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Rajoy saca a pasear la crisis de la Seguridad Social

¿A cuento de qué viene poner en circulación el reto de la Seguridad Social? El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sin que nadie le preguntara el pasado viernes, y dado que tenía mucho interés por hablar del futuro, abrió el gran melón del sistema de pensiones. No parece la mejor manera de afrontar unas elecciones generales. ¿O sí?.

Empeñado en ceñir el relato de su gestión y la compaña electoral al desempeño que la economía ha tenido en esta legislatura, el presidente del Gobierno sacó a pasear el viernes, en la última rueda de prensa de la temporada, el futuro de las pensiones públicas. La Seguridad Social, electoralmente hablando, es una bomba de relojería, porque solo puede hablarse de ella demagógicamente, pues si se habla en serio es para echarse a temblar.

El presidente mezcló intencionadamente todo, como viene haciendo en los últimos meses, sobre todo desde las elecciones autonómicas y locales, que han trastocado la relación de fuerzas en el país, y que podría desembocar en un movimiento de mayor calado en las elecciones generales de fin de año. Liga su razonablemente buena gestión de la economía a la decisión de los españoles en las urnas, y advierte de la posibilidad cierta de entrar en una de las etapas más largas de crecimiento y prosperidad de la historia de España (eso lo dice él), puede quebrarse si gana las elecciones cualquier otro partido que no sea el PP.

Acusa al PSOE y su líder de centrar su programa en la simple e infantiloide derogación de cuantas reformas ha hecho el Partido Popular y que han dado un excelente resultado en crecimiento y empleo; y acusa a Artur Mas de llevar a Cataluña cerca del abismo; y acusa a Podemos e Iglesias Turrión de hacer planteamientos que pueden convertir a España en la Grecia bis, algo que, por cierto, hasta el mismo Varufakis admite en su excentricidad.

Rajoy sabrá porqué todo su discurso es económico, donde puede realmente presumir. Pero no parece muy acertado meterse ahora en el jardín de la reforma de las pensiones, que ha sido siempre un enjambre de avispas. Los pensionistas es el colectivo más vulnerable de la sociedad, y Rajoy lo ha cuidado como oro en paño pese a las dificultades financieras del país; tienen una alta sensibilidad política y nadie quiere perder su favor en las urnas. Por ello, Rajoy vuelve a sacar el asunto de las pensiones.

Pero cuando se reforma la Seguridad Social se habla del futuro de los pensionistas del futuro; de quienes hoy cotizan, no de quienes ya son pasivos. Rajoy saca a pasear este asunto porque cree que el PP se ha ganado el aval de buen gestor de las cuentas públicas, y quiere que se retraten el resto de partidos; quiere que la población sienta que si es el momento de amarrar más el gasto para preservar las pensiones, debe dejar la administración de las cuentas en manos del Partido Popular.

Hablar de pensiones, de su futuro, de su sostenibilidad, de panes y peces, es muy fácil, y a eso se presta un debate electoral en esa materia. Por ello es mejor no meneallo hasta que se hable del asunto en serio.

La Seguridad Social está enferma: menos enferma que hace cuatro años, pero enferma. Es el único pilar de la economía y la sociedad que no se ha resuelto. Y no se ha hecho porque aunque la economía crezca un 3%, y lo haga a tal ritmo durante seis años, no hay garantía para las pensiones públicas en las cuantías que hoy reconoce la ley. La demografía camina más rápida que la economía; se deteriora más rápido de lo que pueda mejorar la economía. Y eso hay que admitirlo

Rajoy tiene razón. Pero la gente debe exigirle ahora, si se trata del gran reto del futuro, qué piensa hacer con las pensiones. Cómo piensa ganartizarlas. Porque eso solo es posible de dos maneras: pagando más, o cobrando menos, o una combinación de ambas cosas. A ver quién se atreve a sacar el asunto en campaña. Rajoy lo hace porque cree que tiene la patente de la buena gastión del gasto público, que, cierto, puede que sea verdad.

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