Los petardos favoritos de los ‘correfocs’
El fabricante de artículos pirotécnicos Estalella cumple cien años en abril de 2016. Es uno de los principales proveedores de ‘carretillas’ de la fiesta más popular de Cataluña.
El correfoc –literalmente, correfuego en catalán– es una de las celebraciones más populares de Cataluña, la Comunidad Valenciana y las islas Baleares. Casi no hay pueblo en estas tres comunidades donde no se realice este colorido pasacalle en el que comparsas de demonios bailan al ritmo de los tambores y arrojan chispas de sus carretillas.
De pertrechar de estos artilugios a las colles (pandas) de diablos se encargan empresas como Estalella.
“En la campaña de San Juan, que dura unos 20 días, hacemos el 40% de las ventas del año”, comenta Manuel Estalella Forteza, director general de la compañía. La razón es que estas fiestas, que comienzan la noche del 23 de junio con hogueras y fuegos artificiales en playas de toda la costa catalana, concentran el mayor número de correfocs del año.
Estalella es uno de los fabricantes de artefactos pirotécnicos más antiguos de Cataluña. En abril de 2016 cumplirá nada menos que 100 años.
Fundada por Manuel Estalella Bosch, la empresa comenzó en un pequeño taller ubicado en la calle Aragón de Barcelona, cerca de la plaza de toros Las Arenas (hoy convertida en centro comercial), pero posteriormente se trasladó a una fábrica más grande en Hospitalet de Llobregat.
Allí, Manuel se vio obligado a fabricar armas para el bando republicano durante los tres años que duró la Guerra Civil. Pero los recuerdos de esta etapa están marcados por un suceso bastante más doloroso para la familia.
El 13 de agosto de 1957, un fallo en una de las máquinas provocó una deflagración. En el accidente murieron Manuel, el fundador, que entonces tenía poco más de 60 años, y su hijo Josep, de 40.
Al frente del negocio quedó Manuel Estalella Codina, padre del actual director general, quien en 1962 trasladó la fábrica a Viladecans.
La última mudanza se produjo en 2009, cuando la empresa inauguró una nueva planta en Rodoñá, un pueblo de 500 habitantes en Tarragona. “Necesitábamos espacio”, afirma Manuel Estalella Forteza, que tomó las riendas de la empresa en 1992.
El cambio sirvió para multiplicar su superficie por ocho, hasta los 80.000 metros cuadrados. “Contar con espacio es importante en nuestra actividad porque las normas de seguridad exigen que las naves estén separadas entre sí por una distancia mínima de 100 metros”, explica.
La empresa invirtió en la construcción de las nuevas instalaciones tres millones de euros. En los 4.000 metros cuadrados construidos hay cinco almacenes, ocho casetas de trabajo, dos tiendas de venta, un laboratorio y un edificio de oficinas.
Además, en cumplimiento de las medidas de seguridad establecidas, hay un depósito de agua con capacidad para 280.000 litros que pueden utilizar en caso de incendio y montañas de arena y tierra entre las naves.
La compañía tiene licencia para almacenar más de 120.000 kilos de material (repartidos en los cinco almacenes). En sus ocho obradores produce 200 kilos diarios, aunque actualmente trabaja al 60% de su capacidad instalada.
La mayor parte de los artículos que vende son importados de China, con cuyos productores no puede competir en coste de mano de obra ni cantidades. Eso sí, “las carretillas de los correfocs las hacemos aquí”, aclara.
Se trata de una maza que lleva adheridos uno o varios petardos que giran impulsados por la misma fuerza del fuego al salir despedido. También fabrican bengalas para cabalgatas y romerías. La campaña navideña supone el 20% de sus ventas.
“Todos los años invertimos unos 18.000 euros en el diseño de nuevos productos”, asegura. El propósito es conseguir efectos de luz y sonido cada vez más novedosos.
Estalella, que vende solo en el mercado nacional, vio aumentar su facturación en 2014 de los 2,5 millones de euros a los 3,2 millones. Para este año, esperan una cifra similar.
Manuel tiene actualmente 64 años y comparte la dirección del negocio con su esposa, Natividad Tolosa, y sus hijos Mónica y Manuel, la cuarta generación de esta familia de pirotécnicos.
Una actividad en la que toda precaución es poca
La fabricación de cohetes y petardos está sometida a normas de seguridad muy estrictas, pero estas no han sido suficientes para evitar accidentes en el sector. Como recordaba El País en un reciente reportaje, al menos 110 personas han muerto y otras muchas han resultado heridas en accidentes pirotécnicos en los últimos 25 años.
Pese a las precauciones, Estalella tampoco se ha librado. En enero del año pasado, una explosión en uno de sus cinco almacenes dejó un herido leve.
En el sector hay unos 120 fabricantes, pero la crisis ha obligado a la mayoría a importar de China. En la primera mitad del año, las importaciones españolas de artículos explosivos ascendieron a 19,9 millones de euros, de los que 5,8 millones vinieron del país asiático.
Datos básicos
ArtículosLa compañía vende dos tipos de productos de acuerdo al segmento de mercado al que se dirigen. Por una parte, están los artículos menos peligrosos, algunos de los cuales pueden usarse en casa pero en áreas al aire libre: petardos, truenos de mecha, tracas, cohetes, silbadores... Por otra están los productos para profesionales, ya sean correfocs o especialistas en la organización de espectáculos de fuegos artificiales. Aquí están las carretillas, bengalas, carcasas, etc.
ImportacionesAl igual que muchas otras empresas del sector, Estalella solo produce el 35% de los artículos que vende. El resto lo importa de China.
DistribuciónLa empresa vende sus productos a través de distribuidores, pero también cuenta con una tienda de venta directa (Casa Estalella), que se encuentra en el kilómetro 186.600 de la antigua autovía de Casteldefels, a 22 minutos de Barcelona. Conocida como la botiga de los fuegos artificiales, vende 20.000 cohetes al año y 220.000 truenos. En temporada alta (fiestas de San Juan) tiene 30 dependientes.
EmpleosAunque el proceso de fabricación de artículos pirotécnicos se ha ido modernizando, mantiene un fuerte componente artesanal. En la fábrica trabajan 10 técnicos cualificados “bajo estrictos parámetros de seguridad”, subraya el director general. “Por el riesgo que entraña nuestra actividad, estamos siempre muy encima de ellos”, abunda. Estalella facturó el año pasado 3,2 millones de euros.