Calidad de vida y competitividad van de la mano en la empresa
En una empresa, mantener a los empleados motivados y con actitud positiva frente al trabajo que desempeñan es clave para que todos los procesos sean más productivos, incrementando así la competitividad. Por eso es importante generar políticas que velen por el bienestar y satisfacción de los empleados. Es en este binomio, calidad de vida de las personas y competitividad de las empresas, en el que trabaja desde su constitución, en 2005, la Fundación Alares, como señala su presidente, Javier Benavente. “Pensamos que ambos conceptos van íntimamente unidos”.
La Fundación Alares se centra en cinco grandes áreas de actividad: prevención de la dependencia y atención a las personas dependientes; el campo de la conciliación trabajo-familia; la integración social y laboral de las personas con discapacidad; la gestión de la diversidad en la empresa, y la lucha contra el desempleo. “Todo esto lo trabajamos dentro del mundo de la empresa”, indica Benavente.
Premios
La Fundación Alares ha conseguido posicionarse en el campo de la conciliación trabajo-familia. En este ámbito, promueve los Premios Nacionales Alares a la Conciliación de la Vida Laboral, Personal y Familiar y a la Responsabilidad Social. Con ellos se reconoce la labor en este campo de empresas, periodistas, medios de comunicación, directivos... hasta un total de 12 categorías (cada una con un primero y un segundo premio).
Porque son las empresas, a través de sus planes de conciliación, las que implementan programas de asistencia a los empleados. Así, en el caso, por ejemplo, de necesitar cuidados para un familiar enfermo o dependiente, el trabajador contará con un servicio de asistencia en domicilio facilitado por la empresa. “Se está contribuyendo así a la mejora de la productividad, la reducción del absentismo y la mejora del compromiso”, expone el presidente de la Fundación Alares. “Con ello estamos influyendo en la competitividad de la empresa, pero a la vez estamos contribuyendo al bienestar de toda la gente que está alrededor de esos empleados”, apostilla.
Igualmente, este tipo de servicios asistenciales los implementan muchas empresas para fidelizar a sus clientes o atraer otros nuevos. “Unimos así la parte social con el negocio. En vez de regalar el banco una sartén, regala servicios asistenciales”, pone como ejemplo Benavente.
Estas necesidades asistenciales están íntimamente relacionadas con los temas de conciliación trabajo-familia. “Al final, lo que tiene que haber detrás es una disponibilidad de servicios”, asevera. En este ámbito, la fundación está trabajando estrechamente con el Gobierno. Lamenta Javier Benavente que mucha gente, cuando necesita este tipo de servicios asistenciales, lo que hace es acudir a la economía sumergida: “A buscar a alguien que cuide al niño, a los padres, al familiar enfermo... Y estamos luchando para que todo esto aflore y sean empleos de calidad, empleos legales. Pero para ello necesitamos que los costes que se producen sean los mismos que cuando se acude a la economía sumergida”, explica. “Muchos particulares no pueden pagar los costes que entraña una Seguridad Social, etc.”, recalca.
Se trata de que cuando ambos miembros de la pareja trabajan y no tienen a nadie que cuide a sus hijos, lo puedan encontrar a un coste reducido y además tenga una desgravación fiscal. “Porque cuando contrato a alguien que cuide a mi hijo es un gasto necesario para ir a trabajar”, resalta. “No vamos a convertir a una familia en una SL para poder cotizar por la diferencia entre ingresos y gastos”, remarca el presidente de la fundación.
La fundación persigue, a su vez, que las empresas también tengan una bonificación social por apoyarlo, con lo que se conseguiría que muchas empresas colaboraran más al Estado del bienestar, “porque, egoístamente, les interesa”. “Al final se ha demostrado que los incentivos fiscales son lo que mueve a las empresas”.
Aflorar economía sumergida
Para contribuir al afloramiento de la economía sumergida que se mueve en el mundo de los servicios a las personas, Javier Benavente, presidente de la Fundación Alares, defiende la creaciónen España de la figura del autoemprendedor. Se trata de personas que quieren prestar servicios en las casas, como cuidar de personas mayores, dar clases particulares, hacer pequeños arreglos, o incluso compartir un vehículo, pero que sus ingresos, al menos inicialmente, no les permiten asumir el coste de estar dados de alta como autónomos.
“Hagamos que estas personas se den de alta en una web y que paguen el 15% de lo que facturen, y que el Estado distribuya ese porcentaje como le parezca, Seguridad Social, IRPF, etc. Si no facturan nada, que no paguen nada”, reclama Benavente. Cuando este autoemprendedor llegue a un nivel de facturación de “20.000 o 30.000 euros”, según se establezca, “lo consideramos un empresario normal” y se sometería al régimen de tributación ordinario.
Con esta figura, señala Javier Benavente, en Francia se han creado más de 2,5 millones de autoemprendedores en los últimos años. “Se evita toda esa economía sumergida de gente que está haciendo pequeños trabajos y que en el mundo social, donde nosotros estamos, es muy importante”, concluye.