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No hay que revivir nada. Hay que resucitar, nacer a una nueva vida.

He aprovechado una frase de "pisitofilos y creditofagos" de uno de sus últimos comentarios para titular esta entrada porque me parece que ilustra muy bien el núcleo central de lo que esta pasando y me viene muy bien para hablar de la ópera "La Traviata" de G. Verdi.

La Traviata (originariamente lo titularon “Violetta” por el personaje principal) es una ópera en tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Francesco Maria Piave, basado en la novela[1] de Alexandre Dumas (hijo) “La dama de las camelias”. Fue estrenada, sin éxito, en el teatro La Fenice de Venecia el 6 de marzo de 1853.

Esta obra, junto a “Il Trovatore” y “Rigoletto”, conocidas como la “trilogía popular”, refuerzan la figura de Verdi como el más importante compositor operístico italiano de su época a la vez que suponen un enorme empuje a la ya, de por sí, meteórica carrera del compositor italiano.

Aunque todo el mundo centra su atención en el tema del “sacrificio por amor” de Violetta. Esta visión me parece escasamente útil. Si fuera así, la obra se distinguiría muy poco del 90% de las películas de Sara Montiel y sería apenas recordada, más que como una más de las cientos de obras sin sentido (y útil solo para el lucimiento vocal de los cantantes) que abundan en el repertorio operístico. A pesar de sus 163 años desde su estreno su mensaje se mantienen vital y fresco y, sobretodo, útil (si se la sabe entender bien) en su misión de guiar a generaciones posteriores en el tortuoso mundo de la apariencias de la vida. Al fin y al cabo esa es la misión última del verdadero arte.

A mí me gusta interpretarla como un ejemplo de las consecuencias de “la negación al cambio”. Las personas, en un determinado momento de sus vidas, encuentran la necesidad de cambiar. A partir de esos momentos, las fuerzas de conservacionistas, se despliegan para intentar que nada cambie. Si el cambio es necesario e inevitable, caer en las garras del inmovilismo, aceptar su chantaje, lleva casi sin remedio a un desastre mayor, como muy bien le sucede a Violetta, al que se hubiera producido de aceptar los riesgos de una nueva forma de vida.

A pesar de que hablamos mucho de la conveniencia de cambiar, de la idoneidad de adaptarse a la realidad, etc,… lo cierto es que generalmente esta actitud no es más que una pose. Ante el “vértigo” que nos produce el cambio y la presión de los demás, siempre encontramos razones para mantener las cosas como están.

“Más vale pájaro en mano que ciento volando” suele decirse. Lo malo es que muchas veces el “pájaro en mano” está muerto, es de papel o simplemente no existe más que en nuestra imaginación. En ese caso podría ser más útil apostar por “el ciento volando”. Al menos sabemos que, al estar volando, están vivos.

Y desde este prisma desde el que quiero centrar el análisis de “La traviata”. La obra se puede resumir en:

- Violetta Valerie es una cortesana que vive en el lujo. Aparentemente vive feliz, pero en el fondo quiere cambiar de vida[3]. (La traducción de término “traviatta” al castellano es “descarriada”)

- Encuentra en Alfredo Germont una oportunidad de cambio y un motivo (Duo “Un di, felice, etérea” ).

- Giorgio Germont (padre de Alfredo) se resiste al cambio y pretende obstaculizarlo. Su objetivo es que todo se quede como está.

- Violetta, renuncia a Alfredo (y con ello al cambio) tras oír la rocambolesca historia de que el matrimonio de la “angelical“ hija de Giorgio (y hermana de Alfredo) con una familia “de bien”, se vería obstaculizado si la “escandalosa” relación entre ambos continúa.

- La decisión de Violetta, le enfrenta a Alfredo (agente del cambio). Aunque éste desconoce las razones de fondo del abandono.

- Violetta muere sola y abandonada por todos. (Recitativo “Teneste la promessa… ” y aría “Addio del passato”). “¡Demasiado tarde!. Espero, espero y no llegan nunca” es el grito desesperada de una mujer engañada.

Siempre he pensado que la llegada de todos (Alfredo, su padre Giorgio y el doctor) al final de la obra, minutos antes de su muerte es realmente una ficción compasiva del autor. Lo lógico es que muriera sola leyendo una y otra vez, casi de memoria [4], una carta en la que le prometen recompensa a su decisión de mantener el “status quo” pero en realidad no llegará nunca.

Mantenerse invariable, como si nada hubiera cambiado, nunca es una solución

Grecia, Europa del Sur, y en general todo Occidente, necesita cambiar. Parte de las cosas que se están haciendo ahora no es más que una manera de evitar el cambio y a la vez vistiéndolo de reforma cuando no es más que hacer lo mismo que nos llevó al desastre.

El sistema de gobernanza mundial está muy dañado. Los Estados Unidos, y en general todo Occidente (que mantuvieron una posición claramente dominante hasta la crisis sistémica del 2008), ha visto como los países emergentes, cuyos niveles de consumo y sus PIB los convierten inevitablemente en participantes al mismo nivel que ellos, reclamaban un cambio en el sistema de gobernanza mundial.

Para resolver éste problema, habría bastado una reforma del sistema anterior que incluyera a todos dentro del mismo club. Por el contrario, Occidente y en especial los EEUU, asustados ante la idea de compartir su poder, se han dedicado a obstaculizar el cambio perdiendo la oportunidad de, integrándose en el proceso de cambio, obtener a cambio una posición, ventajosa, aunque menos dominante.

Oponerse al cambio, sin embargo ha significado que los emergentes han empezado a construir el futuro sin la voz ni la experiencia de los antiguos dominantes, relegando su posición a mera comparsa. Esta transformación llevará aparejada un nuevo modelo de crecimiento y un nuevo reparto de papeles en la maquinaria económica global.

Pensar que lo que ha pasado en los últimos años de crisis es un mero “tropiezo” y que todo puede seguir igual que antes de la crisis del 2008 está detrás de muchas de las previsiones que se viene realizando. Ahí está el error.

Prueba de todo ello es que nada de los que se ha diseñado ha respondido al comportamiento esperado de la economía en anteriores crisis. Ni con un simple QE hemos vuelto restablecer la salud del sistema financiero, ni se ha logrado reducir los balances de los bancos centrales, ni se han subido, como se esperaba, los tipos de interés (que siguen en mínimos impensables hace una década) ni la deuda se ha reducido (a pesar de todos los maquillajes estadísticos que hemos realizado) ni nada, a pesar de los, aparentemente, brillantes datos económicos se parece a una recuperación económica.

Todo está en los “papelitos”.

Obviamente, los eslabones más débiles, en este caso Grecia y al Europa periférica, tienen menos protección contra los cambios que ahora se están produciendo. Serán los primeros en sufrir los embates de las transformaciones. Tiene menos mecanismos de alteración de la realidad y eso las hace victimas propicias. Ya lo estamos viendo.

Pero no serán los únicos. Los que conforman el núcleo central del “viejo mundo” son los que al final más van a sufrir los embates del cambio. Su adaptación a su nueva posición, será más dura. La magnitud de una tragedia siempre es directamente proporcional a la distancia entre la realidad subyacente y la ficción proyectada. Los que ahora más seguros se sienten, son los que más habrán de sufrir.

NOTAS:

  1. La obra está basada en la novela de Alexandre Dumas (hijo), aunque no directamente sino a través de una adaptación teatral.
  2. Ya hablamos en su momento del tema con la ópera “Lohengrin” de Wagner
  3. He escogido para mis ejemplos la innovadora puesta en escena de Willy Decker de «La Traviata» para el festival de Salzburgo en 2005 pues en ella el personaje de Violetta se convierte en un elemento activo a diferencia de su habitual papel de agente pasivo: Alfredo le ofrece algo que quizás anhelaba, pero no buscaba. Entre otras ideas originales se encuentra la importancia del personaje del doctor Grenvil que en las versiones tradicionales aparece solo al final de la ópera, pero aquí está desde el principio y le señala un inmenso reloj (no tiene todo el tiempo del mundo, antes de que su enfermedad se la lleve, debe buscar algo mejor para su vida) y que siempre está en escena. En éste enlace puede verse toda la producción completa: https://www.youtube.com/watch?v=vTekeuLJwko
  4. En la ampulosa producción de Franco Zefirelli de 1982 llevada al cine con plácido Domingo y Teresa Stratas puede observarse como ella recita de memoria la carta. No es una carta que acaba de recibir.No es la primera vez que la lee. https://www.youtube.com/watch?v=eOUKnc6dPyI

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