El cigarrillo electrónico, con temor a la nueva ley
Sanidad prepara una nueva normativa para adaptarse a la comunitaria El sector teme que se aproveche para restringir su consumo
El cigarrillo electrónico no termina de afianzarse definitivamente. Tras un boom inicial con la apertura de centenares de tiendas que comercializaban este producto, los cierres y la caída del consumo han hecho que decaiga su presencia en las calles españolas. Ahora, cuando comenzaba a levantar la cabeza, se enfrenta a un cambio en la ley que podría afectar con fuerza su desarrollo.
El 90% de las tiendas, en peligro de desaparecer
Tras una crisis que ha golpeado con fuerza al joven mercado de los cigarrillos electrónicos, solo entre 200 y 250 establecimientos permanecen abiertos y con beneficios. El 95% pertenece a pymes abren franquicias de productos que importan desde el extranjero.
La industria teme que, de confirmarse el borrador de la modificación legislativa, el 90% de las tiendas desaparecerían. Se trata de un sector todavía pequeño pero que se vería casi sepultado por un nuevo cambio en la ley. Fuentes del sector consideran que España está metiendo mucha presión legislativa.
Tras haber regulado su consumo en 2014, en los próximos seis meses el sector debería adaptarse a otras dos nuevas normativas. Primero, la prevista modificación de la ley española y, posteriormente, cumplir la normativa europea, con los costes de adaptación que ello supone. Además, denuncian contradicciones entre la ley nacional y la comunitaria.
La industria española de cigarrillos electrónicos ve con preocupación la futura modificación de la legislación que le afecta. Según fuentes del sector, los cambios irían encaminados a equiparar este producto con el tabaco tradicional, lo que afectaría tanto en la prohibición de consumo en lugares públicos como en la publicidad. Además, continúan dichas fuentes, aumentaría las tasas para los distribuidores.
El Gobierno tiene que acatar, antes de un año, la normativa europea al respecto del cigarrillo electrónico. Una directiva que, según la industria, tiende a diferenciar ambos productos y no a unificarlos, como pretendería el Gobierno español. El Ministerio de Sanidad confirma que se está trabajando en un cambio en la regulación, pero lo vincula a su adaptación al marco europeo, fijándose sobre todo en el aspecto de la restricción de la publicidad. La institución dirigida por Alfonso Alonso no aclara todavía si los cambios podrán ir más allá, como asegura la industria, ni cuándo se producirá. El sector teme que se pueda efectuar “en los próximos días” y camuflado en otro paquete legislativo.
Estas fuentes aluden a un borrador de la tramitación de la nueva normativa que afectaría al uso del cigarrillo electrónico. Afirman que sería un “duro golpe” a una actividad que había comenzado a recuperarse en los dos primeros meses del año. El Gobierno ya creó una ley el año pasado sobre el consumo de este producto, más restrictiva que en el resto de países europeos.
El sector se muestra crítico con el endurecimiento de las prohibiciones para el cigarrillo electrónico. Las fuentes consultadas por este diario no obvian los riesgos que pueda tener este producto, aunque defienden que son mucho menores que el tabaco tradicional y que podría estar encaminado a la reducción del tabaquismo.
Lo cierto es que las organizaciones sanitarias no han consensuado todavía cuál es el verdadero nivel de riesgo para la salud de los consumidores y del fumador pasivo. De confirmarse este extremo, solo Malta tendría en Europa una legislación más rígida para el cigarrillo electrónico, mientras que otros países tienden a diferenciarlo del tabaco.