Lacasa, la dulce morada de Conguitos y Lacasitos
La compañía comenzó a comercializar estos dulces en los ochenta Fue creada en 1852 como un almacén de venta de tejidos, garbanzos y chocolate
Un colmado de mediados del siglo XIX es la morada natal de la aragonesa Lacasa, decimonónica empresa dedicada a la elaboración y comercio de dulces y chucherías de cacao. Al calor de su hogar, nacieron o han crecido desde la década de los ochenta las más musicales de sus golosinas, Lacasitos y Conguitos.
Cronología
1852. Antonio Lacasa funda, en la localidad oscense de Jaca, un almacén en el que ofrecía a la venta tejidos, garbanzos y el chocolate que él mismo fabricaba.
Finales del siglo XIX. José Lacasa Ipiens, hijo del fundador, decide limitar la actividad de la empresa a la producción de chocolate y café. Cuando unos años después traspasa el negocio a sus hijos Joaquín y José María, lo hace ya bajo la denominación de Lacasa.
1885. Los chocolates de la marca son premiados con la medalla de oro a la calidad en la Exposición Aragonesa.
Década de los veinte. Lacasa inicia la industrialización de sus procesos de trabajo, con la compra en Francia del primer tostador de café a finales de los años veinte.
1939. Los hermanos Joaquín y José María Lacasa deciden trasladar la empresa de Jaca a Zaragoza, con el objetivo de situarla en un punto estratégico de comunicaciones que facilitase su desarrollo.
1943. La compañía presenta en Madrid un nuevo producto, el turrón de chocolate con almendras.
1955. Lacasa inaugura una nueva fábrica en Zaragoza para dar respuestas a las nuevas necesidades de producción.
1982. La empresa lanza al mercado Lacasitos.
1987. Lacasa adquiere la compañía que produce Los Conguitos.
Es poco probable que, cuando fundó su almacén de venta de tejidos, garbanzos y chocolate –fabricado por él mismo–, Antonio Lacasa pudiese imaginar a miles de niños y adultos canturreando “”uh, ih, uh, ah, ah, uh, ah toma Lacasitos, uh, ih, uh, ah,ah, verás que buenos que están” o “somos los Conguitos y estamos requetebién, vestidos de chocolate con cuerpo de cacahué”.
Y, sin embargo, sucedió. Estas dos cancioncillas, con sus correspondientes anuncios de televisión, componen parte de la memoria sentimental de muchos españoles.
Hasta hace solo algo más de treinta años, esta empresa se dedicaba casi exclusivamente a la elaboración de turrones, producto que constituye aún la mayor parte de su volumen de negocio. Las grageas de chocolate Lacasitos, su producto más pequeño (de ahí su nombre), no verían la luz hasta 1982, el año del primer concierto de los Rolling Stones en España y de la llegada de los socialistas de chaqueta de pana al poder.
Contra toda creencia, estas pequeñas perlitas de chocolate revestidas de azúcar no son una copia de los populares Smarties, a los que sí plagió M&M’s, sino de otra compañía mucho menos conocida: Lenti. Los hermanos José María y Mariano Lacasa, bisnietos del fundador, convencieron al maestro chocolatero de la casa italiana, Romano Quianelli, para que se fuera con ellos. Corría 1979 y todavía faltaban tres años para que nacieran los Lacasitos.
En quién se inspiró Quianelli para crear un chocolate con forma de lenteja es un secreto. Sí se conoce su receta, chocolate puro y 150 capas de azúcar. La última de ellas con un baño de color. También es pública la inspiración para su inconfundible envase. La encontraron los hermanos Lacasa en el estuche del Optalidón, el analgésico que tomaba su madre, Carmen Echeverría.
La misma progenitora que se había visto obligada en los años cincuenta a asumir la dirección de la empresa, pese a contar con cinco hijos menores de edad. A principios de esa década había muerto en accidente ferroviario Joaquín Lacasa. Su hermano José María, quien había quedado como único continuador del negocio, le seguiría en 1957. Antes había logrado convertir la compañía familiar en una empresa de carácter nacional al dejar de vender sus productos únicamente en Aragón. En 1943 ya habían presentado con notable éxito uno de sus productos en Madrid, el turrón de chocolate con almendras.
La tragedia y las dificultades no desanimaron a la viuda y matriarca, quien no solo gestionó el grupo familiar durante más diez años, sino que además amplió el negocio con la compra de tres pequeñas empresas locales: Cafés Urbez, Caramelos Nice y una estuchadora de azúcar denominada Viuda de Guedea.
En 1972, los Lacasa decidieron constituir una sociedad mercantil, formada por Carmen Echeverría como presidenta y sus cinco hijos como accionistas. A finales de esa década, el fuerte aumento de sus ventas llevó a la familia a abrir una nueva fábrica en Utebo, a solo 14 kilómetros de Zaragoza, localidad a la que compañía ya se había trasladado desde Jaca después de la Guerra Civil. Las mejores infraestructuras y conexiones viarias eran un buen bastón en el que apoyarse para superar la penurias de la postguerra.
Si en 1982 habían llegado los Lacasitos, cinco años más tarde Lacasa haría probablemente una de sus mejores inversiones, la compra de Conguitos. Estos cacahuetes cubiertos de chocolates habían sido creados por un confitero llamado Federico Díaz Martínez e inscritos el 25 de marzo de 1963 en el Registro de la Propiedad Industrial.
Dos años antes, Díaz Martínez había encargado al publicista e ilustrador Juan Tudela Férez el diseño de la imagen del producto. La reciente independencia del Congo belga, que había servido de inspiración para su bautizo como marca, también sugirió el característico muñequito, un negrito africano sonriente y de buena vida. Tudela Férez reconoció años más tarde que el mismo no habría propuesto su ingenuo diseño en épocas más recientes. No hubiera sido políticamente correcto.