordenador y, sobre todo, con el teléfono móvil. “Me ha servido para aprender a escribir emails más cortos”.

Se encuentran afincados entre Las Rozas y Villalba (Madrid), en un edificio con el suficiente tamaño para albergar las oficinas, un gran almacén y una cadena de montaje y fotografía. La disposición se adapta al ritmo y modo en el que la compañía se mueve. “Mandamos una bolsa de la empresa al cliente, él mete la ropa en ella, nos la envía y nosotros la organizamos y se la compramos”. Y como la firma vende la ropa por internet, necesitan fotografiar todo el material que les llega para que los compradores puedan verlo. “En todo este tiempo hemos inmortalizado más de un millón y medio de prendas”, explica Ongil. No es de extrañar, ya que van, asegura, a un ritmo de 70.000 piezas mensuales. Aunque a veces reciben también alguna sorpresa. “Hay bolsas en las que nos hemos encontrado teléfonos móviles y mandos de televisión”, sonríe.

El proceso continúa. Y tras clasificar todo el material, queda guardado en el almacén hasta que los compradores aparecen en escena. “De momento solo trabajamos con prendas de niños pequeños y de mujeres”. Toda la ropa que no les encaja la destinan a varias ONG y fundaciones.

La sala de oficinas está separada del resto. “Queríamos estancias abiertas, pero la parte de operaciones es muy ruidosa y decidimos separarlas”. Ongil tiene su mesa junto a la de sus compañeros, y cada cual ha decorado su pequeña parcela a su gusto. En el caso del consejero delegado, una camiseta del Atlético de Madrid corona su trozo de pared. En su mesa, tres cajas de cartón elevan su ordenador portátil. “Es una costumbre que tengo, la mitad del día trabajo sentado; la otra mitad, de pie. En otras empresas en las que estuve, disponía de una mesa que se subía y se bajaba. Aquí todo es más rudimentario”.

De hecho, esta es una de las ideas que en Percentil intentan explotar al máximo. Solo gastan dinero en lo que verdaderamente necesitan. “Y antes siempre lo testamos para sacarle el mayor rendimiento posible”. Por ejemplo, los carritos que utilizan para transportar las bolsas de ropa al almacén están hechos por él. Este esfuerzo en los pequeños detalles merece la pena ahora que están en momento de crecimiento. “Por eso aún perdemos dinero. Estamos en fase de expansión y preferimos ampliar que comenzar a ser solventes”. Calculan que dentro de dos años ya serán rentables.

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