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La compra de Bimbo por Panrico crearía un gigante en la Península

Una fusión de supervivencia solo en manos de los jueces

El grupo mexicano se reserva el derecho a retirarse de la operación si el Supremo anula el proceso de reestructuración en Panrico

Pablo Monge
Fernando Sanz Sánchez de Rojas

Las alarmas saltaron este fin de semana de nuevo en las sedes de los dos grandes sindicatos de clase. La filial española del grupo alimentario mexicano Bimbo ha llegado a un principio de acuerdo con la firma de capital riesgo Oaktree para adquirir Panrico en España, sociedad propietaria y explotador en exclusiva para en nuestro país de la marca y la denominación Donuts.

Y saltaron las alarmas porque ambas empresas no pasan por su mejor momento de negocio. Bimbo acaba de salir de un expediente de regulación de empleo en su fábrica de Madrid, como parte de un proceso de reorganización de su fuerza industrial. Y Panrico en los dos últimos años se ha visto envuelta en un durísimo conflicto sindical en una de sus plantas, derivado también de su decisión de reconducir su fuerza industrial y recortarla. En 2013 la empresa dirigida por Carlos Gila, despidió a 468 trabajadores.

¿Cuál es la razón de la debilidad de los dos gigantes? Nada más y nada menos que la marca blanca y los fabricantes de repostería industrial de bajo precio, que durante los últimos años han conseguido imponerse en el mercado, limando los márgenes de ambas empresas y erosionando su antiguamente amplia base de negocio.

Esa es la razón de la unión, algo que venían avisando reiteradamente varios representantes sindicales que vigilan estrechamente el cumplimiento de los acuerdos del ERE de Panrico. La debilidad se va a intentar solventar con una unión que aflorará más ahorro de costes y sinergias, que contribuirá definitivamente a ajustar más los márgenes y atesorar potencial de bajada de precios con los que enfrentarse a la potentísima marca blanca. En definitiva se trata de una operación impulsada por una simple necesidad de supervivencia.

Oaktree ha encontrado una solución para un problema que no buscó

“Esos ahorros de costes, esa búsqueda de sinergias, solo pueden venir de la mano de una reformulación y una reestructuración de la nómina industrial del nuevo grupo una vez integrado, y eso en los tiempos que corren siempre se traduce en recortes laborales. Y por eso estamos muy preocupados”, subrayaba este fin de semana un responsable sindical de Panrico.

Las cifras

Entre ambas empresas, en España y Portugal atesoran una nómina industrial de 16 plantas y más de 4.000 empleados. Fuentes empresariales explican sin embargo que el mix de producto no es exactamente el mismo en las dos empresas, “son bastante complementarias en líneas de producción, pero sin duda habrá que abrir un análisis de la situación después de superar todos los requerimientos legales y buscar como maximizar la rentabilidad”.

Pero el pacto para crear una estructura empresarial más eficiente y consolidada, está en manos de los jueces del Supremo. Primero será la CNMC la que dictamine que posición de dominio ejercería en cada uno de los negocios en los que opera y aceptará o no los remedios que, sin duda, ofrecerá Bimbo. Y segundo, y esto es lo verdaderamente importante, está en manos del alto tribunal la decisión de declarar si el ERE formulado por Panrico hace dos años, fue legal o no.

Según el preacuerdo de la fusión, Bimbo se ha reservado el derecho de retirarse de la operación si finalmente el Supremo decide anular todo el proceso de reestructuración de Panrico, tal y como defienden en el tribunal CC OO y UGT. De adoptarse una decisión similar a la que el Supremo ha tomado en el caso de Coca-Cola Iberian Partners, toda la arquitectura empresarial construida en torno a la integración se desmoronaría como un castillo de naipes. En todo caso, Oaktree ha encontrado una solución para un problema que no buscó y que ni siquiera sospechaba que era tan grande cuando comenzó a comprar la deuda bancaria de Panrico después de que, el también fondo de capital riesgo, Apax decidiera en 2006 dejarla caer y los acreedores, principalmente bancos, ejecutarán las acciones.

A tenor de las conversaciones privadas que los ejecutivos de Panrico mantenían con otros directivos del sector, vender a Bimbo no era la solución que Oaktree había ideado para dar continuidad al negocio del fabricante de Donuts. Pero después de salvar la empresa, la oferta le ha hecho reconsiderar su estrategia. Soluciona un problema y, de paso, enmienda un error que cometió entrando en su día en Panrico sin medir exactamente la profundidad de los agujeros de Donuts.

Aunque bien es cierto que lejos de abandonarla cuando la realidad de las cosas mostró su verdadera cara, Oaktree optó por meter mucho dinero en la compañía para que pudiera atender tanto sus obligaciones con los acreedores, cubrir algo tan básico como pagar nóminas y conseguir hoy que en el horizonte ya se vea la posibilidad de comenzar a ganar dinero mínimamente en España. Hoy está en duda si finalmente el fondo británico logrará rentabilizar algo su error, que sin duda ha sido una de las inversiones españolas que más le ha costado digerir.

Las cuentas de 2014 de Panrico reflejan que la empresa comenzaba a respirar aunque tímidamente y a bocanadas. Tras el fortísimo ahorro de costes derivada del ERE y la reestructuración industrial, comienza adivinarse que quizás este año y casi con seguridad en el que viene, comenzará a dejarse atrás, aunque muy tímidamente, el tinte rojo de las cuentas. Panrico cerró el pasado ejercicio con unas ventas de 258 millones de euros y unas pérdidas de explotación de 2,9 millones, muy lejos de los 65 millones que anotó en este epígrafe en 2013.

Pero mas allá del rumbo que finalmente sufra la fusión. Panrico atesora en sus cuentas un tesoro fiscal a futuro, del que sin duda se aprovechará la nueva empresa fusionada. Sus pérdidas acumuladas ascienden a 941 millones de euros en 2014, lo que la otorga un escudo tributario que sin duda se valorará, y mucho, durante la auditoría que ahora se iniciará para concretar el precio de la transacción.

Y algo que llama poderosamente la atención es la exigua valoración a la que Panrico se ha visto obligado a contabilizar el valor de sus dos marcas principales. Donuts y Bollycao, ambas están reconocidas en su balance con una tasación de 42,9 millones de euros. En 2013 valían juntas 315 millones. No hay mejor termómetro que este para definir el calvario por el que ha atravesado la empresa.

Sobre la firma

Fernando Sanz Sánchez de Rojas
(Madrid, 1964). Estudió periodismo en Madrid. Comenzó su trayectoria profesional en la revista Aral. En 1991 se incorporó como redactor a la sección de Empresas de Cinco Días. Ha sido redactor jefe de la sección de Empresas, jefe de la sección de Especiales y actualmente redactor jefe de la edición impresa del diario.

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