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Industria podría verse obligada a subir los peajes en enero

Regreso triunfal del déficit de tarifa

Mariano Rajoy y José Manuel Soria.
Mariano Rajoy y José Manuel Soria.REUTERS
Carmen Monforte

El déficit de realismo del ministro de Industria empieza a ser tan preocupante como el que volverá a registrar la tarifa eléctrica este año si los duendes del kilovatio no lo remedian. Que los ingresos del sistema vuelvan a resultar insuficientes para cubrir los costes no sería demasiado importante, de no ser por tres razones:la insistencia de José Manuel Soria en aventurar que el año cerrará “en equilibrio total” (ni siquiera aproximado);que, de no ser así, supondría un fracaso rotundo de la polémica reforma eléctrica y que, en función de la desviación, será necesario subir los peajes en enero, algo a lo que no está dispuesto Mariano Rajoy en un difícil año electoral.

 Como cualquier otro presupuesto, el de los peajes de acceso se compone de unos ingresos (los procedentes del recibo de la luz de todos los abonados y de las aportaciones de Hacienda) y de unos costes regulados (los de las redes de distribución, del transporte, retribución de las renovables, las anualidades o hipoteca de los déficit del pasado que se pagan de forma aplazada, etc.).

Respecto a los ingresos, la reforma del Gobierno del PP introdujo una novedad: el Estado aportaría fondos al sistema procedentes, principalmente, de nuevos impuestos recaudados en el propio sector energético (algo más 2.900 millones para este año); del dinero obtenido de subastas de CO2 (343 millones) y de una partida de Hacienda destinada a sufragar la mitad de los extracostes de los sistemas no peninsulares (900 millones). Unos ingresos denominados “externos” que, sumados a los procedentes de la factura de la luz superarán este año los 19.600 millones, según la previsión de la orden ministerial de peajes del pasado enero.

En cuanto a los costes, el Ejecutivo apostó por diversos recortes, el más importante, el de las energías renovables, que han dejado de cobrar primas y reciben una retribución basada en parámetros que tienen en cuenta la inversión y, en algunos casos, los costes de operación. Para este año, la retribución prevista para estas plantas es de 7.630 millones, unos 2.400 millones menos que el año pasado. Este ajuste y alguno de menor cuantía animaron a Industria a elaborar un presupuesto equilibrado para este año, con costes equivalentes a los ingresos, también de algo más de 19.600 millones.

Los más pesimistas apuntan a un desajuste entre costes e ingresos cercano a los mil millones

Pero las liquidaciones que mes a mes elabora la CNMC han ido dibujando una realidad muy distinta a la que pinta Soria y su equipo energético. Más allá de los déficits de caja (o provisionales) del sistema, que pueden resultar engañosos dado los graves decalajes entre la recaudación y los pagos, es preciso analizar su debilidad estructural.

La última liquidación publicada por el organismo regulador, la de agosto, muestra una tendencia a la baja de los ingresos por peajes debido a una menor demanda (aunque esta sube entre los grandes consumidores, que pagan menos, baja entre los pequeños, que pagan más) y a un descenso de la potencia contratada. En definitiva, un desajuste sobre lo previsto de 530 millones de euros. La decisión del secretario de Estado de Energía, Alberto Nadal, de subir por dos veces en medio año el peso de esta parte fija de la factura, ha resultado contraproducente, pues ha llevado a muchos ciudadanos, animados por las asociaciones de consumidores, a contratar potencias menores.

Los llamados ingresos externos del sistema encierran, a su vez, otra debilidad: queda por ver si Hacienda logra recaudar los 3.250 millones de euros (entre impuestos y subastas de CO2) que figuran en la orden de peajes de 2014. Y es que la aportación del Tesoro al sistema eléctrico no es una partida cerrada ni es posible generar déficit público para cubrir el de la tarifa. Por tanto, lo que la Agencia Tributaria no recaude no irá al sistema eléctrico, generándose así otro desajuste en los ingresos.

Subida inevitable

La situación no es más halagüeña en cuanto a los costes, ya que está por ver que los recortes de las renovables cuadren o que el sistema logre recuperar las primas cobradas a cuenta por las instalaciones. Aunque el sistema de primas a la producción desapareció en julio de 2013, mes en que arrancó la reforma eléctrica, entre esa fecha y junio de este año las empresas las han seguido cobrando a cuenta de su nueva retribución.

El saldo a favor del sistema es de 1.200 millones y las afectadas tendrán que devolverlas mensualmente hasta el próximo mayo. Sin embargo, la CNMCya ha advertido que un 10% de esa cantidad no se recuperará (las devoluciones de las plantas de cogeneración y purines que han cerrado). Además, los desembolsos podrían dilatarse en el tiempo, y, por tanto, este año serían menor de lo previsto. Otros costes, como el de la interrumpibilidad también son superiores a lo presupuestado. Todo ello, hace temer a los más pesimistas un déficit cercano a los mil millones.

A ello hay que añadir la decisión del Gobierno de bajar los peajes a la industria vasca y los regantes, que restará ingresos al sistema y habría que compensar. Estas rebajas se aplicarían a partir de enero, tras las modificaciones legales que el Gobierno ha puesto en marcha y que la CNMC califica de ruptura del peaje único en todo el país. El organismo ha sido muy beligerante con esta decisión, que supone un cambio e su metodología de peajes y violaría la normativa europea sobre la potestad de los reguladores.

Conclusión: la orden de peajes de enero, en la que ya trabaja Industria, deberá asumir el déficit de de este año y subir, pese a Rajoy, la tarifa de acceso (la subida automática a partir de ciertos umbrales no se activaría hasta 2015, una vez cerradas las liquidaciones de este año). Otra opción es que Hacienda lo cubra para evitar la subida o, la más torticera, maquillar las previsiones y hacer cuadrar los peajes con calzador. Y que arregle el desaguisado el Gobierno siguiente.

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Sobre la firma

Carmen Monforte
Es redactora de Energía de Cinco Días, donde ocupó también los cargos de jefa de Especiales y Empresas. Previamente, trabajó como redactora de temas económicos en la delegación de El Periódico de Cataluña en Madrid, el Grupo Nuevo Lunes y la revista Mercado.

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