Rosell busca el apoyo de la gran empresa para su reelección en CEOE
En Diego de León, 50, donde está ubicada la sede central de CEOE, no se ha presentado aún ninguna candidatura oficial para presidir la organización. Aunque oficiosamente y en todos los pasillos se da por sentado que el actual presidente, Juan Rosell, optará al cargo, su entorno insiste en que “aún no ha confirmado que se vaya a presentar”. De hecho, antes del verano anunció que aprovecharía las vacaciones para pensárselo y, a la vuelta, todavía no ha comunicado qué ha decidido.
Tampoco hizo ningún guiño al respecto en la última reunión de la junta directiva del miércoles pasado, donde los miembros de este órgano de dirección aprobaron que sea el 17 de diciembre la fecha en la que se celebrarán las elecciones a la presidencia.
El silencio de Rosell podría ser una estrategia en respuesta a la candidatura alternativa que están fraguando un nutrido y relevante grupo de organizaciones, descontentas con la gestión del actual presidente. Estas organizaciones, entre las que están representantes de varias de las más importantes sectoriales (el metal, la construcción, la hostelería, la distribución y la tecnología, entre otras) y territoriales (Andalucía, Valencia, País Vasco, Castilla-La Mancha, parte de Galicia), estarían ultimando estos días un pacto para consensuar un candidato unitario.
Si bien, los impulsores de este proyecto prefieren no centrar sus esfuerzos en aglutinar votos en torno a un candidato alternativo a Rosell, sino en torno a “un proyecto alternativo”, indican fuentes empresariales. Según sus planes, la candidatura que optará a la presidencia pretende devolver a la patronal el peso institucional que tenía y, sobre todo, “hacer que la organización vuelva a servir para algo a sus asociados, que no tengan la sensación de que pagan las cuotas a cambio de nada”, añaden.
Mientras se presentan las candidaturas de manera oficial, los contactos no cesan. Fuentes del sector más crítico con Rosell aseguran que el todavía jefe de los patronos, aunque no haya desvelado cuál va a ser su decisión, por sus últimas maniobras todo denota que se presentará. Además de haber endurecido su discurso sobre la cuestión catalana, los críticos explican su actitud en la crisis de CEIM como consecuencia de las tarjetas B en su intención de asegurarse el crucial respaldo de esta patronal.
Las mismas fuentes sostienen que “ahora, la única tabla de salvación que tiene Rosell son las grandes empresas”. De ahí que algunos de ellos le acusen de intentar conseguir que las compañías que forman parte del Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC) influyan en su favor a través de las respectivas organizaciones sectoriales a las que pertenecen cada una. Rosell estaría tratando de lograr un asiento para CEOE en las reunión de la CEC con el Gobierno y viceversa.