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Cuenta con uno de los mayores conjuntos volcánicos de Europa

Aire medieval en un entorno privilegiado

Valles, bosques y volcanes salpican la comarca gerundense de La Garrotxa

Manuel G. Pascual

Su ubicación estratégica ha hecho de La Garrotxa una región habitada desde la antigüedad. Comunica la Costa Brava ampurdanesa con las montañas del prepirineo catalán. Y lo hace con una orografía amable: situadas en el valle del Fluvià, sus tierras son ricas en nutrientes, húmedas y bastante llanas gracias a la acción de los 40 volcanes que salpican la zona. El paisaje se vuelve más escarpado en la orilla norte del río, que discurre a pie de las montañas que llegan hasta Francia.

A los romanos no les pasó desapercibido el enclave. Construyeron allí la Vía del Capsacosta (Via Annia), una rama secundaria de la Vía Augusta que cruza la comarca para unir el mar con Ripoll, a su vez un histórico lugar de encuentro de franceses, gerundenses y leridanos.

Aunque quedan por la zona vestigios arquitectónicos de la antigua Roma, lo que mejor se ha conservado hasta nuestros días son las construcciones medievales. El ejemplo más impresionante del auge de la comarca en la Alta Edad Media es el de Besalú, una pequeña ciudad de 2.400 habitantes cuyo número no ha variado demasiado en los últimos 800 años, lo cual da idea de su importancia.

La villa se edificó alrededor del castillo de Besalú, ubicado en la colina que domina la villa y del que existen referencias escritas desde el siglo X. El imponente puente que da acceso al lugar, levantado sobre el río Fluvià, es un aviso de lo que el visitante se encontrará murallas adentro. Iglesias, ermitas, palacetes, edificios románicos y unos baños judíos recientemente descubiertos conviven entre estrechas callejuelas que se abren solo cuando dan a las plazas. Su asequible tamaño y su extraordinariamente rico patrimonio cultural convierten a Besalú en una parada obligatoria si se está recorriendo la zona.

Guía para el viajero

CÓMO IR Olot, capital de la comarca, está a hora y media en coche desde Barcelona y a menos de una hora si se sale desde Gerona. El aeropuerto más cercano es el de esta última ciudad (Gerona-Costa Brava), a la que también llega el AVE.

DÓNDE DORMIR. Las casas rurales abundan por la zona. Son una muy buena opción para fundirse con el paisaje de La Garrotxa y especialmente recomendables si se viaja en grupo y/o con niños. En Olot y en las inmediaciones del parque natural hay varios hoteles entre los que escoger. Besalú también cuenta con varios establecimientos.

DÓNDE COMER. En Besalú, una de las paradas obligatorias de cualquier escapada por La Garrotxa, especialmente recomendable es el Restaurant Pont Vell (972 591 027, unos 50 euros por persona) y, si se prefiere disfrutar de las vistas, Els Jardins de la Martana (972 590 009). Otra buena opción en la zona es La Guixera (972 19 09 37), en Maià de Montcal.

La capital de la comarca, Olot, es una opción menos monumental, aunque igualmente antigua (las primeras referencias a la ciudad son del siglo IX). Hay que pasar por esta población de algo más de 30.000 habitantes para visitar la joya natural de la comarca: el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Considerado uno de los conjuntos volcánicos más importantes de Europa, comprende 15.000 hectáreas, entre las que se incluyen la Fageda de Jordà, un enorme hayedo especialmente recomendable de ver en otoño. Los amantes del senderismo disponen de varios recorridos que atraviesan el parque de arriba abajo.

Y a quienes se les queden cortas las excursiones por la naturaleza y las visitas de pequeños pueblos medievales, como Santa Pau o Mieres, tienen Gerona y Figueres a menos de media hora en coche.

En cuanto a la gastronomía, baste con decir que la comarca es conocida en Cataluña por sus embutidos (fuet, espetec, bull, longaniza...). Carne y verduras a la brasa y setas (en temporada) acaban de completar los productos más reconocidos de la zona. Estos sabores y olores son los mejores embajadores de una tierra que goza de un entorno privilegiado y exhibe orgullosa sus raíces medievales.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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