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Las ventas automáticas por debajo de ciertos niveles, decisivas

Una debacle bursátil acelerada por las máquinas

Vista de la Bolsa de Nueva York
Vista de la Bolsa de Nueva YorkReuters

Los inversores andan aún reponiéndose del varapalo sufrido ayer en las Bolsas, el mayor en más de tres años. El miedo a una desaceleración de China que desbarate el crecimiento económico mundial está de fondo de estos temores que rozaron el pánico ante la desastrosa apertura en Wall Street. ¿Solo por temor a China? No de todo. Ayer no ocurrió nada concreto para justificar la extensión del pánico. Los bruscos movimientos como los vividos ayer en el mercado no son usuales, pero ya han ocurrido otras veces. Y no tienen solo relación con shocks externos. La causa exógena es China, sí. La razón inicial de las caídas generalizadas. Pero hay factores endógenos sin los que resulta imposible explicar el batacazo de ayer.

En el mercado influyen sentimientos humanos como el miedo, pero también algoritmos y máquinas. Mucho. Cada vez más. Y sobre todo en verano. Inversores que establecen stop loss, niveles de referencia en los que se vende automáticamente para minimizar pérdidas. Es decir, se le da una orden al bróker para que venda las acciones directamente cuando se perfora un nivel determinado. Una especia de botón del pánico donde el inversor no está dispuesto a perder más. Máquinas que mueven en cuestión de segundos miles de millones.

Ayer esos botones se activaron como si no hubiera un mañana y el desplome bursátil, afirman los expertos, tuvo mucho que ver con ello. “Se perdieron niveles técnicos importantes, lo que desencadenó ventas automáticas”, confirma Natalia Aguirre, responsable de análisis de Renta 4, quien explica que “la película de fondo no ha cambiado tanto en las últimas semanas, por lo que no espero una recesión mundial como algunos temen”.

Joaquín Casacús, director general de Abante Asesores, señala que la reacción del mercado fue exagerada, en parte porque la época estival implica un menor volumen de contratación. “La consecuencia es que se encienden las señales de alarma de todos los algoritmos y modelos de trading. Una vez que esto sucede, muchos inversores que invierten de forma apalancada o que tienen limitadas sus pérdidas puntuales máximas se ven obligados a vender exagerando aún más la reacción”, indica.

Ignacio Cantos, director de análisis de atlCapital, indica que "en agosto, cada vez hay más trading electrónico. Solo el trading humano se va de vacaciones. Estos movimientos suelen ser más probables que se den en agosto y además, suelen ser a la baja".

Prueba de esta enorme volatilidad en el mercado es que ayer se suspendió la actividad de los programas de trading 1.235 veces, cuando lo normal es que solo se paren decenas de veces en un día normal. La regulación del mercado obliga a detener durante cinco minutos la cotización cuando hay subidas o bajadas superiores al 5%.

Es un círculo vicioso ya vivido en anteriores momentos en el mercado. Las Bolsas caen por el miedo a un frenazo de la economía china, descensos que se agrandan por la escasez de manos fuertes en el mercado y el menor volumen propio de verano. Esto provoca fuertes pérdidas que llevan a índices y acciones a perforar esos stop loss, de forma que llegan más órdenes de venta. Niveles para limitar daños que no solo establecen los pequeños inversores sino también, y esto es especialmente importante los grandes fondos, los que mueven el mercado. La apertura de Wall Street, con un descenso superior al 8% en el Nasdaq tecnológico, fue el momento de mayor pánico en los parqués. Desde esos mínimos, volvieron las compras.

No solo en la Bolsa fueron razones técnicas, más relacionadas con las dinámicas internas del mercado que con los temores externos, las que exacerbaron los movimientos. En el mercado de divisas sucedió algo parecido, como explica Diego González, de la eafi Bull4All. “Lo ocurrido estos días en el cruce del euro con el dólar parece inexplicable. Los inversores han cogido prestado una moneda para financiarse y han invertido en otra. Cuando han saltado los niveles técnicos, han tenido que deshacer posiciones y a comprar euros”, aporta. Ayer, la moneda única llegó a apreciarse más de un 2% hasta los 1,17 dólares. Este experto indica que, tanto en las Bolsas como en el mercado de divisas, “los sistemas cuantitativos de control de riesgo saltaron en cadena”.

Lo vivido ayer en el mercado fue, en realidad, la reacción a un evento… sin evento. Algo que tampoco es nuevo del todo. No se publicaron datos sobre China, ni hubo ningún cambio sustancial en la política de las autoridades del gigante asiático. Es algo similar a lo que ocurrió en mayo de 2013, cuando unas declaraciones de Ben Bernanke, entonces presidente de la Fed, anticipando el final de los estímulos provocó ventas masivas de activos emergentes. Aunque ese final de la compra de deuda (conocido como tapering) no llegó hasta varios meses después, las palabras de Bernanke fueron suficientes para propagar el pánico en los mercados emergentes.

El genuino lunes negro

La sesión de ayer fue bautizada en los medios y en las redes sociales como lunes negro. Un adjetivo que suele aplicarse a las jornadas de severas caídas bursátiles de la historia. El genuino lunes negro en Wall Street se vivió el 19 de octubre de 1987. En aquel tiempo se hablada de especulación y burbuja en la Bolsa estadounidense tras cinco años de subidas, como ahora.

Se arrastraba el resquemor por la subida del 5,5% al 6% de los tipos de descuento de la Fed y se temía que el banco central estaodunidense subiera los tipos de interés ante el incremento de la inflación (parecido a lo que se vive ahora). También entonces se generalizaron las caídas en todas las Bolsas mundiales. Pero, igual que ayer, no hubo una razón clara para que el Dow Jones cayera al cierre un 22,6%.

Ni siquiera hoy existe consenso sobre las causas de ese batacazo mayúsculo. Entre esas causas, precisamente, está la existencia de los programas de trading que establecen stop loss, lo que agravó el desplome y llevó a las Bolsas mundiales a restringir estos programas. Máquinas que operan en los parqués y cada vez tienen más peso. 

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