Úbeda y Baeza, dos ciudades, un patrimonio común
Ambos destinos son hijos del mismo estímulo artístico, culto y refinado. Un conjunto monumental patrimonio mundial por su unidad urbanística y cultural.
Componen un conjunto monumental extraordinario y una de las pocas joyas renacentistas que se conservan en España. En la provincia de Jaén, Úbeda y Baeza, declaradas Patrimonio de la Humanidad en 2003, rodeadas de campos de olivos y con el Guadalquivir a sus pies, conservan el trazado original de tiempos lejanos.
La primera es la ciudad señorial exponente de la arquitectura privada y el poder civil, la segunda es una muestra de la arquitectura pública y del poder religioso. El patrimonio monumental y artístico de ambas fue erigido entre los siglos XVI y XVII.
Las dos ciudades jienenses, ubicadas en la comarca de La Loma, encarnan el Renacimiento del sur. Durante el siglo XVI se construyeron los monumentos más relevantes de Úbeda y el estilo renacentista fue el que dominó en la mayoría de ellos.
El secretario de Estado de Carlos I, Francisco de los Cobos, natural de Úbeda, viajó en 1522 a Italia acompañando al emperador. Allí descubrió el movimiento renacentista, prácticamente inexistente en España.
“Baeza, soñaré contigo cuando no te vea...”, escribió Machado
De los Cobos y el arquitecto Andrés de Vandelvira fueron dos figuras capitales de aquel periodo. El primero promovió la construcción de los edificios más importantes de la ciudad y la constitución de una corte hidalga.
Un buen punto de partida para recorrer Úbeda es la plaza Vázquez de Molina, símbolo de la ciudad, también conocida como de Santa María, donde se alza la capilla de El Salvador, el mayor mausoleo civil de España, construido por Andrés de Vandelvira y por el escultor francés Esteban Jamete, para Francisco de los Cobos y su esposa, María de Mendoza.
Al lado, el palacio del Condestable Dávalos, del mismo arquitecto, es el actual Parador de Turismo; el palacio de las Cadenas, sede del ayuntamiento, es otra de las grandes obras civiles, en sus sótanos se encuentra un centro de interpretación dedicado al Renacimiento; frente a la lonja del palacio está la iglesia de Santa María de los Reales Alcázares, erigida sobre una antigua mezquita...
Esta es solo una muestra del empaque arquitectónico de la ciudad. Caminar por el casco histórico, por sus calles empedradas, siempre depara gratas sorpresas.
La Redonda de Miradores es un amplio paseo con vistas al valle, al mar de olivos, que conduce hasta el popular barrio de San Lorenzo. El paseo circunda el perímetro externo del recinto amurallado. A lo largo de este recorrido son visibles varios torreones y trozos de muralla, islámicos y cristianos, de entre los siglos IX y XV.
Úbeda es también una ciudad literaria. El escritor Antonio Muñoz Molina se ha inspirado en ella en muchas de sus novelas. Y aquí falleció y está enterrado San Juan de la Cruz.
Solo ocho kilómetros separan Úbeda de Baeza, hija del mismo estímulo artístico refinado y culto que su hermana. Su barrio histórico concentra la mejor arquitectura señorial, auspiciada por un poderoso clero y un potente poder civil.
“Baeza, soñaré contigo cuando no te vea...” dejó escrito Antonio Machado, que impartió clases de francés en el Instituto General y Técnico de la ciudad entre 1912 y 1919 y donde permanece su huella; una ruta recorre los lugares que frecuentó el poeta sevillano.
La plaza de Santa María es el centro del casco viejo, un magnífico entorno con la catedral, las Casas Consistoriales Altas y el seminario de San Felipe Neri, que junto al imponente palacio de Jabalquinto resulta uno de los conjuntos monumentales más representativos de esta ciudad patrimonial; el palacio es hoy la sede internacional de la Universidad Antonio Machado. Enfrente, la iglesia de Santa Cruz es una de las pocas de estilo románico en buen estado de Andalucía.
En la plaza del Pópulo sobresalen la fuente de los Leones, la antigua carnicería, actualmente sede de los juzgados, y la Audiencia Civil y Escribanías Públicas, donde se localiza la oficina de turismo. Desde allí se aprecia la puerta de Úbeda, que da entrada al espacio amurallado baezano, en su época una de las mejor fortificadas de la ciudad.
El recorrido desemboca en el paseo de las Murallas. Desde allí se aprecia el impactante paisaje que rodea el municipio: el valle del Guadalquivir, la sierra de Cazorla, la sierra de Segura y, en primer plano y dominándolo todo, los interminables campos de olivos. 60 millones pueblan la provincia de Jaén, de los que se extrae el 20% de la producción mundial de aceite de oliva.
A unos ocho kilómetros, la Hacienda de la Laguna acoge el Museo de la Cultura del Olivo, un centro temático que explica la estrecha vinculación de Jaén con el cultivo del olivar, los diferentes procesos productivos, la maquinaria...
En su Jardín de Variedades crecen olivos procedentes de todo el mundo.
El arco de Villalar y la puerta de Jaén dan paso a otra parte de la ciudad antigua. Son reconstrucciones posteriores a 1476, año en que por mandato de Isabel la Católica fueron derribadas partes de la muralla, puertas y torres.
El espacio donde se levantan está lleno de simbolismo: el arco de Villalar fue erigido para conmemorar la batalla de su mismo nombre, que tuvo lugar en Valladolid en 1521, en la que triunfaron las tropas de Carlos I contra los comuneros de Castilla; la puerta de Jaén fue construida para celebrar la visita a la ciudad del emperador Carlos V tras su boda con Isabel de Portugal.
El paseo de la Constitución se diseñó en el siglo XVI para albergar el mercado. En la actualidad, es un lugar de paseo y punto de encuentro. Los edificios presentan la típica estructura de las plazas porticadas castellanas, con soportales donde se establecían los antiguos gremios artesanales.
También acoge palacios de la burguesía de los siglos XVIII y XIX y la curiosa fuente de la Estrella, de la segunda mitad del XIX, con motivo de la Revolución de 1868. Sin duda, el edificio más representativo es la Alhóndiga, la lonja del siglo XVI, en un lateral de la plaza, donde se coordinaba el comercio de cereales y otras mercancías.
Al final del paseo se encontraba el conocido Café Mercantil, que echó el cierre hace poco, quizá empujado por la crisis, donde Antonio Machado iba a tomar café durante su estancia en Baeza.
Guía para el viajero
Comer, dormir... La oferta hotelera es bastante amplia y con una buena relación calidad/precio. Dormir en un palacio es posible. Por ejemplo, el parador de Úbeda, del siglo XVI, es una excelente opción. Para picar es famosa la Cantina La Estación, en Cuesta Rodadera. En Baeza, el hotel restaurante Juanito no es un palacio, pero es recomendable para comer y dormir. El aceite de oliva es la estrella de la gastronomía jienense y la tapa, una auténtica institución, rica y abundante.
La Sinagoga del agua. No solo la época renacentista marcó la vida de estas dos ciudades extraordinarias, asentadas en cerros de más de 750 metros de altitud. En ellas encontramos también vestigios de las culturas musulmana y judía. Un descubrimiento reciente, en 2008, es la Sinagoga del Agua, testimonio de la presencia hebrea en Andalucía.
Donde nace el Guadalquivir. El Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas es el espacio protegido más grande de España y uno de los mayores de Europa. Su flora y su fauna son de un gran valor ecológico. En este paraje nace el Guadalquivir, el mayor río de Andalucía, en el término municipal de Quesada. Su cauce es la columna vertebral que articula las diversas realidades geográficas del parque. También es el origen del río Segura, que se adentra por el territorio de la vecina región murciana. Recorrer este extraordinario entorno natural, Reserva de la Biosfera y Zona de Especial Protección para las Aves, es el broche de oro de una visita a Úbeda y Baeza.