Un comienzo de año con viento a favor
Las compañías del Ibex han comenzado el año con el viento claramente a favor. El primer trimestre de 2015 se ha cerrado con un 37% más de beneficios respecto al mismo periodo de 2014. Un total de 29 de las 35 empresas del selectivo han mejorado sus cuentas mientras que solo seis se anotaron descensos o aumentaron sus pérdidas. La cifra global de beneficios en este periodo –que incluye las estimaciones sobre Inditex, que presentará resultados en junio– se sitúa en 9.915 millones de euros. De seguir en esa línea, y de mantenerse las buenas previsiones económicas sobre el crecimiento y el consumo interno, las cotizadas podrían cerrar el año con un beneficio neto de 37.600 millones, lo que supondría un 23,5% más que el logrado el año anterior. Ello viene a reafirmar una tendencia que se inició ya en 2014, cuando las firmas del selectivo obtuvieron un beneficio neto por encima de los 30.000 millones de euros, y demuestra que los efectos de los peores años de la crisis se han dejado atrás. Un invierno económico que se reflejó con virulencia en las cuentas empresariales, mermadas por el desplome del consumo, las políticas de austeridad en la inversión pública, el encarecimiento de la financiación y la concurrencia de duras exigencias normativas, como es el caso de las provisiones millonarias que el sector financiero tuvo que realizar para cumplir con las obligaciones de su nueva regulación.
Un vistazo detallado a las cuentas de estos tres primeros meses del año señala precisamente el excelente comportamiento de la banca como uno de las razones de esta mejora de los beneficios en el Ibex. El sector financiero ha incrementado un 65% sus ganancias en este periodo. Dado el entorno actual europeo, con unos tipos oficiales en cero y una progresiva recuperación de la demanda, el gran reto de la banca en los próximos meses es elevar sus márgenes y mejorar sus rendimientos por intereses.
Junto al buen comportamiento general del sector financiero, ha habido compañías que han mejorado fuertemente sus beneficios –es el caso de Gamesa, por ejemplo, que ha triplicado su cifra– y otras que han vuelto a los números negros, como FCC e IAG. En general, hay dos razones que explican la mejoras de las cifras en la mayor parte de las empresas del selectivo. Por un lado, las políticas de ajuste de costes y saneamiento llevadas a cabo en los últimos ejercicios y su efecto revitalizador sobre el músculo empresarial. Por otro, la mejora de la coyuntura económica tanto en España como en el resto de la zona euro, que dibuja un horizonte de contornos cada vez más claros y definidos. La confluencia de factores como la caída del precio del petróleo, los beneficios a la exportación que supone un euro menos fuerte, el atractivo de los tipos oficiales de interés, el efecto en los mercados y en los costes de financiación que está teniendo el programa de compra de deuda pública del Banco Central Europeo y las facilidades creadas por algunas de las reformas llevadas a cabo durante la crisis –es el caso de la laboral– constituye un excelente terreno para consolidar y mejorar los beneficios durante este año.
Las cuentas de este primer trimestre muestran también que el proceso de desapalancamiento que han llevado a cabo las cotizadas desde el inicio de la crisis parece haber hecho una parada en el camino, dado que la deuda no financiera de las empresas se mantiene en línea con la registrada un año antes. Es cierto que tras el esfuerzo de reducción de lastre llevado a cabo en los últimos años, el nivel de deuda de la mayoría de las firmas resulta considerablemente más asumible en términos de sostenibilidad del negocio, por lo que resulta lógico que el ritmo de desapalancamiento se modere. Pero ese proceso debe continuar como ejercicio de fortalecimiento para aprovechar al máximo las oportunidades de inversión y negocio que la mejora del clima económico traerá consigo. No todo el trabajo, sin embargo, corresponde a las empresas. España debe seguir adelante con los cambios regulatorios necesarios para agilizar las operaciones mercantiles y facilitar que el tejido empresarial lleve a cabo la tarea que le corresponde en una economía de mercado: crear riqueza y generar puestos de trabajo. Una labor que no solo beneficia a sus resultados y a sus accionistas, sino al conjunto del país.