Un Madrid competitivo al servicio del empleo
Quienes defendemos un cambio de modelo económico centrado en la creación de empleos de calidad tenemos claro que nuestra primera misión es que la política económica regional tenga como criterio de éxito no solo el incremento del PIB, sino también la reducción del índice de pobreza o de desigualdad entre sus ciudadanos.
Por otra parte, hablar de modelo económico implica abordar en serio la fiscalidad, el presupuesto regional, la financiación autonómica y el fomento del empleo y la actividad empresarial.
En cuanto a fiscalidad, es urgente aplicar una bajada del IRPF a las rentas medias y bajas y es prioritario combatir el fraude reforzando los mecanismos de control y vigilancia de la Administración tributaria regional y estatal.
Por otra parte, ninguna comunidad autónoma puede ser una especie de paraíso fiscal de los grandes patrimonios españoles y por eso hay que replantearse la estructura del impuesto de sucesiones y del patrimonio en Madrid, para que haya unidad fiscal en todo el territorio nacional; sin perjuicio de insistir en la conveniencia de modificar la normativa estatal de ambos impuestos para modernizarlos, evitar que caigan sobre las clases medias y homogeneizarlos en toda España.
Asimismo, hay que decir que el impuesto municipal de plusvalías en caso de herencia resulta, en algunos casos, confiscatorio y es deseable una armonización regional a través de una negociación con los ayuntamientos de la comunidad.
En cuanto a la financiación autonómica, somos muchos los que pensamos que sin una revisión del funcionamiento del Estado autonómico, la lucha contra la deuda y el déficit no resulta ni realista ni posible. La prueba es que el Gobierno va a tener que doblar, sin llegar a la mitad del ejercicio presupuestario, el dinero dedicado al fondo de financiación de las comunidades autónomas, sin ser capaces ni siquiera de iniciar un procedimiento sancionador por incumplimiento de objetivos de déficit.
Vivimos en un Estado autonómico mal diseñado que ha originado un problema de costes excesivos y crecientes a golpe de chantaje emocional o político, cuando lo que necesitamos es un plan serio de eficiencia económica que ponga como objetivo primordial mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Si queremos aplicar economías de escala y asegurar la igualdad de nuestros ciudadanos, con independencia de cuál sea el territorio donde resida, es necesario devolver al Estado competencias en materia de educación, sanidad y justicia.
Por otra parte, es imprescindible terminar con el privilegio intolerable que suponen las excepciones forales, que no solo desafían la lógica, sino que fomentan abiertamente el separatismo. No solo debe recalcularse el cupo, sino que debe evitarse que surjan nuevos privilegios fiscales.
En cuanto al fomento del empleo y la actividad empresarial, la Administración debe prestar una atención superior a las pymes, a los emprendedores y a los autónomos, que son quienes generan empleo y hacen viable el modelo económico. A este respecto, se debe impulsar la financiación a través del capital riesgo, incrementando los recursos financieros de Avalmadrid y aumentando la de la sociedad Capital Riesgo Madrid y su participación en empresas innovadoras, al tiempo que se refuerzan las redes de business angels en la Comunidad de Madrid.
Un foco especial de preocupación es el comercio, no solo por su capacidad de crear riqueza y empleo, sino como factor de cohesión. La Comunidad de Madrid debe apoyar su reforma y modernización, y luchar contra el comercio que resulte opaco fiscalmente o funcione con reglas poco transparentes.
De manera específica para el comercio minorista, es preciso reducir el gasto de alquileres en locales comerciales estableciendo una tasa autonómica del 2% sobre el valor catastral a los locales que permanezcan vacíos más de seis meses y no se ceda la gestión del alquiler a la comunidad autónoma.
También es fundamental mejorar las políticas activas así como el funcionamiento del Servicio Regional de Empleo, que debe actuar de forma coordinada con ayuntamientos y empresas, potenciando la formación profesional en todos sus niveles, así como las escuelas taller y casas de oficios, talleres de empleo y centros de colaboración social.
Específicamente, sería muy positivo revisar la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven 2013-2016, con el fomento del emprendimiento de los jóvenes (reducciones de cuotas a la Seguridad Social), el estímulo de la contratación laboral de jóvenes (por ejemplo, facilitando la transición educación-mercado laboral) y con la mejora de la empleabilidad de los jóvenes desempleados.
Finalmente, Madrid necesita plantear una verdadera política industrial sobre los ejes de modernidad, economía innovadora y excelencia. Hay que impulsar la industria bajo un sistema de incentivos y planificación autonómica, con el objetivo de que llegue a constituir el 20% del PIB regional y promoviendo que cada vez más empresas superen los 250 trabajadores.
Y no se puede plantear una política industrial seria sin definir un modelo de innovación abierto e integral a través un Plan Estratégico de Educación, Emprendimiento, Investigación e Innovación capaz de situar a la Comunidad de Madrid, al menos, con el nivel y dinamismo presente en capitales europeas como Londres o Berlín. La ejecución de dicho plan ha de ser responsabilidad de una nueva Agencia de Promoción y Explotación del Conocimiento y la Innovación con una dirección profesional (y no política), que aglutine recursos y competencias actualmente dispersos en la Administración regional.
Madrid puede ser una de las mejores regiones de Europa si aplicamos una estrategia ambiciosa que mire al medio y largo plazo. Un Madrid en el que desempleo descienda al 5%, en el que la inversión en I+D+i alcance el 5%, con una universidad entre las cinco mejores de Europa y con cero corrupción, pobreza y desigualdad.
Ramón Marcos Allo es Candidato a la presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid por UPYD