Energías alternativas, reto y oportunidad
Reducir la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de NOx (óxidos de nitrógeno) y CO2 (dióxido de carbono) que afectan a la calidad del aire son dos de los mayores retos que tiene la sociedad en general y el sector del transporte en particular.
Las regulaciones europeas en estos aspectos son las más exigentes del mundo y la automoción es uno de los sectores más regulados. De hecho, la industria europea es la más avanzada en tecnologías eficientes y limpias y muchas de estas tecnologías han sido desarrolladas por el sector de fabricación de componentes. Los objetivos marcados por la Unión Europea en cuanto a emisiones solo pueden alcanzarse mediante la adopción de estas tecnologías en todos los tipos de propulsión. Así, aunque continuar con los avances tecnológicos y las mejoras en eficiencia de los motores de combustión interna sigue siendo esencial, la transición hacia sistemas de propulsión con combustibles alternativos tiene cada vez mayor importancia.
El Ministerio de Industria, Energía y Turismo anunció la puesta en marcha de un ambicioso plan de impulso de vehículos de energías alternativas, con cinco líneas estratégicas y 30 medidas que cubren desde la industrialización, al mercado y la infraestructura. Esta estrategia supone un paso adelante de nuestro país, totalmente necesario para la elaboración del futuro marco de acción nacional derivado de la Directiva 2014/94/UE relativa a la implantación de una infraestructura para los combustibles alternativos.
Para su elaboración se ha contado con las contribuciones de las diferentes asociaciones sectoriales, entre ellas Sernauto –asociación española de fabricantes de equipos y componentes para automoción–, desde donde apostamos por la neutralidad tecnológica para satisfacer todas las necesidades del transporte y por el desarrollo tecnológico de múltiples soluciones que sean compatibles con el medioambiente y la seguridad a nivel global. Los fabricantes de componentes españoles seguimos trabajando en paralelo en el desarrollo de sistemas de propulsión con combustibles alternativos, con un enfoque orientado a las prestaciones y al desarrollo de alternativas integrales para todas las categorías de vehículos (gas licuado de petróleo, gas natural comprimido y líquido, biocombustibles de tercera generación, eléctricos, etc.) como en el desarrollo de los motores de combustión interna a los que aún les queda recorrido.
En nuestra Agenda estratégica Componentes 2020 proponemos una serie de iniciativas orientadas a fomentar la competitividad y eficiencia de nuestra industria. Entre ellas, destacan aquellas relacionadas con la eficiencia energética y con el desarrollo de la actividad productiva de una forma sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Desde nuestro punto de vista, el uso de vehículos con combustibles alternativos pasa por la puesta en marcha de una serie de medidas como la interoperabilidad de los puntos de recarga y repostaje; el apoyo de las administraciones públicas en materia de incentivo fiscal y de ayudas a la investigación y el desarrollo; el fomento de la electrificación de los vehículos en las zonas urbanas, consiguiendo así disminuir las emisiones de CO2 a la atmósfera; la priorización de los biocombustibles obtenidos a partir de residuos orgánicos; o el desarrollo de una fiscalidad reducida para los combustibles alternativos. La apuesta es cada vez más fuerte, aunque las cifras a día de hoy hablan de dificultades. Por ejemplo, en España, en 2014 apenas se han vendido 1.300 vehículos eléctricos y menos de 300 unidades de híbridos enchufables.
El proceso de transposición de las directivas europeas a las políticas nacionales es lento; en cuestión de sostenibilidad, las inversiones no amortizadas que se realicen en el sector podrían implicar compensaciones económicas que socaven el objetivo de neutralidad tecnológica; pero quizá la falta de armonización en las infraestructuras de los diferentes países de la Unión Europea, que impiden que un usuario cualquiera pueda moverse libremente por toda la Unión con un vehículo impulsado con energías alternativas, sea la mayor barrera para el desarrollo masivo de esta flota de vehículos.
Lo que queda claro es que es una tendencia irreversible que ha despertado el interés del mercado, de la sociedad y de los gobiernos, pero todavía hay mucho camino por recorrer hasta conseguir que la decisión de compra de este tipo de vehículos pase a ser una cuestión meramente de gustos o de preferencias. Algo a lo que en este sector todos aspiramos.