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Sus vajillas se han ganado la reputación de duraderas

Duralex, los vasos que sobreviven

La empresa francesa creada en 1945 estuvo a punto de desaparecer en 2008 Hoy en día vende en 100 países de los cincos continentes

vajilla duralex
La vajilla ámbar presente en muchos hogares españoles en los ochenta.Duralex

Las vajillas Duralex llevan décadas presentes en las alacenas de millones de familias en el mundo. La mayoría de los españoles nacidos entre los setenta y los ochenta tomó alguna vez un Cola Cao o un café en uno de sus vasos de color ámbar. Hoy en día los productos de la compañía se comercializan en más de 100 países. Estuvo, sin embargo, al borde del cierre en 2008. Los hermanos franco-británicos Ioannides la salvaron de desaparecer.

Vista de la fábrica en La Chapelle-Saint Mesmin.
Vista de la fábrica en La Chapelle-Saint Mesmin.Duralex

Cronología

1934. El fabricante de vidrios Saint-Gobain adquiere una cristalería ubicada en la comuna de La Chapelle-Saint Mesmin. Esta pertenecía desde 1927 a un perfumista llamado François Coty que producía allí sus frascos y vaporizadores. Anteriormente fue propiedad de un vinagrero.

1939. Invención de la técnica del vidrio templado. Originalmente, pretendían utilizarla para la fabricación de lunas de automóviles. El inicio de la Segunda Guerra Mundial les impidió iniciar la producción.

1945. El 6 de junio se registra la marca Duralex para la fabricación de objetos de vidrio de uso culinario.

1946. Lanzamiento del primer vaso, el modelo Gigogne, que se caracterizaba por ser barrigón y tener una línea recta en el medio. Hoy continúa vendiéndose.

1954. Sale al mercado la línea de vasos Picardie, más estrecho y biselado. Es la estrella de la marca.

1956. Los jugadores del Real Madrid viajan a París para disputar la Copa de Europa. Su primera visita fue a una tienda para comprar vajillas de la compañía.

1950-1970. Los 30 años gloriosos de Duralex, en los que extiende sus ventas internacionalmente. En los setenta sus productos estaban ya en más de 170 países.

1960. En esta década se abre una segunda fábrica en la comuna de Rive-de-Gier.

1964. Se alcanza una producción de 133 millones de vasos, platos y bandejas.

1965. Un anuncio de la marca gana el duodécimo Festival Internacional de Publicidad de Cannes.

1975. La cristalería Duralex comienza su declive. La competencia de otras marcas más baratas procedentes de Asia en los ochenta hace que disminuyan sus ventas.

1997. Saint-Gobain vende la empresa al grupo italiano Bormioli Rocco & Figlio.

2002. Las cuentas entran en números rojos.

2004. Cesión de la compañía a nuevos inversores: un directivo de Duralex y sus asociados.

2005. La empresa se declara en quiebra. La adquiere el mayorista turco Sinan Solmaz.

2007. Cierre de la planta de Rive-de-Gier, en la que trabajaban 110 obreros.

2008. En el verano, Duralex entra en fase de liquidación judicial. Los hermanos franco-británicos André y Antoine Ioannides deciden comprarla. El primer ejercicio de los nuevos dueños se salda con una facturación de 34 millones de euros y un beneficio neto de 2,7 millones.

La historia de Duralex es la de una empresa que se niega a quebrar a pesar de los múltiples accidentes económicos que le ha tocado vivir. Pese a los contratiempos, está llamada a durar. Igual que sus productos, famosos por ser indestructibles. La publicidad de la marca lleva años presumiendo de ello: “Utilícelo como un martillo, déjelo caer, golpéelo, hágalo pasar del hielo al agua hirviendo”, anunciaban. Y si se rompen, no hay peligro. Lo hará en una nube de trocitos. Los menores riesgos de cortarse también han funcionado como estrategia de marketing.

Saint-Gobain, el fundador de Duralex, no soñaba con vender menaje de hogar. Su proyecto era otro bien distinto cuando en 1934 compró una cristalería en la comuna de La Chapelle-Saint Mesmin. Quería fabricar lunas de automóviles. Para ello desarrolló un vidrio templado que se modela aún a una temperatura de 700 grados. Luego pasa a 550 y se enfría mediante el soplado a temperatura ambiente. Uno de los experimentos a los que sometió el material consistía en dejar caer una bola de acero de un kilo desde una altura de metro y medio sobre una plancha de cristal. Esta resistía al choque, mientras que una de vidrio corriente se rompía en mil añicos.

El inicio de la Segunda Guerra Mundial truncó la posibilidad de mejorar la seguridad vial con lunas irrompibles. La contienda hizo nacer, sin embargo, una idea visionaria: la producción de vajillas resistentes que ayudasen a combatir la penuria de las familias francesas. En 1945, el industrial galo registra la marca Duralex, destinada a la fabricación de objetos de vidrio de uso culinario. El nombre se originó en un juego verbal basado en su duración y en la cita latina dura lex sed lex (la ley es dura, pero es la ley).

Un año más tarde, la compañía lanza al mercado su primer vaso, el Gigogne –barrigón y con una raya recta en el medio–, que sigue vendiéndose en la actualidad. En 1954 verá la luz su hermano más conocido, la línea Picardie, un modelo más estrecho y biselado. Se inician así los treinta años gloriosos de la marca, en los que inundan los hogares galos y de otras tierras con distintas variedades de artículos. Tanto, que en los sesenta abren una segunda fábrica en la comuna de Rive-de-Gier.

En su etapa de apogeo, en los años sesenta y setenta, empleaba a 1.500 personas; de estas, 1.300 eran obreros que trabajaban directamente en la producción de los vasos, platos y bandejas. Necesitaban muchas manos. En 1964 habían alcanzado una producción de 133 millones de vasos, platos y bandejas.

A finales de los setenta, sin embargo, la compañía entra en declive. Comienza a quedarse anticuada para los consumidores y ha de hacer frente a la competencia, fruto de los inicios de un mundo globalizado. Duralex no se recupera de ello y la empresa entra en caída libre. Saint-Gobain la vende en 1997 al grupo italiano Bormioli Rocco & Figlio, que no consigue remontarla. En 2002 registra números rojos. Aparece entonces el mayorista turco Sinan Solmaz. Su gestión fue desastrosa. En 2007 cierra la fábrica de Rive-de-Gier y un año más tarde la sociedad entra en fase de liquidación judicial.

El vidrio templado se modela a una temperatura de 700 grados.
El vidrio templado se modela a una temperatura de 700 grados.Duralex

El juego del comedor escolar: ¿cuántos años tengo?

En los comedores escolares existió durante un tiempo un juego infantil con el que cambiar de edad de un solo vistazo. “¿Cuántos años tengo?”, se preguntaban los niños y niñas mientras comían los guisantes o el filete con patatas. La respuesta estaba en el fondo de un vaso Duralex.

Se podía envejecer o rejuvenecer de golpe. Se podía tener 1, 10, 15, 26, 32 o 48 años, pero jamás se podía superar esta última cifra. ¿Magia? No. Solo un juego. En el fondo de los vasos modelo Gigogne de Duralex estaba grabada una cifra del 1 al 48. El número del molde con el que se había producido el artículo.

En realidad existen 50 moldes diferentes, distribuidos en dos planchas, por lo que se producen una cincuentena de vasos cada vez. Sin embargo, solo se comercializan 48. Los dos restantes están reservados para una supervisión de la calidad que evite una fabricación defectuosa.

La añoranza de este entretenimiento infantil se ha traslado al mundo virtual. En la red social Facebook existen varios grupos que llaman a unirse a ellos Si también jugabas a mirar tu edad en un vaso de Duralex o Cuando era pequeño miraba mi edad en el fondo de un vaso Duralex. Un solaz duradero y naíf.

A su rescate llegaron André y Antoine Ioannides. El primero, ya ligado a la marca al encargarse desde Atenas de su distribución en Oriente Próximo, convence a su hermano Antoine, empresario agroalimentario en Estados Unidos, de comprar lo que él consideraba su bebé. Un tercer hermano se une a la aventura.

Y, aunque parezca contradictorio, la crisis económica desatada en septiembre de 2008 juega a su favor. Cinco años más tarde, su cifra de negocio asciende a 30 millones de euros, con una fábrica que produce 24 horas al día, 7 días a la semana y en la que trabajan unos 200 empleados. Las familias vuelven a necesitar gastar lo menos posible. Una vajilla a prueba de golpes ayuda en este menester.

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