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No hay nada que temer; formen una fila ordenada

Que no cunda el pánico, todo está controlado. Como corresponde en las manos finales de la partida que juegan Grecia y los acreedores (se pueden aplicar distintos modelos de teoría de juegos), las apuestas y los faroles suben de escalón. El último, el más llamativo, son las apelaciones a que una salida de Grecia es un riesgo controlable. Recordemos que la eurocrisis que ha llevado al rescate de cinco países y a punto ha estado de destruir más de medio siglo de construcción europea empezó por el afloramiento de déficit en Grecia; mucho, para Grecia casi nada para Europa.

No, no está controlado. No es posible pensar qué sucederá si Grecia sale del euro. Que los mercados no se desplomen de forma preventiva solo significa que hoy no están muy preocupados. Eso no quiere decir nada si Grecia sale del euro. Hizo falta que Mario Draghi prometiese compras masivas de deuda para evitar que el euro se rompiese. Y entonces no había precedentes de ruptura. Los inversores no especularán con que otro paíse salga del euro. Lo buscarán e, incluso, maniobrarán para facilitar la implosión. No es nada persona, solo dinero. Como sucedió de 2010 a 2012.

No debería hacer falta recordar lo obvio: nada, nunca, está controlado en los mercados financieros. Si sale Grecia, el mercado no solo busca el siguiente; intenta señalar y provocar al siguiente. Y si la Europa del Norte no ha sido capaz de firmar con Grecia, raro será que políticamente pueda poner las vallas necesarias para evitar que haya una segunda Grecia.

La postura “oficial” del gobierno griego es aún menos realista. Atenas quizá tenga dinero para pagar las nóminas un mes, pero no tiene para pagar sus deudas. A partir de finales de este mes, si no hay prórroga del rescate, el país entra en terreno inexplorado. Tan inexplorado, que la salida del euro no sería automática, y de hecho ni siquiera estaría garantizada.

De hecho, la expulsión de un país del euro no es una posibilidad contemplada en los tratados. Un corralito es más fácil. Y el BCE puede apretar mucho las tuercas a Atenas sin apretar el gatillo: es el BCE quien tiene la llave del sistema financiero griego a través de los créditos ELA; puede graduar el grifo del dinero hacia los bancos de forma que sean el Banco de Grecia, el ministerio de Finanzas o los propios bancos los que tengan que decretar el temido corralito. Ya llegan los primeros avisos.

Tal y como ha sucedido con Chipre, eso no saca al país del euro. Pero Grecia sufre un daño económico descomunal: el Tesoro está sin dinero, los bancos en modelo zombie y los ahorradores, sin poder sacar dinero. Europa no crea el peligroso precedente de la salida del euro, evita financiar más al socio protestón y los elmentos más combativos pueden mostrar a la plebe las cabezas de Varufakis y Tsipras. El impago y el corralito es una jugada imprevisible y extremadamente arriesgada políticamente (quién sabe qué pasaría en Atenas ese fin de semana), pero no lo es tanto en términos financieros.

Pero no nos engañemos; el problema griego es político.

Bonus: la entrada de Karl Whelan sobre Grecia es para imprimir y pegar en la pared: Grecia ha ampliado la edad de jubilación más que ningún otro país, ha despedido 250.000 funcionarios, ha escalado 42 puestos en el Doing Business Report del Banco Mundial. Que se defienda la gestión de la crisis griega (y que se haga desde España) es alucinante.

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