El balneario más sofisticado del verano austral
Año tras año, la ciudad uruguaya de Punta del Este se posiciona como lugar vacacional donde dejarse ver y ser visto
El titileo de las luces de Navidad y el descenso de las temperaturas nos recuerdan que inexorablemente el invierno está a la vuelta de la esquina. Eso en el hemisferio norte, porque en el sur se engalana para dar la bienvenida al verano. Uno de los paraísos del estío austral que ultima su puesta a punto es Punta de Este, en el extremo suroriental de Uruguay.
Esta pequeña península rocosa y agreste separa el océano Atlántico del Río de la Plata y actúa como muro de contención para frenar la fuerza de las embestidas marinas, dando origen de forma natural a dos tipos de costa, la brava y la mansa, que también caracterizan sus 40 km de playas de arenas doradas.
Al noreste de la península está la Playa Mansa, ideal para familias con niños, mientras que al suroeste está la Playa Brava, la favorita de los surfistas y los nadadores que desafían la fiereza del mar.
La península separa a duras penas el Atlántico del Río de la Plata y divide sus playas en mansas y bravas
Punta del Este es mucho más que un destino de sol y playa. Antiguo refugio de piratas de paso hacia otros botines, se transformó paulatinamente en un pequeño pueblo de pescadores; luego, en el lugar donde las familias adineradas de Montevideo veraneaban, y hoy es uno de los principales centros turísticos de Latinoamérica, un balneario donde las grandes fortunas de Uruguay, Argentina y Brasil han fijado su segunda residencia, o su sitio favorito tanto para pequeñas escapadas como para largas estancias, y una zona por descubrir para europeos y americanos del norte que huyen del frío.
A un entorno natural privilegiado y un clima benigno, Punta de Este une una gran infraestructura turística y de ocio. Cadenas hoteleras internacionales y spas singulares, una amplia oferta de mansiones para alquilar y alojamientos para todos los gustos y presupuestos.
En este extremo del país también podrá disfrutar de una excelente y rica gastronomía más allá de las típicas parrilladas acompañadas de la famosa salsa chimichurri; acostúmbrese a pedir la carne “jugosa” –poco hecha, pero no cruda– y pruebe el asado de tira y el costillar –cortes no habituales en España–, sus mariscos, pescados y vinos autóctonos como el Tannat, una variedad de uva de origen francés pero que los uruguayos han adoptado como propia.
Por si fueran pocos atractivos, su puerto, al igual que el de la vecina Montevideo –a solo 120 km–, se ha convertido en una escala obligada en la ruta de los grandes cruceros, con una media de 300 atraques anuales.
Desde allí se pueden hacer excursiones a la isla Gorriti, que conserva fortificaciones de la época colonial española. o a la isla de Lobos, una de las reservas de leones marinos más importantes del mundo. En la noche, déjese envolver por su ambiente sofisticado.
Como casi todas las ciudades marinas, presume de tener una de las más bonitas puestas de sol del planeta. Un buen lugar desde donde disfrutarla es Casapueblo, en Punta Ballena, a 13 km del centro de Punta del Este.
Pistas
Del campo y el mar...En el campo o en el mar, Punta del Este es un paraíso para practicar deporte: paseos a caballo, cabalgatas en la playa; campos de golf, pesca, windsurf o vela.
... a la mesa
La avenida Gorlero concentra la zona gastronómica para disfrutar de los típicos asados y de magníficos pescados, mariscos y vinos autóctonos.
Compras de moda La calle 20 es la más glamurosa de este puerto de mar y una verdadera tentación para el bolsillo. La zona, formada por siete calles, concentra las tiendas más modernas y las firmas internacionales y es un obligado paseo al aire libre con precios muy buenos.