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Entorno

Desenchufarse de la red eléctrica para ahorrar

Sol y unos siete metros cuadrados de espacio por cada kilovatio de electricidad contratado. Básicamente con esto bastaría para desenchufarse de la red eléctrica, o sea, dejar de pagar los recibos de la luz a la compañía contratada y autoabastecerse de electricidad. Vivir en una casa autónoma energéticamente no es nuevo, pero ahora resulta viable de forma masiva gracias a la tecnología, que ha reducido los costes de forma espectacular. En los últimos cinco años, el coste de la solar fotovoltaica ha bajado un 80%, y solo han pasado dos desde que el Gobierno de Mariano Rajoy puso en circulación un borrador de real decreto tremendamente restrictivo que penalizaba la producción casera de electricidad.

Como respuesta, la Fundación Desarrollo Sostenible lanzó en marzo de 2014 la contundente campaña Corta los Cables, una propuesta para independizarse de la red eléctrica a base de tecnología. Como explican en este organismo, “buscábamos la forma técnica de cumplir con la ley, pero favoreciendo la energía solar fotovoltaica”.

El ahorro previsto para un período de  25 años,  sería de 243.710 euros

Para esta fundación, su iniciativa es una forma de decirle a la gente: “Utilízala, no te van a multar por ello’’. Aquí se refieren a las sanciones de hasta 60 millones de euros que el borrador de real decreto sobre autoconsumo preveía por autoabastecerse de energía de origen renovable. Aunque la norma nunca ha llegado a ponerse en marcha, sí ha bastado para ahuyentar cualquier iniciativa de producción de electricidad para consumo propio.

La rendija que abre esta institución consiste simplemente en desenchufar la casa de la red eléctrica, dejando sin efecto la penalización por verter a la red el excedente de electricidad. ¿Es esto posible? Uno de los últimos ejemplos llegó este mes desde Llano de Brujas, una pedanía de la soleada Murcia, donde una casa unifamiliar ya ha dejado de pagar el recibo de la luz, literalmente. Una línea de crédito a 20 años en el ICO financiará la inversión de más de 15.000 euros que ha costado la instalación de 8 kilovatios de potencia, con capacidad para producir 14.000 kWh al año.

El ahorro para esta vivienda durante los próximos 25 años, el periodo de vida útil de las placas fotovoltaicas, será de 243.710 euros, que la fundación ha calculado teniendo en cuenta un aumento progresivo del precio de la luz de un 7% durante los últimos 20 años.

Esta es la principal vía de financiación que este organismo ve posible para las 210.000 peticiones de usuarios que ha recibido hasta el momento, aunque no precisa cuántas viviendas se han independizado del sistema eléctrico. “Los créditos del ICO contemplan tipos de interés mucho más bajos que la banca tradicional y se mantienen fijos a muy largo plazo”, comentan en la organización.

Ir poco a poco

No hay por qué desenchufarse del todo de una vez. También se puede hacer en varios pasos, con pequeñas inversiones que permitan un autoconsumo limitado. Por ejemplo, instalar una pequeña placa de 240 vatios y un microinversor supone una inversión de 350 euros, según cálculos de la Fundación Desarrollo Sostenible. Solo con estos dos elementos se pueden ahorrar hasta 300 kWh/año en una zona de media irradiación. Y se puede probar antes de comprarlo. Este organismo tiene un acuerdo con algunas empresas de solar fotovoltaica que ofrecen un kit demostrativo para probarlo.

Si se decide dar un paso más, se puede optar por una instalación cinco veces mayor, con una potencia de al menos 1.000 vatios, aprovechando las placas ya instaladas y con un inversor de conexión a la red. El ahorro en este caso será de más de 1.500 kWh y la inversión, de 1.500 euros en el caso de que ya se contara con tres placas con microinversor. Si se inclina por esta opción, la instalación deberá hacerla una empresa acreditada para garantizar que los elementos sean compatibles. Así, se pueden sumar hasta tres placas más y aumentar el ahorro hasta 2.400 euros.

El cálculo del coste dependerá mucho del tamaño de la superficie de la casa, pero la Fundación Desarrollo Sostenible advierte de que el coste neto “nunca debe superar lo que cuesta la energía consumida durante los siguientes ocho años, tomando como referencia el coste del año anterior a la instalación y suponiendo una subida media del 9% anual durante esos años”.

Procedimiento

¿Cómo se cortan los cables? Mediante un sistema que permite tener una red propia y acumular en baterías la electricidad sobrante que no se use de forma inmediata. Cuando se quiere consumir más de lo que se produce, o cuando no hay suficiente luz solar, el sistema extrae parte de la energía acumulada para satisfacer la demanda de este momento. Puede ser que la energía almacenada se agote. Y ahí la única opción, al menos por el momento, es recurrir a un generador de gasoil o de gas “insonorizado y programado para que solo consuma lo estrictamente necesario y acumular para las horas siguientes”.

Salirse de la red resulta más difícil si se vive en un piso, pero se puede. Ahora bien, siempre que se tenga el espacio necesario para captar la luz del sol, sobre la cubierta o en la fachada sur. Quizá el punto más importante será que la comunidad de propietarios dé su visto bueno a la instalación.

Para poner en marcha la instalación, la fundación hace un análisis de viabilidad en el que se incluye la zona geográfica de la vivienda. A menor radiación solar, más paneles fotovoltaicos habrá que instalar. Si la casa reúne las condiciones necesarias para autoabastecerse, la empresa firma un contrato con el usuario en el que garantiza la producción anual de la cantidad de kilovatios acordada, con una variación que no podrá superar el 10%. Los kilovatios que se hayan pactado deben ser equivalentes a los que se hayan consumido durante ese año. La fundación ha firmado un convenio con cinco compañías de solar fotovoltaica y otras cuatro esperan autorización.

Por ahora, salirse de la red puede tener sentido porque el autoconsumo no está regulado. Pero de salir adelante, ¿sería compatible con la instalación que se ha hecho? Sí, bastará programarla para que funcione en modo de autoconsumo con balance neto. Esto quiere decir que si en algún momento entra en vigor la norma para producir electricidad de forma casera, será posible vender la energía eléctrica sobrante a las compañías eléctricas y fijar un precio o una compensación por la energía que se deja de consumir.

La clave de que esta alternativa crezca será el avance de la tecnología para acumular energía eléctrica. La imparable marcha de la batería casera inventada por la compañía Tesla da una pista de la rapidez con la que los acumuladores ayudarán a cambiar la forma de consumir energía. La empresa estadounidense ya tiene todos sus pedidos de 2016 vendidos. “La batería de Tesla es muy sencilla y tiene un precio reducido. Los demás tendrán que seguirle”.

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