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La negociación arrancará esta semana y tiene de plazo hasta el 28 de febrero

La UE urge a Tsipras a cerrar un acuerdo con la troika

El ministro español de Economía, Luis de Guindos (centro), conversa con el ministro Griego de Finanzas, Gikas Hardouvelis (izda), y el Comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Pierre Moscovici (dcha), antes del comienzo de la reunión de Ministros de Finanzas de la Unión Europea en Bruselas (Bélgica), este martes.
El ministro español de Economía, Luis de Guindos (centro), conversa con el ministro Griego de Finanzas, Gikas Hardouvelis (izda), y el Comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Pierre Moscovici (dcha), antes del comienzo de la reunión de Ministros de Finanzas de la Unión Europea en Bruselas (Bélgica), este martes.EFE

La zona euro tiene prisa por cerrar un acuerdo con el Gobierno de Alexis Tsipras para poner fin cuanto antes a la incertidumbre sobre el futuro económico y financiero de Grecia, puesto en duda por los mercados tras la victoria de la coalición de izquierdas Syriza en las elecciones del pasado domingo.

El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, decidió ayer trasladarse este mismo viernes a Atenas para entrevistarse con el nuevo primer ministro griego, Alexis Tsipras, y conocer de primera mano sus intenciones en relación con el rescate financiero.

La cita del viernes iniciará la cuenta atrás para una posible prórroga del rescate actual, del que quedan más de 33.000 millones disponibles entre los recursos del fondo de rescate de la zona euro, del FMI y los beneficios de los bancos centrales por la compra de bonos griegos.

Para continuar con el rescate es imprescindible que Atenas cierre el acuerdo con la troika (CE, BCE y FMI), bloqueado desde el año pasado por las discrepancias de esos organismos con el Gobierno de Antonis Samaras.

El acuerdo permitiría mantener la disponibilidad de los recursos pendientes y facilitar la negociación de una salida escalonada del rescate o la aprobación de un tercer rescate. La continuidad del rescate abriría también a Grecia la puerta para acogerse al plan de compra de deuda aprobado la semana pasada por el Banco Central Europeo, como recordó ayer mismo el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble.

El coqueteo con Putin tiene poco futuro

Grecia siempre ha sido reacia a enfrentarse con Rusia, país con el que mantiene importantes lazos comerciales. Bruselas teme que la llegada al poder de Syriza acentúe esa resistencia y ponga en peligro la unidad de los 28 socios de la UE en el conflicto con Moscú sobre Ucrania. Los 28, incluida Grecia, emitieron ayer un duro comunicado en el que amenazan a Rusia con nuevas represalias por la escalada de violencia en el este de Ucrania. Fuentes diplomáticas aseguran que la unanimidad solo fue posible gracias al despiste de Atenas, que en pleno traspaso de poderes no llegó a tiempo para bloquear o suavizar el comunicado. El jueves, añaden esas fuentes, se comprobará el grado de cercanía del nuevo gobierno de Alexis Tsipras con el de Vladimir Putin durante una reunión extraordinaria de ministros de Exteriores de la UE para estudiar las nuevas sanciones contra Moscú.

Algunos analistas consideran que Grecia podría aprovechar su situación geoestratégica y sus vínculos con Moscú para arrancar un mejor acuerdo a la troika. Pero el potencial de esa relación parece limitado. Rusia también atraviesa serias dificultades económicas y ha salido muy mal parada de sus inversiones en la UE, donde le afectó la quita en Chipre y acaba de ver frustrada la construcción de un nuevo gasoducto a través del Mar Negro.

La posible relación con Pekín, alentada por el gobierno saliente de Antonis Samaras, tampoco parece viable, porque en Syriza se critica las condiciones laborales que imponen los inversores chinos, como en el puerto del Pireo.

La negociación se prevé complicada, tanto por las premisas iniciales de Syriza, que reclama un recorte nominal de la deuda, como por la premura de tiempo, apenas un mes.

El segundo rescate concluye la medianoche del 28 de febrero. Y si no hay acuerdo entre Atenas y Bruselas, el Gobierno de Tsipras no solo perdería las partidas no desembolsadas sino también el derecho a recibir nuevos préstamos para hacer frente a unos vencimientos de deuda que ascienden a 28.000 millones de euros entre 2015 y 2016.

Bruselas confía en que Atenas modere sus exigencias para facilitar el acuerdo. El nombramiento de Yannis Dragasakis como vicepresidente económico se interpreta como un gesto en esa dirección. El número dos del Gobierno griego goza de fama de pragmático en la capital europea, que le tiene por un interlocutor más asequible que al académico Yannis Varoufakis, ministro de Finanzas.

Margen de negociación

Los ministros europeos de Economía reiteraron ayer que se pueden mejorar las condiciones de los préstamos concedidos a Atenas, pero descartaron una condonación parcial de la deuda como ha planteado el partido de Tsipras, Syriza, durante la campaña electoral que le dio la victoria el 25 de enero.

España se ha alineado con la posición más dura para la negociación con Atenas, defendida hasta ahora por Alemania, Holanda y Finlandia. Aun así, incluso esos países admiten la posibilidad de suavizar las condiciones de los préstamos.

“Claro que hay margen, ya hemos mejorado cuatro veces las condiciones y si se cumplen los compromisos lo seguiremos haciendo”, señaló ayer el ministro español de Economía, Luis de Guindos, al término de la reunión mensual en Bruselas del Ecofin (consejo de ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea).

Guindos ni siquiera descartó la posibilidad de supeditar el pago de la deuda a que Grecia recupere un determinado nivel de crecimiento, una fórmula que se baraja como solución de compromiso entre las tesis de Syriza y las exigencias de la troika.

Las cuatro mejoras mencionadas por Guindos ya han supuesto una rebaja del 40% en coste de los préstamos a Grecia. Además, según el director gerente del fondo de rescate, Klaus Regling, Grecia se ahorra cada año unos 8.700 millones (equivalente al 4,5% de su PIB) gracias a los préstamos de la zona euro en relación con lo que pagaba a los inversores privados antes del primer rescate de 2010.

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