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Buenas notas, algunas dudas

1.- Buen resultado para España. Más allá del aprobado general, que vale bien poco, hay señales positivas de los test, como la casi nula repercusión de los ajustes en la valoración de los activos, los AQR, o el menor impacto relativo del escenario adverso. El decreto Guindos III que acercó a la Tierra las provisiones por activos deteriorados o el decreto que forzó a provisionar refinanciaciones forzaron a la banca a afrontar las consecuencias de la orgía inmobiliaria anterior, tras tres años de patadas a seguir.

2.- Dicho esto, quien más ha estudiado para que la banca aprobase ha sido usted, amado contribuyente. Primero, a través de las ayudas directas a la banca, que han sumado 60.000 millones. Segundo, a través del Sareb, un enjuague financiero que permite que esta entidad se quede con unos 50.000 millones de activos de mala calidad sin que compute como deuda pública, aunque quien avala al Sareb somos los de siempre. Y, tercero, a través de los DTA, créditos fiscales que computan como activos en el balance de la banca y que suponen 25.000 millones de euros, más del 40% del capital de máxima calidad de la banca, según los resultados de los test. Estos créditos fiscales necesitan, además, que las entidades ganen dinero para activarse: si no, el Estado tendrá que ponerlo.

3.- La primera gran pregunta es si estos test de estrés son de fiar. Yo, de natural bien pensado pero escéptico, tiendo a pensar que sí, pero que da un poco igual. Es decir, los exámenes han aflorado 47.500 millones por deterioro de activos y 136.000 millones de nueva morosidad. Los escenarios de estrés añaden un deterioro de otros 215.000 millones de euros. Y de 130 bancos analizados suspenden una quinta parte. No han sido unos test benévolos.

4.- No han tenido en cuenta los riesgos de deflación, que son reales, ni evidentemente un ejercicio de este tipo puede siquiera aspirar a anticipar qué sucede en una espiral de desconfianza bancaria. Tampoco es que tenga demasiado sentido intentar anticipar el Apocalipsis en una hoja Excel. En otras palabras, los titulares tipo “la banca está preparada para lo peor” no se acercan demasiado a la realidad de lo que supone un test de estrés. No, no está preparada. Ni lo estará.

4.- Pero da un poco igual. Quien consideraba el viernes que la banca europea está hecha unos zorros lo va a seguir pensando hoy. Incluso, puede agarrarse a dos argumentos diferentes. Uno, que son los terceros test de estrés y los anteriores fueron aprobados por entidades españolas que después fueron rescatadas. O también puede decir que, si una quinta parte del sector en Europa, es que la banca está poco capitalizada. Se puede elegir.

5.- En el caso concreto de España, se añaden dos dudas. Una, que sería mala cosa para Europa que después de estar sometidos a la supervisión de la troika fruto del rescate bancario, la banca española tuviese aún esqueletos en el armario. Y otra, el gran problema, es que llevamos oyendo desde 2007 que nuestra banca es la más sólida de Europa, con metáforas más o menos pintorescas. Como en el cuento del lobo, nunca vamos a saber cuándo es verdad.

6.- ¿Conclusión? No mucho más. La información derivada de los test es extremadamente técnica y prolija, y debería ayudar a tener una mejor imagen de qué hay dentro de cada entidad. En otras palabras, a reducir sorpresas. En teoría. Además, dentro de pocos días la banca europea estará supervisada por el BCE. Y, aunque los test han sido benevolentes con España, no lo han sido con Italia: el profesor no ha dado aprobado general. Tres noticias positivas, que no cambian en ningún caso el pésimo panorama económico en Europa ni la inutilidad de las políticas llevadas a cabo en los últimos años.

7.- Y esa es la clave. Mientras la economía europea siga instalada donde está, poco hay que hacer. Ni test de estrés ni compras de deuda parecen suficientes para modificar el curso del transatlántico, tras cinco años de trayectoria equivocada. La economía europea sigue congelada, las políticas económicas siguen condicionadas por moralejas de cuento infantil y, en España, las familias siguen sobreendeudadas. Sí, sobre el papel las condiciones para que mejore el crédito están sobre la mesa, y los test de estrés son una de esas condiciones. Lástima que la realidad no sea una hoja Excel.

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