Manuel Pimentel, un ingeniero agrónomo entre conflictos
“En política siempre estás en un bando, y en la mediación entras en un punto medio” “Me afilié al Partido Popular sin ánimo de hacer carrera. Al poco tiempoya era diputado”
Fue un ministro efímero. Asumió la cartera de Trabajo y Asuntos Sociales durante un año y un mes, pero fue suficiente para que, desde entonces, sea un reclamo habitual para asesorar y mediar entre empresas, así como para ponencias sobre el ámbito laboral.
Algo que lleva implícito un reconocimiento a la trayectoria profesional y política de Manuel Pimentel, (Sevilla, 1961), en la que dominó la predisposición al consenso y el debate razonado, algo que cada vez es menos habitual en algunos foros políticos. En ello quizá influya que nunca se sintió político al 100%. Entró en el PP andaluz en los años ochenta con la intención de poner de relieve las dificultades a las que se enfrentaban entonces los empresarios andaluces, y como reconoce, se vio de pronto en el parlamento andaluz sentado en un sillón de diputado. “Tengo mucho respeto a la gente que está en política, pero seguramente yo no haya tenido la suficiente vocación como para haberme dedicarme siempre a ella.
Su salida de la política tampoco resultó ser habitual. Dimitió de su cargo como ministro por su “responsabilidad política” en el llamado caso Aycart. La esposa de uno de sus colaboradores participaba en una empresa que percibió importantes cantidades en subvenciones del Inem. “Yo creo que hay que las dimisiones hay que abordarlas con naturalidad. Yo no puedo dar lecciones a nadie, pero sí creo que, en general, hay que ir hacia una cultura donde la dimisión sea algo más natural, más habitual, y que no tenga mayor importancia”. Ingeniero agrónomo y abogado, ha hecho del arbitraje de conflictos y la consultoría sus principales ocupaciones.
...Pasado
Las perspectivas y objetivos laborales de Pimentel estuvieron en un principio muy alejados del escenario político. Siempre le gustaron las matemáticas y las enseñanzas técnicas, lo que le llevó a estudiar ingeniería agrónoma. “Estuve vinculado a este campo durante muchos años. Tuve una empresa de ingeniería a nivel industrial, casi desde que acabé la carrera hasta que empecé en política, unos diez o doce años”.
Afirma que en su época de estudiante no había tenido ninguna inquietud política, “no era un estudiante especialmente implicado”. Fue una vertiente que fue alimentando en su etapa empresarial:“Me afilié al Partido Popular sin ánimo de hacer carrera. Veía las dificultades que teníamos los pequeños empresarios para sacar adelante un negocio, y mi motivación era defender la necesidad de que hubiese empresas”. Empezó haciendo informes técnicos sobre el ámbito laboral, empresa y tecnología, desde su casa.
“Sin darme cuenta, en la siguiente legislatura ya era diputado, y después, secretario general del partido con Javier Arenas”. Fue entre 1990 y 1994. Entonces, decidió apartarse de la política para volver a su actividad empresarial, aunque retornó dos años después como secretario general de Empleo del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, su salto a la política nacional. “Fue totalmente inesperado. La sensación era de gran responsabilidad, de que cualquier cosa que hiciera iba a tener trascendencia”. En enero de 1999 llega su ascenso a ministro de Trabajo, cargo que abandonaría un año después para no volver a la política. “Es una actividad importantísima, necesaria, pero nunca me planteé ser político toda mi vida. Tiene el riesgo de que si te metes mucho tiempo, te es muy difícil salir”. De su época en el ministerio de Trabajo, destaca el hecho de poder aprobar un proyecto de ley, en una legislatura sin mayoría absoluta:“teníamos que negociar mucho, y sacamos leyes con el apoyo del PSOE. Eso era muy bonito”.
Presente
Tras dejar la política, el exministro ha enfocado su carrera hacia una triple vertiente:la consultoría, la mediación de conflictos y la escritura, con la publicación de más de una veintena de libros y la apertura de su propia editorial, el Grupo Almuzara. Una afición que cultivó de pequeño, viendo escribir a su abuelo, maestro de escuela, pero que no se tomó en serio hasta un tiempo después:“Hay personas que empiezan a hacerlo muy jóvenes, y yo escribí mi primera novela con 40 años”. Pese a que, como afirma, ganó algún premio de escritura en su juventud, “siempre fui más de leer. Había escrito muchos artículos, muchos discursos, pero atreverme a escribir un libro fue una decisión posterior”.
Dice que dedica muchas horas del día a leer y escribir, aunque sus otras dos labores profesionales son las que más tiempo le ocupan. Ha mediado en conflictos laborales de gran relevancia, como el de Aena y los controladores, y tiene su propia empresa dedicada a ello:“Es una tarea que surge cuando hay conflictos, y pasa de vez en cuando. Tras tanto tiempo en política, siempre había estado en un bando, y en la mediación de conflictos entras en un punto intermedio, de intentar ayudar a las partes a resolverlos. Sientes que puedes aportar”. Dice, eso sí, que la política le ha ayudado a entender la mecánica de este tipo de conflictos, porque “gestionarlos es toda una ciencia”.
Pimentel es presidente de la Asociación Española de Empresas de Consultoría, a la que da un enfoque tecnológico, y asesor de la firma de bogados Baker & McKenzie, donde organiza jornadas sobre perspectivas laborales, “algo que me gusta mucho”.
Futuro...
“Supongo que voy a seguir en este campo el mundo del pensamiento, editorial y cultural, y en la parte que más me gusta de perspectivas, desde la consultoría y la abogacía”, afirma Pimentel. Tampoco descarta volver a probar en televisión, como ha hecho en los últimos años conduciendo un programa en La 2, Arqueomanía, dedicado a una de sus grandes pasiones: la arqueología. “Lo he hecho un par de veranos durante mis vacaciones. La arqueología me gusta, me divierte muchísimo, porque une historia, con conocimiento con tecnología. Es una experiencia que me divierte mucho y que espero volver a hacer”, explica, añadiendo que su plan perfecto de vacaciones está lejos de la tranquilidad de una playa:“Mi gran plan para un mes de agosto es estar en Atapuerca o en alguna caverna hablando con arqueólogos”.