Cómo conseguir que tu ‘start up’ triunfe
Expertos del mundo académico, empresarial e inversor apostaron en una una jornada organizada por el holding tecnológico eGauss y la Universidad Politécnica de Madrid, por transferir conocimiento tecnológico de la universidad a la empresa, y de ésta a la sociedad, y por poner en contacto a unos y otros para compartir sinergias. Varios empresarios-investigadores contaron su experiencia en el lanzamiento de start-ups.
Inversores, investigadores y creadores de empresas tecnológicas se han el pasado día 19 en Madrid en la primera edición del Global I+T Workshop, un evento organizado por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), el holding tecnológico eGauss y la Cátedra UPM-eGauss de Innovación y Tecnología, en el que abordaron las oportunidades y dificultades de la transferencia de tecnología desde la universidad al mercado, así como las posibilidades de inversión en el sector.
Raúl Mata, socio fundador de eGauss y anfitrión del evento, señaló que el objetivo de eventos como éste es que las compañías y los centros de investigación hablen “más directamente” entre sí. También anunció que antes de verano de 2015 eGauss tiene previsto lanzar el mayor fondo de inversión en transferencia tecnológica de España, así como un canal de televisión orientado a investigadores y compañías, y “una nueva marca orientada a la creación de clusters empresariales”.
Las “relaciones y partenariados estables”, como el que mantienen la UPM y eGauss, “permiten construir el futuro de una manera combinada”, señaló Gonzalo León, director del Centro de Apoyo a la Innovación Tecnológica de la UPM. “La universidad debe tener una misión social, y debe hacerlo con otros, no puede hacerlo de forma aislada”. Eso resulta más sencillo en las escuelas de ingeniería, donde tienen una visión “pragmática”, pese a lo cual “muchas veces la investigación aplicada termina sin aplicarse”.
Para luchar contra eso, la UPM creó ActúaUPM, programa que lanza unas 15 o 20 empresas anuales, y que ha lanzado unas 160 en total. Asimismo, la UPM licencia unas 50 o 60 patentes al año, explicó León, pero muchas de ellas se quedan en el camino.
La directora del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, Marian del Egido, destacó la importancia de la tecnología en la sociedad, pese a que muchos ciudadanos digan que no les interesa “porque no la entienden. Desde el museo queremos contribuir a la formación científica”, señaló. En su nueva sede en Alcobendas (Madrid), en el antiguo CosmoCaixa, expondrán 500 de las 17.000 piezas con las que cuenta el museo.
La tecnología, impulso de la civilización
La conferencia inaugural de la jornada la impartió Pedro Navarro, vicepresidente de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos, y con un largo historial de puestos directivos en empresas como Accenture. “Las humanidades son importantes”, señaló, “pero son las tecnologías las que hacen avanzar a la civilización”.
Navarro explicó por qué fracasan las start-ups (“que ha habido siempre, antes de que se llamaran así”): En primer lugar, porque no hay mercado para el producto, como le pasó a Nespresso, “que tardó 25 años en triunfar”. Otro ejemplo: “En los 70 me mostraron un teléfono con pantalla, en blanco y negro. No ha triunfado porque la mayoría no queremos que nos vean cuando hablamos por teléfono”. También contó el caso del walkman, que alguien en Sony “se empeñó en lanzar” a pesar de que los estudios de mercado preveían un fracaso. Y triunfó: “Es tremendamente difícil prever el éxito o el fracaso de un producto”.
Otras razones son que se crea que el negocio va a ser mucho más fácil de lo que será en realidad, “tener un mal equipo gestor -los ingenieros no tienen por qué tener competencias financieras, y si fichan a un financiero hay que hacerle caso-”, o simplemente “quedarse sin dinero”. También puede ser que las “viejas compañías reaccionen más de lo previsto”.
En una start-up, un inversor busca, entre otras cosas, “que sea escalable, que sea flexible para cambiar de estrategia cada poco tiempo, que tenga un equipo de gestión y no sea una sola persona -porque eso puede indicar que no ha sabido convencer ni a sus propios amigos-, y que tenga una buena ubicación -en EE.UU las empresas se concentran en unos pocos clusters”.
También recomendó Navarro “tener pasión por el negocio”, y “no ser egoístas”, compartir las ganancias de la empresa. En Andersen Consulting España empezaron siendo tres socios, y acabaron siendo 100. Un par de consejos para terminar: “Gestionar tu empresa siempre como si siguiera siendo una start-up; y, si se fracasa, hacer una autopsia para saber qué ha fallado”.
Mesas redondas
Durante la jornada se sucedieron las mesas redondas, como la moderada por Arístides Senra, director del Programa de Innovación de la UPM, en torno a cómo convertir la tecnología en ingresos.
Juan Ramón Cuadros, director general del Parque Científico Tecnológico de Córdoba, Rabanales 21, destacó la importancia de los ecosistemas de creación de tecnología, y de que la gente interactúe entre sí. También señaló la importancia de concienciarse de que “una de las maneras de generar valor y generar empleo es visionar cómo cambiar el sistema productivo, para lo que hay mimbres suficientes”, en su opinión.
En la frontera
La mesa siguiente, sobre Fronteras tecnológicas, presentó a tres empresas punteras de tres ramas tecnológicas también punteras: la biotecnología, la criptografía cuántica, y la realidad virtual. La mesa estuvo moderada por Eduardo Martínez, editor de Tendencias 21.
Marcelino Cortina, director de Operaciones de la Treelogic, explicó dos de sus grandes proyectos: por un lado, un sistema de triaje, es decir, de priorización en los servicios de urgencias, en el que han colaborado con el médico Josep Gómez, de Andorra, y que “prioriza a millones de pacientes cada año” en los hospitales españoles y latinoamericanos que lo utilizan.
El otro proyecto, DREAMgenics, está aún en desarrollo, y consiste en crear un programa informático para que los médicos del futuro puedan aprovechar las posibilidades del genoma. En él colaboran con Carlos López Otín, de la Universidad de Oviedo, especializado en genoma.
Pedro Ruiz, director de Operaciones de Elite Tecnologías Convergentes, explicó las posibilidades de la criptografía cuántica, que permite establecer comunicaciones completamente seguras -en principio-. Su empresa ofrece productos que permiten producir claves completamente aleatorias, que se envían del emisor al receptor mediante una serie de fotones polarizados. La ventaja es que si alguien intercepta la comunicación, el receptor se da cuenta inmediatamente y descarta usar la clave.
“Lo estamos vendiendo a bancos, instituciones, que dan valor a la información. Es una tecnología que apunta más al sector corporativo, al de consumo es más complicado”, reconoció. Elite está colaborando con la UPM en varios proyectos.
Eduardo Costas, director de la EBT Blue Biotechnology Solutions y catedrático de Genética de la Universidad Complutense de Madrid, explicó cómo utilizan microorganismos para captar uranio en albercas donde se lavaba éste. “Preferimos investigar en biotecnología ambiental que en la de salud, un terreno muy complicado”. También diseñan biofiltros autorregenerables y sensores para detectar herbicidas. Trabajan con Westinghouse en Estados Unidos, y con grandes empresas españolas como Iberdrola. “La clave de nuestro éxito fue pensar diferente”.
Por último, Alejandro Sacristán, director de Expansión de la empresa de realidad virtual Vector001, explicó que realizan contenidos digitales educativos y divulgativos, para museos o centros de investigación. “Todos nos piden el efecto de holograma de La guerra de las galaxias”, bromeó. “Son tecnologías que están muy maduras y muy implantadas, pero aún quedan cosas por hacer en realidad virtual inmersiva, como llevarla a los hogares”.
Empresas como Oculus, comprada recientemente por Facebook, intentan que el usuario tenga experiencias completas, incluido el tacto y el olfato: películas en 360º, por ejemplo. En las navidades de 2015 se lanzará al mercado un producto que permitirá una “experiencia presencial que afecta al cerebro límbico” o emocional, avanzó.
Sacristán contó varias experiencias con grandes empresas estadounidenses, alguna de las cuales se llevó a importantes profesionales de Vector001. “La interacción con los gigantes también tiene su lado positivo. Nos conocieron, y eso nos permitió luego colaborar con Disney en la adaptación a 3D del gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas”.
'Clúster' sectorial
La tercera mesa redonda giró en torno a la temática El Cluster: Un modelo para la solución del desarrollo sectorial y en ella participaron Mariano Chacón, consejero delegado de la empresa cordobesa Desarrollo Tecnológico Agroindustrial, DTA, y Antonio Cubero, vicerrector de Infraestructura y Relaciones Institucionales de la Universidad de Córdoba.
Ambos hablaron del Cluster Innovación de Defensa, que trabaja entre otros para el Ministerio de Defensa, en el que diversas empresas e instituciones comparten conocimientos y desarrollos originados a veces en el campo agrícola. “En la agricultura finlandesa las máquinas trabajan a 20 grados bajo cero, son situaciones similares a las que se puede encontrar un ejército”, explicó Chacón.
“El cluster nos permite ponernos en contacto con empresas y otras instituciones”, destacó Cubero. “Lo importante es tener claro el objetivo que se persigue, no incluir a empresas por incluirlas, sino a aquellas que puedan aportar algo”, añadió Chacón. El clúster también tiene una línea de desarrollos civiles, como robots quirúrgicos y mecanización de cultivos.
Inteligencia empresarial
Por la tarde se abordó la importancia de la inteligencia, es decir, obtener información difícil de conseguir y que a lo mejor otros no poseen, para las empresas, grandes y pequeñas. Belén Benito, de Geolyder, una pequeña empresa de prevención de riesgos sísmicos y amenazas geonaturales, contó cómo optaron a un concurso de la ONU en Haití, para el que eran los únicos candidatos y con muy buena valoración técnica, pero cómo ciertas “irregularidades” impidieron que les seleccionaran.
“La fecha límite venció, pero la alargaron. Viendo que la cosa no se solucionaba, contratamos a la empresa de inteligencia H4DM”, cuyo consejero delegado, Fernando Cocho, moderaba la mesa, “y llegamos a la conclusión de que nunca ganaríamos el concurso, por lo que nos retiramos”. Benito lamentó no haber contado con el apoyo del Gobierno español, como sí contaron empresas de otros países, señaló.
Invertir en transferencia de tecnología
A continuación tres expertos conversaron sobre cómo y por qué invertir en transferencia de tecnología: Ricardo Pérez, consejero delegado de S4P, Pedro Sotoca, responsable de Operaciones de Medianas Empresas de Enisa, Empresa Nacional de Innovación S.A., y Diego Soro, consejero delegado de Soros Gabinetes, que busca financiación pública para proyectos tecnológicos.
Enisa financia proyectos con entre 25.000 euros y millón y medio. “Nos gusta ser la segunda o tercera pata de financiación”. Sotoca reconoció que hay un desconocimiento de las oportunidades de financiación pública, “por falta de información y no de habilidad”. Soro, por su parte, señaló que “hay muchos organismos que financian proyectos, pero están muy atomizados. Además, cambian los nombres de los programas cada año, es imposible enterarse si no estás muy metido”.
También criticó Soro que en algunos programas públicos se obligue a las empresas a colaborar con universidades. “No hay que forzar tanto, hay que dejar que el mercado lo valore”. Pérez lamentó la burocracia que hay en España para crear empresas, y Raúl Mata, de eGauss, añadió que “muchas veces hay cláusulas absurdas para comercializar los productos en las spin-off universitarias”, así como que a menudo hay que concienciar a los investigadores de lo que vale su proyecto.
Sotoca reconoció la diferencia “abismal” entre España y Estados Unidos en cuanto a relación empresa-universidad, pero cree que hay un “recorrido increíble y apasionante” por delante, para cambiar esa situación. “La universidad acabará aprendiendo”, añadió Soro. “Aún hay muchas spin-off de universidades donde la gente no se dedica al 100%; así ninguna empresa crece”. En todo caso, matizó Soro, “no hay modelos mejores ni peores, y hay que aprovechar de la manera más eficiente que el sector público de tanta financiación”.
Según Pérez, no se trata de que las universidades saquen muchas empresas al año, “porque por ejemplo Oxford saca tres o cuatro”. Se trata de que “las apoyen de forma cercana, realista, y que no sólo esperen los royalties”. En cuanto al emprendedor, “no puede serlo por obligación, debe tener algo que le corroa por dentro y le mueva”. Por último, criticó que en España haya muchos inversores privados excesivamente prudentes, a los que les cuesta poner dinero “más que en otros países”, algo en lo que coincidió Mata.
Casos reales
David M. Holman, consejero delegado de Protheus, coincidió en que el inversor español “necesita el aval de otra persona para invertir. Tiene miedo de entrar en algo en lo que no es experto.” Holman abrió a última mesa de la jornada contando que su empresa pretende comercializar análisis de biomarcadores en sangre por sólo cinco euros, mediante un chip y un aparato portátil.
“Análisis similares cuestan 500 euros y sólo disponen de ellos deportistas de élite”, explicó. Podrían usarse tanto por particulares como en campañas militares, o en África, añadió. La clave está en la mecánica de fluidos, y en cómo convertir los procesos para que sean más rápidos y baratos, explicó Holman.
Aún les falta un prototipo, necesario para conseguir 15 o 20 millones de financiación. “Nos han recomendado que vayamos a Silicon Valley o Alemania, porque allí es más fácil”, reconoció. Su empresa apuesta tanto por “una idea rompedora” y por hacer negocio ofreciendo algo útil a la gente, como por dar oportunidades “a gente brillante que está en el paro”.
Jesús Cardeñosa, profesor de Informática en la UPM y socio fundador de Dail, una spin-off de la universidad, explicó que su proyecto aborda el tratamiento automatizado de la lengua. “Extraer información mediante búsquedas, ordenar, clasificar textos...” A su juicio, la idea de que el inglés es la lengua franca es un “gran negocio para los anglosajones” y para el sector de la traducción, pero ralentiza mucho los procesos. “Una pyme tarda un año en año en llevar sus proyectos a toda Europa”.
Cardeñosa criticó la burocracia para obtener financiación pública y las limitaciones a la hora de crear spin-offs que plantea la propia UPM: por ejemplo, que salvo en algunos casos el creador de la idea no puede tener más del 10% del accionariado de la compañía, ni ningún cargo ejecutivo. Mata añadió que otras universidades están entrando con más facilidad en el accionariado de las spin-offs.
José Manuel González, consejero delegado de Zeus Creative Technologies, spin-off de la Universidad Carlos III de Madrid, explicó que lo que ellos hacen es simplificar la impresión en 3D, es decir, que baste con pulsar un botón para imprimir. “No somos investigadores de la universidad, pero nos interesaba estar en su estructura de spin-offs para reclutar estudiantes de últimos cursos”.
González destacó la importancia de presentarse a concursos, “que te obligan a diseñar un plan de negocio y a tener fechas límite”, y recordó que el ecosistema de inversión español es 50 veces más pequeño que el estadounidense, y mucho más joven. “Espero que en 10 años empresas como la nuestra podamos reinvertir en el sistema”. Eso sí, insistió en la gran cantidad de oportunidades de financiación pública.
Asignatura pendiente
Cerró la jornada Eduardo Martínez, editor de Tendencias 21, quien lamentó la falta de divulgación de las investigaciones que realizan las universidades españolas, y valoró las grandes oportunidades que traería consigo una buena política de comunicación, en canales internacionales como AlphaGalileo, “donde los periodistas de medios generalistas o de divulgación van a buscar contenidos científicos”.
En España, dijo, “se hace un esfuerzo investigador similar al de países de nuestro entorno, pero salvo en revistas especializadas, la repercusión es menor”. eGauss y Tendencias 21, recordó, están desarrollando un sistema para difundir el conocimiento. A efectos sociales conocer lo que hacen los científicos aumenta el interés de la gente y facilita conseguir recursos para seguir investigando, además de fomentar el interés de los jóvenes por el estudio de las carreras científicas y técnicas, concluyó.