_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Seis meses de factura electrónica

En la actualidad, si en una conversación entre profesionales del campo de las finanzas en España se oye la palabra FACe, nadie duda de lo que se está hablando. El resto podría buscarlo en Google y, probablemente, se sorprendería al descubrir que… ¿estaban hablando de Facebook? Y es que la primera entrada de FACe, punto general de entrada de facturas electrónicas de la Administración General del Estado, aparece en cuarta posición, tras la famosa red social y los diferentes significados de cara (face) en inglés.

Bromas aparte, el pasado 15 de julio, se cumplían seis meses desde que FACe llegó al día a día de las empresas que facturamos a las Administraciones Públicas españolas, por lo que es buen momento para hacer un primer balance de la situación.

Vaya por delante que soy un acérrimo defensor de la factura electrónica y que me parece que, más que una apuesta de futuro, debería ser el presente desde hace mucho tiempo.

Por eso, después del “fiasco” de la puesta en marcha de la Ley 30/2007 de 30 de octubre que, en mi opinión, obligaba a la emisión de factura electrónica a las AAPP el 1 de Agosto de 2008 y que no se aplicó, me llevé una alegría cuando escuché que se relanzaba la aplicación de la ley y que nacía FACe. Esa alegría no fue sólo porque se reactivaba una medida que está destinada a mejorar de forma directa la productividad y la competitividad de la empresa española, al tiempo que busca un Estado más eficiente, sino también por el impacto positivo en nuestra actividad comercial como proveedores de servicios en el ámbito SAP.

Los diferentes proyectos que hemos desarrollado en esta área de la efactura desde 2006 y, en particular, en este último año con la aparición de FACe, nos ha permitido ver que, desafortunadamente, la puesta en marcha de la iniciativa no fue tan buena como el objetivo que perseguía.

Al inicio, FACe provocó mucha desconfianza, desconocimiento, descontrol… pero, sobre todo, despreocupación. Esta circunstancia queda muy bien reflejada en un estudio que realizó Seres, que destacaba que más del 50% de los proveedores de las AAPP no habían iniciado su adaptación a la factura electrónica, e incluso había un 1% que no sabían qué tenían que hacer. Sin embargo, y aunque no estuvieran todos los sistemas y procedimientos engrasados al 100%, el día 15 de enero FACe empezó a recibir facturas reales. En estos seis meses, FACe ha conseguido dar servicio a 971 organismos de la Administración General del Estado (AGE) y 7.539 municipios han firmado la adhesión a FACe, reconociendo legalmente su uso como punto general de entrada de facturas electrónicas, abarcando en total más del 90% de la población actual del Estado Español. Asimismo, 16 Comunidades Autónomas y las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla se han adherido al uso de FACe como su punto o uno de sus puntos de entrada de facturas electrónicas. A las que se suman 41 universidades y 25 instituciones.

Se han recibido más de dos millones de facturas dirigidas a diferentes entidades, habiéndose reducido el plazo de pago a los proveedores a 82 días, aún todavía por encima de los 30 días legalmente exigibles. Sin duda, los datos son elocuentes y muestran un gran avance. También es cierto que todavía hay muchas ineficiencias que resolver. Aun así, el mercado dispone de más y mejor información, se conoce el procedimiento de acceso a FACe, se van limando los problemas técnicos y políticos, pero lo más importante es que se ha interiorizado en las empresas que el proceso de emisión de factura electrónica es crítico para su negocio, y algo que podrían, por qué no, reutilizar para otros ámbitos.

Confío en que esto nos permita, en poco tiempo, eliminar la gestión de facturas en papel en todos los sectores de actividad, de forma que cualquier organización pueda beneficiarse de todo lo que aporta el tratamiento de facturas electrónicas y dediquen esos recursos, tanto económicos como humanos, a generar más valor en otras áreas organizativas.

No soy iluso. Sé que hay que trabajar para llegar al objetivo desde todos los ámbitos: Gobierno, Agencia Tributaria, Administraciones Públicas, empresas y nosotros, es decir, las compañías que ayudamos a esas empresas a resolver tecnológicamente los nuevos requisitos de negocio.

Parafraseando a Neil Armstrong, el día 15 de enero se dio “un pequeño paso para la factura, pero un gran paso para la productividad”.

Luis Fernández-Sanguino es Socio Director de Stratesys.

Archivado En

_
_